Paulo Coelho: ¡°El intelectual ha muerto. Ha nacido el 'internetual'¡±
El escritor brasile?o vuelve a la literatura tras una operaci¨®n cardiaca delicada A sus millones de ejemplares hay que a?adir sus millones de fieles en las redes sociales
Paulo Coelho ha resuelto su vida caminando. Rumbo a Santiago de Compostela comprendi¨® que deb¨ªa consagrarse en cuerpo y alma a ser escritor, y luego, en un paseo nocturno por Madrid entre Alonso Mart¨ªnez y Princesa, su mujer, la pintora Christina Oiticica, le conmin¨® a que se decidiera de una vez por todas para abrazar su sue?o o lo abandonara. De ah¨ª sali¨® su primera obra: El peregrino de Compostela, a la que sigui¨® su consagraci¨®n con El alquimista y con ella una carrera imparable de ¨¦xitos que se miden en otra de las palabras que hoy le definen: millones.
Porque Coelho, en su recuento vital, mide todo por muchos ceros. Ya son 180 millones de libros vendidos en todo el mundo, publicados en 73 idiomas y en 170 pa¨ªses. Cuenta con 6,7 millones de seguidores en Twitter y casi 10 millones de amigos en Facebook producto de una confesa adicci¨®n a las redes sociales.
De joven corri¨® tambi¨¦n millones de riesgos que le dejaron al borde del precipicio. Su m¨¢s que preocupante rebeld¨ªa condujo a sus padres a enderezarle con disciplina jesu¨ªtica, pero prefiri¨® enrolarse en un movimiento hippy activo contra la dictadura militar brasile?a no sin antes haber pasado tres veces por el manicomio con intentos de suicidio por medio. Coquete¨® con sectas sat¨¢nicas, lleg¨® a tener un esclavo a su servicio, explor¨® experiencias homosexuales, tom¨® drogas por un tubo y vivi¨® la vida como si se fuera a morir al d¨ªa siguiente.
Hoy se asusta al mirar al pasado. As¨ª lo reconoci¨® cuando apareci¨® su biograf¨ªa El mago, donde, seg¨²n ¨¦l, ¡°cuento yo mismo mi experiencia antes que lo hagan otros¡±. Su obsesi¨®n con la muerte ha quedado armonizada con la vida despu¨¦s de que hace un a?o se sometiera a una operaci¨®n cr¨ªtica que le oblig¨® a hacer un balance feliz. ¡°Si muero hoy, me gustar¨ªa que fuera en el mismo estado en que me encontraba hace un a?o, en paz¡±, asegura Coelho. Fruto de aquello es la serenidad de esp¨ªritu que despide El manuscrito encontrado en Accra (Planeta), su nueva novela concebida en forma de par¨¢bola. En ella, el copto, ¡°mi alter ego¡±, reflexiona sobre el amor, la divinidad, el fracaso, el sexo, la sencillez, en una concisa y muy personal visi¨®n del cosmos.
Qu¨¦ dif¨ªcil es hacer una par¨¢bola. Aunque no existe literatura que no aspire a eso, ?no cree? La literatura, la filosof¨ªa, salvo los libros t¨¦cnicos, todo tiene algo de par¨¢bola. Desde Her¨¢clito, cuando dice: nunca cruzas el mismo r¨ªo dos veces, hasta hoy, la par¨¢bola cumple su funci¨®n explicando historias que quieren decir muchas cosas de manera bella. Puedes utilizar esos recursos porque si de partida llegas planteando cu¨¢l es el sentido de la vida, ya matas la imaginaci¨®n del lector. La par¨¢bola fue elegida por muchos, desde quienes pretend¨ªan transmitir una creencia religiosa hasta el escritor de hoy. Conocemos m¨¢s de los suf¨ªes a trav¨¦s de sus cuentos que a trav¨¦s de las teor¨ªas isl¨¢micas, del budismo y no digamos del cristianismo, que transmite el mensaje de Cristo por medio de sus par¨¢bolas. Pero la gente ha matado la imaginaci¨®n que se aprecia en ellas.
El letrista de canci¨®n 'best seller'
Paulo Coelho (R¨ªo de Janeiro, 1947) siempre supo que quer¨ªa ser escritor a pesar de que sus padres denigraban la idea. De ah¨ª parte de su rebeld¨ªa adolescente. Pero antes de convertirse en un 'best seller' a escala mundial despu¨¦s del ¨¦xito de El alquimista fue letrista de canciones para artistas como Ra¨²l Seixas o Elis Regina, guionista de televisi¨®n, dramaturgo y creador de revistas independientes.
