Garras humanas
En el art¨ªculo Carrero Blanco, un ogro sin garras se afirma que la figura de quien fuera mano derecha de Franco aparece en nuestro guion ¡°desdibujada y con poca profundidad¡±. Luego se explica que la miniserie ¡°se centra en la actividad del comando etarra que durante meses prepar¨® el atentado¡±. Si nuestra intenci¨®n hubiera sido hacer un biopic del almirante comprender¨ªa mejor la cr¨ªtica, pero al centrarnos en los preparativos y ejecuci¨®n del magnicidio creo que dotamos al personaje de much¨ªsima mayor dimensi¨®n que, por ejemplo, la c¨¦lebre pel¨ªcula de Pontecorvo, Operaci¨®n Ogro, en la que Carrero era ¡°interpretado¡±, literalmente, por un figurante.
La aproximaci¨®n al personaje m¨¢s profunda, documentada y seria que encontramos fue la biograf¨ªa que de ¨¦l escribi¨® Javier Tusell. En el gui¨®n dibujamos a un Carrero beato y meapilas, inflexible ideol¨®gicamente, reacio a cualquier signo de apertura y ciegamente fiel a Franco. Si se echan en falta sus ¡°garras¡± quiz¨¢ sea porque el almirante no era feroz en sus maneras, independientemente de las ideas que representaba, que aseguro no me provocan ninguna simpat¨ªa personal, sino todo lo contrario. Pintaba, hac¨ªa pajaritas de papel y se cortaba el pelo siempre en el mismo sitio. Su peluquero era el padre de Jos¨¦ Luis Garci. No son invenciones de los guionistas, son detalles que nos sirven para ilustrar la rutina de Carrero y por ende su vulnerabilidad. Como que su direcci¨®n y n¨²mero de tel¨¦fono estuvieran en la gu¨ªa.
Los etarras tambi¨¦n est¨¢n retratados en su vida cotidiana, jugando al mus, al domin¨®, cocinando. Argala no hablaba euskera y fumaba puritos. Le gustaban las rancheras. Quiz¨¢ debimos haberle puesto tarareando All¨¢ en el rancho grande, pero el actor propuso que cantara bilbainadas y nos permitimos esa licencia dram¨¢tica. En el bar del barrio eran ¡°los de la ETA¡± y se disfrazaron de curas para vigilar a Carrero en la iglesia. As¨ª eran. Eso hac¨ªan unos y otros mientras lideraban una dictadura y preparaban un atentado.
Pero en la miniserie tambi¨¦n vemos c¨®mo el Gobierno que Carrero presid¨ªa torturaba brutalmente. A m¨ª me parece un reflejo m¨¢s fiel de la monstruosidad del r¨¦gimen franquista esa apariencia de normalidad, la rutina inamovible de quien no concibe m¨¢s visi¨®n del mundo que la propia, y que la impone a la fuerza a los dem¨¢s, que la caricatura del ogro. Porque los ogros no existen.¡ª Nacho Faerna. Coguionista y productor ejecutivo de El asesinato de Carrero Blanco.
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