La borrasca
Comparados con los hombres del tiempo, los economistas parecen unos zotes. Dan la sensaci¨®n de que no saben nada de nada
La meteorolog¨ªa era hasta hace poco un fen¨®meno irracional plagado de refranes en boca de los viejos. Los pron¨®sticos del tiempo constitu¨ªan un azar. El meteor¨®logo se limitaba a levantar un dedo mojado con saliva para saber por d¨®nde soplaba el viento. Hoy los caprichos de la atm¨®sfera han comenzado a ser detectados con gran precisi¨®n. Si el hombre del tiempo dice que ma?ana llover¨¢, llueve; si predice que se acerca una ola de calor, la ola llega; si anuncia nevadas, nieva. Gracias a los sat¨¦lites la meteorolog¨ªa pronto ser¨¢ una ciencia exacta. Incluso podr¨¢ advertir de antemano volcanes y terremotos, todo lo contrario a lo que sucede en econom¨ªa. Comparados con los hombres del tiempo, los economistas parecen unos zotes. Dan la sensaci¨®n de que no saben nada de nada. Hace un a?o los votantes de este pa¨ªs le dieron la mayor¨ªa absoluta a un partido de derechas. Despu¨¦s del fiasco del Gobierno socialista al que le cay¨® la casa encima sin enterarse de la borrasca que se anunciaba, la gente pens¨® que hab¨ªa que poner la soluci¨®n de la crisis en manos de profesionales de la econom¨ªa, de individuos acostumbrados a manejar mucha pasta. Los ciudadanos sin ideolog¨ªa cre¨ªan que, al fin y al cabo, los pol¨ªticos de derechas son aliados naturales de los banqueros y grandes empresarios, se conocen de familia, toman copas juntos, celebran monter¨ªas y no distinguen el coto donde cazan del resto de Espa?a, puesto que se sienten los due?os de toda esta finca entera. Hasta ahora estos expertos en finanzas solo han demostrado ser unos linces a la hora de vaciar los bancos y las empresas desde los propios despachos, en asignarse sueldos estratosf¨¦ricos y bonus obscenos. Han usado la ingenier¨ªa financiera para llev¨¢rselo crudo, pero no tienen idea de c¨®mo salir de esta crisis, salvo en su fe absoluta en el hor¨®scopo. La primera sorpresa ha sido que nuestros ministros de finanzas van de ac¨¢ para all¨¢ dando palos de ciego. Los ves reunidos de pie o en corro con sus colegas de Bruselas a merced de la borrasca, aturdidos, sobrepasados, con el dedo en alto mojado con saliva y, como los antiguos hombres del tiempo, fiando la econom¨ªa a la llegada de las cig¨¹e?as y al hecho de que este a?o en vez de uno han sacado tres brotes verdes las alcachofas.
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