Con sus novelas se consagra pronto. Al clamor de El alquimista le siguen otros como Once minutos, Ver¨®nika decide morir, Aleph ¨Cpor pasi¨®n borgiana¨C, Maktub o Manual del guerrero de la luz. Su inter¨¦s por temas globales le ha llevado a participar en el Foro Econ¨®mico Mundial y ha recibido numerosas distinciones internacionales, que van de la Legi¨®n de Honor a una calle en Santiago de Compostela.
La imaginaci¨®n y ese mensaje suspendido en el aire que queda al alcance de quien lo quiera atrapar, como un poema. S¨ª, estamos hablando de poes¨ªa, eso es. Cuando escribo un libro, le intento aportar valor l¨ªrico y al tiempo transmitir algo m¨¢s fuerte que una moraleja, e intento que cada uno pueda interpretar a su manera.
?Algo m¨¢s fuerte con varios significados al tiempo? Como a mi juicio debe ocurrir con todas las historias. Y esos significados deben ser sencillos, pero complejos. Si uno acude a la naturaleza, descubres que las cosas m¨¢s imponentes son sencillas: el mar, el cielo, la nieve, que es blanca, y ya.
Se limitan a lo esencial, como dice el copto en su libro. Eso de que uno no debe obsesionarse con ser ¨²til, sino simplemente con ser. S¨ª, y la gente prefiere estar a ser, con su cliqueo, por si hay que ser cr¨ªticos con Internet. Debemos separar lo real de lo virtual. Ser implica involucrarse comprometidamente.
Volviendo a la par¨¢bola¡ Como dice el Evangelio: ¡°En el principio fue el verbo¡±. Es decir, la palabra, el lenguaje. Para m¨ª, eso ha sido la prueba, una pista sobre la no existencia de Dios. ?Usted cree que existir¨ªa sin palabra, sin verbo? ?No es Dios un artificio del lenguaje? No lo s¨¦. Es un artificio, desde luego, porque describirlo es imposible. Las palabras son muy pobres. Los ¨¦xtasis, ?c¨®mo se describen? Dios se describe como verbo. La esencia. La palabra puede ser tambi¨¦n un arma de destrucci¨®n masiva, lo mismo que de construcci¨®n. El poder de la palabra reside en compartir una emoci¨®n. Dios cre¨® el mundo, que no es perfecto. ?Qu¨¦ le hac¨ªa digno de merecer la pena? Para manifestar su amor y recibirlo. Su amor es una experiencia, el amor total, un amor mayor. S¨¦ que existe.
Y los que creen en el amor a secas, pero no en Dios. Basta, eso basta. Es suficiente.
Pero quien cree en Dios, cree m¨¢s en un ente con sus reglas y que a veces pega. S¨ª, pega, te castiga.
Eso es miedo. No vale, desmerece. Sin duda, por eso basta con creer en el amor, porque con eso abarcas todo y quedas redimido, lleno, colmado. Yo creo, y no en un ser lejano, sino en alguien que est¨¢ en todos, dentro de nosotros.
Como dice tambi¨¦n el copto, sin recibir nada a cambio. ?Se identifica mucho usted con ¨¦l? Much¨ªsimo, es mi alter ego.
?En sabidur¨ªa? De eso no estoy tan seguro, no voy tan lejos ah¨ª y tampoco el copto, no tengo certeza de lo que digo ni de lo que voy a decir. Escrib¨ª este libro y me sorprend¨ª a m¨ª mismo.
