¡®Armarse de valor¡¯ en el final de ETA
Primero, la memoria; una vez consolidada podremos recetarnos dosis moderadas de olvido
Tras el comunicado del 20 de octubre de 2011 en el que ETA declar¨® el cese definitivo de su actividad armada, la prioridad tiene que ser lograr el final definitivo e incondicional de la organizaci¨®n terrorista. Para ello, ser¨¢ necesario, por un lado, mantener las pol¨ªticas que han llevado a la banda a declarar ese cese definitivo y a la antigua Batasuna a reconvertirse en Sortu, acatando la legalidad; y por otro, armarse de valor para construir un escenario de convivencia y no repetici¨®n del horror que hemos sufrido en nuestro pa¨ªs desde hace m¨¢s de cuarenta a?os.
Pero no ser¨¢ f¨¢cil, como estamos viendo. En el pleno de investidura del nuevo lehendakari, el pasado martes, la candidata de EHBildu, Laura Mintegi, respondi¨® a los reproches que le hac¨ªan el resto de grupos por la falta de autocr¨ªtica de la izquierda abertzale con un: ¡°A m¨ª no me interesa el pasado¡±. Estas palabras definen a la perfecci¨®n la postura que est¨¢ adoptando el mundo de Batasuna tras el desistimiento de ETA: tratar de enterrar su responsabilidad en aras del futuro o, en el mejor de los casos, construir un relato en el que se entremezclan todas las violencias habidas desde la Guerra Civil, con el fin principal de borrar el rostro de las 857 personas asesinadas por la organizaci¨®n terrorista y el hecho de que la mayor¨ªa de ellas lo fueron cuando en Espa?a hab¨ªa democracia y Euskadi ten¨ªa un amplio autogobierno.
Har¨¢ falta mucha generosidad para convivir con los que nos han agredido
Pero tenemos que ser conscientes de que la toma de la decisi¨®n de apagar la luz por parte de la banda no es tarea sencilla, por muy debilitada que est¨¦. No es f¨¢cil echar el cierre a casi medio siglo de terror y de sufrimiento para no conseguir ninguno de sus objetivos pol¨ªticos. Y sin poder ofrecer un horizonte de futuro para sus presos y huidos, le ser¨¢ muy dif¨ªcil hacerlo. Habr¨¢ que construirlo para seguir exigiendo la disoluci¨®n de ETA.
Para quienes han malvivido diez a?os en la clandestinidad o llevan muchos de c¨¢rcel supone un enorme desaf¨ªo reconocer que se equivocaron y tratar de reconstruir una vida de la que despilfarraron sus mejores a?os. Y tendremos que mostrarles que todav¨ªa pueden hacer mucho para construir una Euskadi nueva. Que su aportaci¨®n ser¨¢ muy importante para construir un futuro de concordia entre vascos. Que el reconocimiento de su responsabilidad en el da?o causado, la reparaci¨®n del mismo y el rechazo de la violencia para obtener objetivos pol¨ªticos ser¨¢n un b¨¢lsamo con el que sanar viejas heridas. Y habr¨¢ que apoyarles, pero sin impunidad y sin olvido.
Y tambi¨¦n tenemos que ser conscientes de que har¨¢ falta mucho valor para afrontar una pol¨ªtica penitenciaria que, dentro de los m¨¢rgenes del Estado de Derecho, posibilite una reintegraci¨®n a la democracia de quienes lucharon contra ella y una vuelta a la sociedad de los que se autoexcluyeron practicando el terrorismo. Por eso, habr¨¢ que explicar con tenacidad, y desde la empat¨ªa y el respeto que merecen todas las v¨ªctimas de ETA, que es preferible que sus victimarios se reintegren en la sociedad de la que salieron un poco antes, pero tras reconocer su responsabilidad en el da?o causado, a que cumplan ¨ªntegramente su condena en primer grado y a mil kil¨®metros de su casa. Porque cuando salgan, y alg¨²n d¨ªa saldr¨¢n, su odio y el de sus allegados pueden convertirse en caldo de cultivo de nuevos sufrimientos que debemos atajar preventivamente.
