Flandes y Valonia: un matrimonio que no se separa por los hijos
Flamencos y valones dicen que prefieren seguir juntos pero con m¨¢s competencias propias En el d¨ªa a d¨ªa belga el separatismo no est¨¢ tan presente como en los discursos pol¨ªticos La regi¨®n de Bruselas mantiene la cohesi¨®n de un pa¨ªs que ha pasado 541 d¨ªas sin Gobierno
El metro de Bruselas recibe a primera hora de la ma?ana al viajero con los peri¨®dicos gratuitos del d¨ªa. Uno de ellos ofrece dos ediciones distintas, una en neerland¨¦s y otra en franc¨¦s. No son una traducci¨®n. Ni el mismo color de cabecera, ni la misma foto de portada, ni los mismos titulares, ni siquiera los mismos temas para dos peri¨®dicos escritos y dirigidos por las mismas personas. ?Dentro? Noticias completamente diferentes para dos comunidades ling¨¹¨ªsticas que comparten el mismo espacio, la capital de Europa.
B¨¦lgica, con 10,7 millones de habitantes (menos de la cuarta parte de la poblaci¨®n de Espa?a) es un Estado federal dividido en tres regiones: Flandes, la m¨¢s poblada, al norte, donde se habla neerland¨¦s; Valonia, la m¨¢s extensa, franc¨®fona, al sur, y Bruselas, que representa el 20% del PIB nacional y es una isla biling¨¹e rodeada de territorio flamenco. En la parte oriental del pa¨ªs hay adem¨¢s una minor¨ªa de habla alemana constituida por unas 70.000 personas. Una mezcla dif¨ªcil de gestionar que ha mantenido al pa¨ªs sin Gobierno central durante 541 d¨ªas, casi un a?o y medio.
Ronse (Flandes), con unos 25.000 habitantes, es un pueblo con facilidades ling¨¹¨ªsticas para los franc¨®fonos. En B¨¦lgica hay 15 pueblos de este tipo: cinco en Flandes, cuatro en Valonia y seis en la periferia de Bruselas. En estas ciudades la Administraci¨®n funciona en el idioma de la regi¨®n en la que se encuentran (neerland¨¦s si est¨¢n en Flandes, franc¨¦s si est¨¢n en Valonia) aunque si el ciudadano lo solicita, est¨¢n obligados a ofrecerle los servicios en cualquiera de las dos lenguas. Seg¨²n cuentan los vecinos de Ronse, el bajo precio de la vivienda, la cercan¨ªa a la frontera y el hecho de ser un municipio con facilidades ling¨¹¨ªsticas han atra¨ªdo en los ¨²ltimos a?os mucha inmigraci¨®n, que habla mayoritariamente franc¨¦s.
Ignace Michaux es concejal del Ayuntamiento de Ronse por el partido democristiano, ganador de las ¨²ltimas elecciones municipales del pasado mes de noviembre. Explica que hay un 20% de extranjeros de 70 nacionalidades y, para ¨¦l, el problema es que estas personas no aprenden neerland¨¦s cuando van a la ciudad a vivir. No opina lo mismo Murol, un turco que regenta un restaurante de kebabs, quien dice dominar el flamenco y cuenta que se ven obligados a aprenderlo para poder trabajar.
Aqu¨ª hay de todo, no necesitamos ir a Valonia Jeanette, 67 a?os
La cafeter¨ªa de la Grande Place de Ronse tiene una interminable barra de madera iluminada con una luz c¨¢lida que contrasta con el fr¨ªo helador que hace en la calle. Llueve, pero amenaza con nevar. Cuatro miembros de la Asociaci¨®n de Mujeres J¨®venes de Ronse charlan y toman un chocolate caliente. Pese al nombre de la asociaci¨®n, tres de ellas est¨¢n jubiladas: Jeannette, Ginette y Monique. A la cuarta no le cierra la chaqueta a la altura del ombligo. Es Isabelle. Tiene 38 a?os y le queda un mes para dar a luz. Cuenta que "los reci¨¦n llegados" est¨¢n obligados a recibir cursos de flamenco para aprender el idioma y poder as¨ª acceder a ayudas p¨²blicas. Dice que no tienen inconveniente en viajar a Valonia (a solo tres kil¨®metros) e incluso dice que de vez en cuando va en coche a comprar a un supermercado val¨®n. Las dem¨¢s reconocen que prefieren no comprar all¨ª. "Aqu¨ª tenemos de todo as¨ª que no necesitamos ir a Valonia. De hecho son ellos los que vienen aqu¨ª porque nosotros tenemos m¨¢s servicios", dice Jeannette (67 a?os) tras dar un sorbo a su chocolate.