Es una obra escrita despu¨¦s de haberse encontrado cara a cara con la muerte por ese problema que tuvo de coraz¨®n. Despu¨¦s de una segunda oportunidad o, bueno, en su caso, de una en¨¦sima oportunidad, porque ha sido usted bastante ¡®destroyer¡¯. Tampoco fue para tanto. Me dijeron que si no me operaba, morir¨ªa al cabo de un mes. Ten¨ªa dos arterias bloqueadas. Era un caso concreto. Siempre dije que no le ten¨ªa miedo a la muerte porque me hab¨ªa enfrentado a ella varias veces en mi vida, nunca la tem¨ª. La m¨¢s reciente ha sido esta. La tengo muy fresca. Ahora hace un a?o. Cuando me fui a operar, me dije: primero, si muero ma?ana, mira, tengo a mi lado la persona que m¨¢s am¨¦ y amo en mi vida, pas¨¦ con ella 33 a?os, tenemos una relaci¨®n de di¨¢logo total. Segundo, hice todas las locuras que quise, de la A a la Z¡
"Me atra¨ªa el abismo. Pero llega un momento en que te arrojas o lo bordeas", dice el escritor
Cierto, todas. Viv¨ª lo que ten¨ªa que vivir. Tercero, cumpl¨ª mi sue?o de ser escritor y adem¨¢s tuve ¨¦xito. No pasa nada; si me muero ma?ana, no pasa nada. Creo en la otra vida adem¨¢s¡ Lo ¨²nico que me daba rabia, teniendo The New York Times al lado, fue pensar que era una pena que no iba a enterarme de c¨®mo acabar¨ªa el tema de Siria. Tampoco lo s¨¦ hoy, pero recuerdo eso. Me gustar¨ªa morir con ese mismo estado de ¨¢nimo que ten¨ªa hace un a?o. Puede cambiar y que termines amargado, nunca sabes.
?Y al comprobar que hab¨ªa resucitado sigui¨® en paz? Esas operaciones son un desaf¨ªo de la ciencia a lo divino. En mi caso no llegaron al l¨ªmite m¨¢s dram¨¢tico, pero s¨ª, son un desaf¨ªo a lo divino. Fuerte, fuerte. Regres¨¦ con la misma paz, m¨¢s res¡ M¨¢s consciente.
?Iba a decir responsable? S¨ª, iba a decirlo, pero no es verdad. En el sentido de aburrirse, por ejemplo. Tenemos una cuota de aburrimiento; la m¨ªa es nula, nunca me aburro, y si ocurre, es una tempestad.
No veo que tenga tiempo. Con atender a sus m¨¢s de seis millones de seguidores en Twitter, los cerca de 10 en Facebook, sus libros, viajes¡ Nunca me aburro, quiz¨¢ est¨¦ viciado con las redes sociales¡
Hablando de vicios. Usted ahora es quien es despu¨¦s de haber pasado por experiencias l¨ªmite: manicomio, intentos de suicidio, coqueteos sat¨¢nicos, rebeld¨ªa, drogas¡ Se lleg¨® a asustar al mirar atr¨¢s. Pero ?qu¨¦ extrajo de todo aquello? No acumulas ni construyes ni destruyes con eso, es como un entrenamiento a golpes o de manejo de la espada. Llega un momento en que la dominas y entras en combate, pero al sacarla no lo piensas. Uno es uno y sus circunstancias, dec¨ªa Ortega, pero tampoco puedo asegurarte claramente de qu¨¦ aprend¨ª m¨¢s. S¨¦ que soy producto de aquello, me enfrent¨¦ al abismo.
?Y le atra¨ªa? Me atrajo. Siempre. Me gustaba. Pero llega un momento en que eliges arrojarte o caminar por el borde.
Usted, por lo que parece, eligi¨® ambas cosas, pero tuvo suerte de no caer tambi¨¦n. Ya, pero yo atribuyo eso a la protecci¨®n.
Al final volvi¨® a la senda de lo que aprendi¨® de ni?o en los jesuitas. No tanto, aunque acept¨¦ que mi educaci¨®n fue muy buena. Yo me revelaba contra el rigor y contra el castigo. Pero los jesuitas me dejaron algo muy importante: la disciplina. Yo podr¨ªa haberme convertido en un loco. De hecho, soy un loco, pero muy disciplinado.
?Qu¨¦ bien haber alcanzado esa s¨ªntesis! ?Te das cuenta?
Pero un loco que conecta con cerca de 180 millones de lectores en todo el mundo¡ no est¨¢ solo. Ciento ochenta millones de libros vendidos, lectores son m¨¢s.
Hombre, teniendo en cuenta que a usted no le importa que le pirateen¡ S¨ª, claro, claro, as¨ª podr¨ªamos llegar a muchos m¨¢s; por tanto, efectivamente, no me siento solo o es que estamos todos locos y ha llegado el momento de promover cambios profundos.
?La catarsis? La catarsis tambi¨¦n, pero primero el cambio. Las preguntas deben seguir.
Las preguntas son la gasolina de los escritores, no las respuestas. Hemos llegado a una sociedad completamente enferma que no voy a juzgar, pero que no comprendo.
?Qu¨¦ no comprende? Por qu¨¦ se perdi¨® el sentido b¨¢sico de la vida, algo tan sencillo.
?Usted lo encontr¨®? Creo que s¨ª y ahora trato de mantenerlo.