Tambi¨¦n har¨¢ falta mucha generosidad para convivir en armon¨ªa en el Pa¨ªs Vasco con quienes nos han agredido, amenazado e insultado: para superar el ¡°ETA m¨¢talos¡±; para pasar p¨¢gina de las agresiones en plena calle durante la campa?a del lazo azul en los a?os noventa; para convertir la angustia al recibir la carta de extorsi¨®n en nuevo empuje para construir riqueza y empleo en Euskadi; para compartir espacios p¨²blicos con quienes promovieron la ¡°socializaci¨®n del sufrimiento¡± se?alando a ETA nuevas v¨ªctimas, y para recibir, por ejemplo, en las Casas del Pueblo a quienes antes jaleaban a quienes las quemaban o las destrozaban con una bomba. Y tendremos que practicar la generosidad, pero no sin antes se?alar que ser¨¢ imprescindible que el mundo de Batasuna reconozca su responsabilidad en la g¨¦nesis de los desmanes antes apuntados. Que admita que se equivocaron y digan: ¡°lo siento, no volver¨¢ a ocurrir¡±.
Ser¨¢ imprescindible que el mundo de Batasuna reconozca su responsabilidad en la g¨¦nesis de los desmanes
De la misma forma, en Euskadi tendremos que reconocer como sociedad que durante demasiados a?os, cuando asesinaban a un convecino, en vez de plantar cara de forma conjunta al terrorismo de ETA escondimos nuestra inacci¨®n en excusas como las ¡°imperfecciones de la Transici¨®n¡±, en el ¡°algo habr¨¢ hecho¡±, en el miedo a significarse y ser se?alado por los violentos y en la comodidad del mirar para otro lado.
Y tendremos que reconocer asimismo que hubo episodios abominables en la lucha antiterrorista que tenemos que repudiar y reparar, culminando la tarea que en este sentido iniciamos en la pasada legislatura.
Hemos de ser conscientes, finalmente, de que todos tenemos en nuestras respectivas casas ultraortodoxos, personas que leg¨ªtimamente invocan, siguiendo a Max Weber, la ¨¦tica de la convicci¨®n por encima de la ¨¦tica de la responsabilidad. Personas que aplican el ¡°tenga yo raz¨®n y se hunda el mundo¡±, algo que nada tiene de novedoso en otros finales de episodios violencia pol¨ªtica. Por eso, una de las labores m¨¢s importantes de los responsables p¨²blicos y de los hacedores de opini¨®n es y ser¨¢ la de convencer a todos los ultraortodoxos¡± de lo perjudicial de su actitud para el logro de una futura convivencia con garant¨ªa de no repetici¨®n de la violencia.
Habr¨¢ que hacer mucha pedagog¨ªa, porque ni los terroristas sin banda armada pueden volver como h¨¦roes, ni las v¨ªctimas de sus fechor¨ªas deben negarles una segunda oportunidad si lo piden con sinceridad. S¨®lo as¨ª conseguiremos que la sociedad vasca, desde la memoria (una memoria inclusiva, no neutral) y sin equiparaciones, sea capaz de articular una convivencia en paz y en libertad al resguardo del terror padecido. En esta tarea tendremos que aplicar el viejo aforismo que resalta la enorme importancia de la memoria, aunque haci¨¦ndola compatible con ciertas dosis de olvido. Pero siempre en ese orden; primero, la memoria; una vez consolidada ¨¦sta, y ¨²nicamente en ese momento, estaremos en condiciones de recetarnos dosis moderadas de olvido.
Como se observar¨¢, se trata de una tarea ardua y compleja. Y estoy convencido de que para llevarla a cabo todos tenemos que armarnos de valor. Nosotros ya lo hicimos para resistir democr¨¢ticamente frente a la violencia totalitaria. A quienes la practicaron, apoyaron o consintieron les toca ahora mirar cara a cara a su pasado y expresar la disculpa que deben.
Jes¨²s Loza Aguirre ha sido Comisionado del lehendakari para la Convivencia en el Gobierno vasco de Patxi L¨®pez
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