Isabelle cuenta que el flamenco era un idioma asociado a las clases bajas campesinas y que la gente mayor lo utiliza en casa aunque siga dirigi¨¦ndose en franc¨¦s a los dem¨¢s cuando est¨¢ fuera del ¨¢mbito familiar. Las vecinas niegan que el conflicto ling¨¹¨ªstico tenga traslaci¨®n en el plano social. "El separatismo no es un problema en la calle. Es un problema de los pol¨ªticos. A nosotras nos da igual qu¨¦ idioma hablar, ya lo ves", dice en franc¨¦s. Durante la conversaci¨®n repiten hasta 15 veces t¨¦rminos que dejan ver que la frontera entre Flandes y el resto del pa¨ªs, aunque no sea f¨ªsica, es mental. De sentimiento. "Al¨®ctono", para referirse a un val¨®n que viene a Ronse, "extranjero", "reci¨¦n llegado"... Separarse es una alternativa no exenta de riesgos. "La independencia es una opci¨®n pero hay que pensar m¨¢s all¨¢. Si fu¨¦ramos independientes ?Flandes ser¨ªa tal y como lo conocemos ahora? M¨¢s rico, con recursos... y adem¨¢s ?tendr¨ªamos que decidir con qui¨¦n se va la regi¨®n de Bruselas!", reflexiona Jeannette. Uno de los mayores problemas es repartirse el pastel de la regi¨®n de la capital.
En Nukerke, un pueblo de 800 habitantes en el interior de Flandes, a unos 10 kil¨®metros de la frontera con Valonia, nadie utiliza el franc¨¦s en su vida diaria. No hay tiendas ni bares. La vida est¨¢ hoy concentrada en el local parroquial. Celebran el tradicional Sinterklaas (San Nicol¨¢s) y los ni?os del colegio cat¨®lico hacen all¨ª una fiesta en la que cantan y bailan para sus padres y sus abuelos. "Para nosotros cruzar a Valonia es normal, porque vivimos muy cerca y no tenemos problema en ir al otro lado, pero no solemos ir a comprar all¨ª", explica Steven Wieleman, profesor de gimnasia, que domina perfectamente ingl¨¦s y franc¨¦s. "Estamos cansados de la lucha pol¨ªtica, la mayor¨ªa no se quiere separar. Los pol¨ªticos hacen los problemas m¨¢s grandes de lo que son", a?ade. Mientras los asistentes a la celebraci¨®n dan palmas, los ni?os siguen bailando, esta vez, una versi¨®n del famoso Gangnam Style traducida al neerland¨¦s.
B¨¦lgica es como un divorcio amistoso: por los hijos nos ponemos de acuerdo
Philippe, vecino de Lessines
Aunque los ciudadanos est¨¢n de acuerdo con Wieleman, hay razones que aumentan la distancia y hacen que flamencos y valones est¨¦n tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Al otro lado de la frontera, en la ciudad de Lessines (Valonia), Eug¨¨ne, ingeniero jubilado aficionado a la fotograf¨ªa, reflexiona sobre las causas que han llevado a Flandes a votar al Nueva Alianza Flamenca (NVA, el centro derecha nacionalista) en las ¨²ltimas elecciones. "Antes Valonia era la parte rica porque ten¨ªa la siderurgia y las minas de carb¨®n. Cuando las minas se cerraron, fueron los flamencos quienes se aprovecharon del sistema de ayudas y ahora tienen el poder econ¨®mico porque se han enriquecido trabajando mucho. El paro est¨¢ ahora en el lado val¨®n y los flamencos no quieren pagar con su aportaci¨®n al Estado los subsidios de desempleo de nuestros parados, aunque cuando era al rev¨¦s nosotros les dimos trabajo".
"Hace 40 a?os, cuando ve¨ªamos a los obreros trabajando un s¨¢bado, eran siempre flamencos que hab¨ªan venido a trabajar", cuenta Philippe. "Los flamencos son m¨¢s numerosos: hay un 59% por un 41% de valones. Sin embargo, el territorio val¨®n es m¨¢s grande y por eso tienen que recorrer distancias mayores para ir a trabajar", dice Eug¨¨ne. "Y por eso hay tambi¨¦n m¨¢s gasto. Las carreteras salen m¨¢s caras, los trenes...", dice Philippe, que trabaja en la estaci¨®n de tren de Lessines. "La cantidad de trabajo disponible en Valonia es menor que en Flandes, aunque ellos no lo saben y tienen el prejuicio de que los valones somos vagos", a?ade Eug¨¨ne.
Los vecinos reconocen que los valones no dominan el neerland¨¦s y el conflicto ling¨¹¨ªstico ligado a las diferencias econ¨®micas alimenta la distancia. "Flandes quiere que B¨¦lgica sea una confederaci¨®n: cada uno a lo suyo y cuando haya que tomar una decisi¨®n que afecte a todos nos reunimos puntualmente y la tomamos en com¨²n. Ser casi independiente sin independizarse", dice Eug¨¨ne. "B¨¦lgica es como un divorcio amistoso: por los hijos nos ponemos de acuerdo", concluye Philippe.
