Una interpretaci¨®n sesgada

Coincidiendo con el debate p¨²blico que suscita la sobretasa impuesta en dos comunidades aut¨®nomas, Catalu?a (ahora retirada por el Constitucional) y Madrid, a las recetas m¨¦dicas y que se viene a a?adir al recargo en medicinas para jubilados, parece darse por aceptado un concepto realmente peligroso. Socialmente es muy importante atajar la deriva que est¨¢ consiguiendo que se admita, como natural, que los temas sanitarios sean otro elemento m¨¢s de consumo y, por tanto, objeto de recaudaci¨®n. Los medicamentos no responden a un consumo voluntario, como el presidente de la Comunidad de Madrid se empe?a en manipular, con la falacia extensiva de que ¡°los ciudadanos acumulan medicamentos¡±. Cuando un facultativo prescribe, bajo su responsabilidad m¨¦dica, un f¨¢rmaco no est¨¢ haciendo un acto consumista ni el paciente act¨²a como si acudiese a un bar. Ya se han encargado las autoridades sanitarias de atornillar con diversas medidas y presiones las prescripciones de los m¨¦dicos. La ideolog¨ªa liberal radical est¨¢ haciendo un da?o irreparable a la medicina social y ha logrado confundir a la ciudadan¨ªa. La sola modificaci¨®n del car¨¢cter de ¡°paciente¡± para etiquetarnos como ¡°clientes¡± ya est¨¢ se?alando el fin perseguido. Etiquetar como ¡°consumo¡± lo que no deja de ser una prescripci¨®n terap¨¦utica obligada y penalizar econ¨®micamente su acceso imprescindible para la salud no solo es una alteraci¨®n de los conceptos, es una canallada que nos marcar¨¢ inevitablemente.¡ª Francisco Gonz¨¢lez de Tena.?