Pobres pero conectados
Pese a la crisis, Espa?a lidera en 'smartphones'
Dicen las estad¨ªsticas macroecon¨®micas que la demanda interna espa?ola est¨¢ hundida en la miseria. Por bajar, hasta ha bajado el consumo de alimentos, lo que da idea de la crudeza de esta recesi¨®n en la que estamos inmersos. De ah¨ª que resulte parad¨®jico que los espa?oles seamos, sin embargo, los europeos que m¨¢s gastamos en los car¨ªsimos tel¨¦fonos inteligentes. El porcentaje de espa?oles que utiliza este tipo de aparatos es superior al que se registra en Reino Unido, en Francia, en Italia... Teniendo en cuenta que estos prodigios tecnol¨®gicos tienen unos precios elevados y que, adem¨¢s, exigen tarifas de intercambio de datos que tampoco son baratas, nadie dir¨ªa que este es un pa¨ªs con seis millones de parados. La cifra, por cierto, es similar a la de personas que, seg¨²n el an¨¢lisis que acaba de hacer p¨²blico Telef¨®nica, est¨¢n permanentemente conectadas.
Esta realidad esconde a¨²n una paradoja m¨¢s: durante a?os, pol¨ªticos y economistas clamaron por la extensi¨®n de las comunicaciones para dinamizar la econom¨ªa. Extendidas las redes en todos los sentidos, culminada aquella agenda digital que tanto defendi¨® Bruselas, y con raz¨®n, la econom¨ªa, traicionera, parece dispuesta a desautorizar a los sabios.
Espa?a ha sido desde hace tiempo un pa¨ªs apegado al m¨®vil. No se le conoce innovaci¨®n alguna al respecto, pero ya hace cinco a?os hab¨ªa en este pa¨ªs m¨¢s m¨®viles activos que personas. Ahora, millones de ciudadanos se han pasado al smartphone en plena crisis, lo que sin duda es muy ¨²til: les permite estar permanentemente conectados a trav¨¦s de las redes sociales o de los servicios de mensajer¨ªa, que acercan como nunca a parientes y amigos en una sociedad ya de por s¨ª comunicativa que, adem¨¢s del contacto digital, sigue buscando el contacto directo.
Puede que esta digitalizaci¨®n termine teniendo efectos positivos tambi¨¦n en la econom¨ªa. Seguro que s¨ª. De momento, tanto m¨®vil conectado es, adem¨¢s, resultado de una infraestructura fija deficiente y cara. Y el valor ni siquiera se queda en Europa como antes, en manos de los fabricantes de Alemania o Finlandia. Viaja hasta California y Corea del Sur.
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