La quiebra del empleo
La pol¨ªtica econ¨®mica conduce a r¨¦cords de paro e inhibe la recuperaci¨®n
A la vista del hundimiento de la ocupaci¨®n en noviembre, mes durante el que se dieron de baja en la Seguridad Social 205.000 personas, y del aumento del paro registrado en los servicios p¨²blicos de empleo en m¨¢s de 74.296 personas, que sit¨²a el paro registrado en m¨¢s de 4,9 millones, cabe preguntarse por qu¨¦ el Gobierno sigue negando el empeoramiento notable de la econom¨ªa durante 2012 y la nula expectativa de mejora en 2013. Y, lo que es m¨¢s importante, cunde la perplejidad sobre una pol¨ªtica econ¨®mica pasiva, encasquillada en recortes que ni siquiera consigue reducir significativamente el d¨¦ficit, raz¨®n ¨²nica por la que se aplica. El presidente, el equipo econ¨®mico y un amplio aparato de declarantes se empecinan en sostener vaguedades esperanzadoras, como que las medidas de ajuste acabar¨¢n por dar sus frutos y que la reforma laboral crear¨¢ empleo, sin precisar cu¨¢ndo se producir¨¢n las mejoras y cu¨¢ntos ser¨¢n los da?os en el Estado de bienestar.
La verdad es que el hundimiento del mercado laboral refleja precisamente las nulas expectativas de crecimiento de la econom¨ªa que aprecian los inversores como efecto principal de la pol¨ªtica de ajustes del Gobierno. Sin una proyecci¨®n de aumento de la demanda (de inversi¨®n y de consumo), no hay motivos para invertir ni, por supuesto, para crear empleo. El Ejecutivo ha sido incapaz, por este orden, de aplicar pol¨ªticas de ajuste efectivo, puesto que el d¨¦ficit no se ha corregido en la medida pactada con Bruselas a pesar de los recortes practicados; tampoco ha sabido coordinar un ajuste estructurado con pol¨ªticas de est¨ªmulo del empleo en los mercados m¨¢s resistentes a la recesi¨®n; ni ha tenido la capacidad suficiente para convencer a las empresas de que es necesario adelantar las inversiones para acelerar la recuperaci¨®n; y, por ¨²ltimo, en un ejercicio preocupante de inhibici¨®n, tampoco se decide a solicitar una intervenci¨®n del BCE en el mercado de deuda, lo cual condena a las empresas a soportar un coste financiero disuasorio de cualquier inversi¨®n.
Las causas anteriores conducen necesariamente a vol¨²menes de desempleo que quiebran la estabilidad social y contribuyen a deteriorar el futuro del sistema de pensiones. No es descartable que en el cuarto trimestre se llegue a los seis millones de parados. Y los ciudadanos ya no creen en la herencia recibida.
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