El hijo del que habla es la regi¨®n de Bruselas, donde se encuentra la capital del pa¨ªs. Bruselas incluye los organismos oficiales, los ¨®rganos de representaci¨®n europeos y la sede de la OTAN. Una isla biling¨¹e rodeada de territorio flamenco que resulta un punto estrat¨¦gico por ser la capital financiera del pa¨ªs. Mayoritariamente se habla franc¨¦s, pero hay detalles que siempre recuerdan el biling¨¹ismo. Al pedir un billete de metro en una m¨¢quina, aunque la pantalla est¨¦ en franc¨¦s, el tique se imprime en ambos idiomas.
En la periferia de la regi¨®n de Bruselas, hay seis municipios flamencos con facilidades ling¨¹¨ªsticas para los franc¨®fonos. Uno de ellos es Kraainem, cuyo alcalde no ha sido investido desde octubre por enviar algunas convocatorias electorales en franc¨¦s en lugar de exclusivamente en neerland¨¦s como exige la normativa. La ciudad es una especie de enorme urbanizaci¨®n de chalets de lujo. En su interior, funcionarios europeos, trabajadores de la OTAN y familias adineradas. Arnold d'Oreye, del partido Federalista Dem¨®crata Franc¨®fono, gobierna esta ciudad flamenca y, aunque su partido defienda a los franc¨®fonos, el Ayuntamiento debe celebrar los plenos en neerland¨¦s, ofrecer los servicios al ciudadano en flamenco y emitir los informes y documentos oficiales completamente en neerland¨¦s. "Ha sido mi peque?a batalla personal", dec¨ªa reclinado en uno de los sillones del sal¨®n de su casa, un chalet decorado con muebles antiguos y cuadros del renacimiento.
Pero el lenguaje le delata y plantear un gobierno en clave de batalla no es lo que los ciudadanos dicen necesitar, aunque le voten. Dos colegios, uno en cada idioma, duplicidad de asociaciones, dos clubes de tenis... todo en paralelo para satisfacer tanto a neerland¨®fonos como a franc¨®fonos. Juntos pero no revueltos. "A algunos pol¨ªticos les viene bien escudarse en el conflicto ling¨¹¨ªstico porque as¨ª no tienen que ocuparse de los problemas reales de la poblaci¨®n", cuenta Bertrand Waucqet, representante de Kraainem Unie, el segundo grupo pol¨ªtico que ha aparecido con fuerza en la ciudad y ha obtenido el 20,6% de los votos en las ¨²ltimas elecciones municipales. Kraainem Unie promueve el biling¨¹ismo activo y la convivencia, con el objetivo de centrarse en los problemas reales de la ciudad.
Los esfuerzos de quienes todav¨ªa creen en la uni¨®n se concretan a peque?a escala, en los detalles de todos los d¨ªas, porque parece que la pareja entre Flandes y Valonia quiere cada vez m¨¢s independencia y menos reconciliaci¨®n. "Yo creo que es bueno que siga la regi¨®n de Bruselas, no para garantizar la unidad de B¨¦lgica sino porque es una zona de contacto de idiomas y de culturas y de esta manera podemos pensar m¨¢s all¨¢ de los problemas locales", dice Bertrand Waucqet. Su compa?ero, Carel Edwards no es tan optimista: "B¨¦lgica es como unos gemelos siameses, unidos extra?amente por alguna parte, que querr¨ªan ir cada uno por su lado pero se ven obligados a caminar as¨ª".
Las claves de la divisi¨®n
1830: B¨¦lgica se unifica tras m¨¢s de 200 a?os separada y bajo sucesivos dominios espa?ol, franc¨¦s y holand¨¦s. Son dos territorios diferentes cultural y econ¨®micamente. El franc¨¦s, que domina la burgues¨ªa, se establece como lengua oficial, pese a que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n habla neerland¨¦s.
1889: Se adopta la Ley de la Igualdad, que estipula que neerland¨¦s y franc¨¦s ser¨¢n las lenguas oficiales.
1963: Se aprueban leyes que dividen al pa¨ªs en tres zonas ling¨¹¨ªsticas: neerland¨®fona, german¨®fona y franc¨®fona, pero en 33 municipios, por su localizaci¨®n y diversidad, se mantiene el biling¨¹ismo.
1970: Se crean las tres comunidades culturales, de habla neerlandesa, franc¨®fona y germana, y tres regiones que no responden exactamente a esa divisi¨®n ling¨¹¨ªstica: Flandes, Valonia y la capital, Bruselas. La demanda principal de los flamencos es la autonom¨ªa cultural mientras que los valones insisten en la econ¨®mica.
1973: La crisis del petr¨®leo provoca una prolongada recesi¨®n que afecta al desarrollo de Valonia. La industria se focaliza en Flandes.
1980: Sucesivas reformas administrativas debilitan al Estado y dan un mayor protagonismo a las regiones.
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