EEUU invierte m¨¢s en deportar inmigrantes que en luchar contra las drogas
A lo largo del ¨²ltimo a?o fiscal, el Gobierno de los Estados Unidos destin¨® al filtrado, seguimiento y deportaci¨®n de inmigrantes la cantidad de 18.000 millones de d¨®lares (unos 13.600 millones de euros). Este gasto supera en un 24% el total de los recursos destinados por la administraci¨®n federal al conjunto de las agencias no militares dedicadas a cuestiones de seguridad nacional, incluyendo el FBI, la DEA (drogas), el Servicio Secreto, el US Marshals Service y la Oficina para el Control del Alcohol, el Tabaco, las Armas de Fuego y los Explosivos. Desde que en 1986 se introdujese la doctrina actual de "control de la inmigraci¨®n", EEUU ha destinado a esta partida un total de 219.000 millones de d¨®lares.
Estos datos son parte de un revelador informehecho p¨²blico esta semana por el think tank estadounidense Migration Policy Institute, uno de los centros de an¨¢lisis de referencia en este campo. Entre un listado de 52 averiguaciones sobre la pol¨ªtica migratoria de este pa¨ªs, algunas destacan particularmente:
- Durante los a?os de la Administraci¨®n Obama el n¨²mero de deportaciones de inmigrantes irregulares no ha hecho m¨¢s que crecer (392.000 en 2011 frente a los 188.000 de 2000). Menos de la mitad de las expulsiones tienen lugar despu¨¦s de un procedimiento que permita al inmigrante ser escuchado y concluya en una decisi¨®n judicial con garant¨ªas legales.
- A medida que los controles en frontera se hacen m¨¢s duros y sofisticados, los inmigrantes utilizan mecanismos alternativos para permanecer de manera irregular en el pa¨ªs, como ignorar los per¨ªodos de expiraci¨®n de las visas de turismo, estudio o trabajo. Se estima que entre un 40% y un 50% de los inmigrantes irregulares han utilizado esta v¨ªa, una cifra que podr¨ªa crecer con rapidez.
En conjunto, el informe del MPI ofrece un panorama en el que, a pesar sus m¨¢s que cuestionables resultados, el "control de la inmigraci¨®n" se ha necrosado como la pol¨ªtica migratoria de facto. Lo que es m¨¢s preocupante, el populismo que infecta el tratamiento de la inmigraci¨®n en el Congreso y en los medios de comunicaci¨®n estadounidenses ha convertido este asunto en un verdadero cuello de botella: cualquier reforma amplia del sistema (para atraer talento o para adecuar los cupos migratorios a las necesidades del mercado de trabajo, por ejemplo) est¨¢ sujeta al ¨¦xito de una pol¨ªtica de control que nunca llega. En el mejor de los casos, los representantes pol¨ªticos discuten la posibilidad de una amnist¨ªa que permita empezar de cero sin alterar de manera fundamental la orientaci¨®n de la pol¨ªtica de inmigraci¨®n.
Los pr¨®ximos meses podr¨ªan ver una reforma del modelo, tal como prometi¨® el Presidente Obama durante la campa?a electoral. En un debate p¨²blico racional, en el que las consideraciones sobre los intereses de los EEUU fuesen contrastadas con las aspiraciones y los derechos de los trabajadores extranjeros, las conclusiones de este informe deber¨ªan jugar un papel principal. Lamentablemente, la racionalidad rara vez encuentra espacio en los debates sobre inmigraci¨®n, sea en EEUU o en cualquier otra regi¨®n de destino. Porque la pregunta es: si EEUU gast¨® el a?o pasado 18.000 millones de d¨®lares, ?cu¨¢nto gast¨® la Uni¨®n Europea?
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