Eso es mucho. ?De qu¨¦ se trata? Lo que te dec¨ªa. Pero tambi¨¦n en las cosas que me dan placer, aparte de Internet¡
?C¨®mo dice? ?Aparte de Internet? S¨ª, aparte de Internet, caminar, estar con mi mujer, comer (bueno, eso no tanto), estar con mis amigos¡ Es tan sencillo. En el caso de Internet debo repetir que me da tanto placer que ya dudo que no sea vicio, tormento. Cuando viajo y me dedico a refrescar mis cosas en Internet, me lleva 20 minutos; eso mismo, cuando estoy en casa, me lleva cinco horas¡ No es posible, ?sabes? Creo que es una relaci¨®n enferma, pero un vicio que no me molesta para nada, ni me impide salir o comer fuera, nunca como delante del ordenador. Pero, bueno, all¨ª est¨¢ el manantial, la fuente de saber humano, como dir¨ªa Borges.
Es que Borges es Google. ?Sin duda! Nunca lo hab¨ªa pensado, pero es cierto, una biblioteca universal.
La utop¨ªa borgiana. Lo que hubiera disfrutado ¨¦l con eso. Claro, y nunca hubiera dicho: no me interesa, como esa ¨¦lite que est¨¢ completamente muerta.
?Lo dice porque est¨¢ convencido de ello o porque se ha sentido alguna vez despreciado por las ¨¦lites? No, para nada, nunca.
Ni por haber vendido tanto¡ Bueno, siempre hay uno u otro que critica, pero en general nunca me sent¨ª despreciado, me respetan. Lo que digo, cuenta. Si hablo de James Joyce, se horrorizan, pero despreciarme no. A lo que ¨ªbamos: el intelectual muri¨®, ha nacido el internetual. Han muerto las jerarqu¨ªas del pensamiento.
Puede que su ¨¦xito radique en haber entendido eso. Intuitivamente, por placer. Los intelectuales est¨¢n desesperados con eso y se nota en sus ganas de confrontarse a Internet. Solo existe para ellos, la comunidad de los internautas no da un duro por eso¡ Yo ni entro.
Pero usted, entonces, ?no es un intelectual? Un internetual, repito. Esa palabra quiz¨¢ no est¨¢ muerta, pero no se adaptaron a la realidad. La filosof¨ªa y la ciencia no est¨¢n muertas. No hay l¨ªmites para el conocimiento.
?Y esa idea del conocimiento sin l¨ªmites no va en contra de la propia concepci¨®n divina? Noooo. ?T¨² crees?
Ni creo ni dejo de creer. Pregunto¡ Tam??poco yo puedo contestar a todo, pero creo que eso es equiparar a Dios con un concepto. T¨² quieres sujeto, verbo y predicado. Vamos a quedarnos con el verbo, hagamos una met¨¢fora.
Mejor una par¨¢bola. Vale. Un hombre llega al hotel y me pregunta: expl¨ªqueme el amor. Hay cientos de libros que hablan de eso, pero si no lo experimenta, puede leer todo lo que quiera, que no se va a enterar. Expl¨ªcame el orgasmo; lo mismo. De lo esencial, uno no se entera hasta que no lo experimenta, el amor, el hambre, la sed¡
"De lo esencial, uno no se entera hasta que lo experimenta, el amor, el hambre, la sed"
Esa obsesi¨®n suya por la palabra, por la comunicaci¨®n, ?sirve para explicar de alguna manera su ¨¦xito interplanetario? Nada lo explica.
Debe de tener usted alguna teor¨ªa al respecto. Deme una pista. Nunca lo intent¨¦ averiguar. No creo que exista una explicaci¨®n, y si la hay, no me interesa. En el momento que ves, la magia se pierde. Como el mito de Eros y Psique. Eros se casa con Psique, pero impone una ¨²nica regla: no me puedes mirar. En el momento que lo haga, se va y no vuelve. Hay cosas que no deben tener rostro. Mira, qued¨¦ bien con esta teor¨ªa de Eros y Psique¡
Lo ha bordado. Es que no me va a ayudar nada comprender el secreto del fen¨®meno.
?Y si fracasa en algo, tampoco va a querer saber por qu¨¦? El fracaso es una cosa; la derrota, otra, como comento en el libro. Si me derrotan, como ya me ha ocurrido antes, pasado un tiempo, volver¨¦ al ruedo. Pero fracasado nunca lo ser¨¦. El fracasado nunca lo intent¨®; el derrotado, s¨ª. Esa es la diferencia.
