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El esc¨¢ndalo de la corrupci¨®n creciente, agobiante y reiterada est¨¢ a punto de provocar un salto cualitativo en la convivencia
?Aunque el hedor sea ya insoportable, hay que celebrar que toda la basura de la pol¨ªtica salga a la superficie, porque eso significa que las bombas de achique funcionan perfectamente. Se da por descontado que, dejado a su aire, el poder es una fuente inagotable de perversi¨®n, pero la democracia, entre otras cosas, es una m¨¢quina de picar la carne de la clase pol¨ªtica y servirla en bandeja a la opini¨®n p¨²blica. En este caso se pueden hacer alb¨®ndigas para todos los gustos. El primer decreto de un dictador consiste en impedir que la corrupci¨®n emerja a la superficie para atribuirse el m¨¦rito de haber regenerado el sistema. Se trata solo de una apariencia. La mierda permanece sumergida. En este pa¨ªs la asfixia social que produce la corrupci¨®n ha llegado al l¨ªmite. Los medios de informaci¨®n sacan cada d¨ªa al portal la correspondiente bolsa de basura, mejor o peor clasificada, seg¨²n su estilo, una basura que nadie recoge. Es como si en una huelga las bolsas negras malolientes acumuladas en las esquinas obligaran al ciudadano a transitar con mascarilla e incluso amenazaran con impedir la circulaci¨®n. Debemos felicitarnos porque las bombas de achique funcionen, pero aqu¨ª ning¨²n partido pol¨ªtico se hace cargo ni se siente responsable de la basura amontonada en la calle. El humor y la s¨¢tira corrosiva contra el poder sirven de escape, pero en esta sociedad atormentada por la crisis el sarcasmo ya no vale. El esc¨¢ndalo de la corrupci¨®n creciente, agobiante y reiterada est¨¢ a punto de provocar un salto cualitativo en la convivencia. Puesto que la clase pol¨ªtica no asume la obligaci¨®n de recoger la basura propia es posible que la ciudadan¨ªa decida quemarla en medio de las plazas con un ritual p¨²blico de exorcismo y purificaci¨®n del sistema. En este pa¨ªs los partidos pol¨ªticos est¨¢n jugando con fuego. Sin necesidad de invocar al profeta Isa¨ªas habr¨¢ que advertir que se acerca el momento en que una chispa, cualquier desgracia imprevisible, puede sintetizar toda la frustraci¨®n, la c¨®lera y el odio suspendidos en el aire, alimentados por la miseria, y producir una descarga explosiva, que se llevar¨¢ por delante, no solo a esa pandilla de pol¨ªticos golfos, sino el sue?o de un pa¨ªs que un d¨ªa apost¨® por la libertad y la democracia.
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