Y a su pa¨ªs, Brasil, ?de d¨®nde le sale ahora esa energ¨ªa para el triunfo colectivo? Viv¨ª varias etapas en Brasil. Creo que saldremos adelante sin volver hacia atr¨¢s. Brasil no es una abstracci¨®n, es su gente, su pasi¨®n. Con unas reglas ¨¦ticas b¨¢sicas nos salvaremos. Si vamos a caer en el consumismo y el capitalismo salvaje, entonces p¨¦simo. Soy muy optimista ahora, como cuando era ni?o. Tengo mucha esperanza.
Eso debe de resultar maravilloso a cierta edad. S¨ª, pero la esperanza, a cierta edad, aunque me llames viejo¡
No se?or, no. La esperanza, digo, es fundamental, aunque la gente lo desprecie, lo infravalore, lo subestime. Muchas veces se antepone lo pr¨¢ctico a la esperanza, pero ?c¨®mo voy a solucionar los obst¨¢culos que debo vencer a diario si no muestro esperanza en lograrlo? Por eso, cuando esta se pierde, no abandonas solo la fe en un futuro mejor, sino en la esencia de la vida. Si abrimos la caja de Pandora y sacamos de ella todos los males, pero queda dentro la esperanza, carezco de una herramienta principal para observar la realidad.
?Cu¨¢ntas veces hizo el Camino de Santiago? Una vez, y nunca lo repetir¨¦. Hay cosas en la vida tan especiales que solo se deben hacer una vez. Aquello fue una experiencia de cambio radical en mi vida. Pas¨¦ de ser una persona que ten¨ªa un sue?o a realizarlo. No hace falta hacerlo m¨¢s.
Aquello le reconvirti¨® al catolicismo. No tanto. Yo soy cat¨®lico, pero no me siento un escritor cat¨®lico, hay una gran diferencia. Aquello ya estaba en m¨ª, pero el Camino me hizo simplificar esa conexi¨®n. Me ayud¨® a mejorar mi vida y llevar adelante ese empe?o de ser escritor.
Pero un escritor no tiene que hacer el Camino de Santiago para serlo. Con ponerse a escribir bastar¨ªa. Te voy a explicar¡
Es que me parece un poco raro. ?Un delirio?
Hombre, parece un reclamo para una agencia de viajes o un anuncio del Xacobeo: haga el Camino de Santiago y convi¨¦rtase en escritor. Je, je. Uno tiene un sue?o, que es lo m¨¢s importante en la vida.
Incluso estando en el fango, como usted. S¨ª, incluso. En mi biograf¨ªa est¨¢ claro, desde los 15 a?os quise serlo. Claro, tener ¨¦xito como tal tambi¨¦n, pero sobre todo ser un escritor. De ah¨ª mis problemas con mi familia y patat¨ªn patat¨¢n¡ Cre¨¦ una revista alternativa, despu¨¦s empec¨¦ a hacer letras de canciones, siempre pensando que llegar¨ªa el d¨ªa en que escribir¨ªa mis libros. ?Qu¨¦ ten¨ªa? ?35 a?os? ?36? Deb¨ªa dar un paso, no pod¨ªa compaginarlo con las letras de canciones ni con guiones para televisi¨®n. No era eso, consist¨ªa en dedicarme en cuerpo y alma. No ten¨ªa valor, lo postergaba, lo postergaba, no me sentaba a escribir mi primer libro. Entonces, despu¨¦s de hacer el Camino, me traslad¨¦ a vivir a Madrid y un d¨ªa, quiz¨¢ en noviembre, fuimos caminando mi mujer y yo desde Alonso Mart¨ªnez hasta el Vips de Princesa y Cristina me dice: ¡°Entonces, ?qu¨¦ vas a hacer? ?No vas a escribir? Tienes que centrarte u olvidarte, no puedes vivir con este conflicto¡±. El dinero no era problema. Hab¨ªa ganado bastante con la m¨²sica y pod¨ªa vivir sin agobios un tiempo. El otro d¨ªa hice el mismo camino. Sal¨ª de aqu¨ª y me fui hasta all¨ª a pie. Llegu¨¦ all¨¢ y ten¨ªa tres de mis libros. ?Qu¨¦ especial! Han sido 25 a?os y fue algo tan simb¨®lico. Eso es lo que consigui¨® el Camino, que me decidiera a hacerlo sin importar que lo fuera a conseguir o no. Ser derrotado, s¨ª; pero no un fracasado.
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