Di¨¢spora
Espa?a se ha permitido el lujo de tirar cerebros a la basura durante siglos, lo que equivale a un crimen hist¨®rico contra la inteligencia
Ning¨²n cerebro humano es mejor que otro al nacer, en cualquier rinc¨®n del mundo. El cerebro es, sin duda, la principal fuente de riqueza, la ¨²nica energ¨ªa realmente sostenible, renovable e inagotable. Espa?a se ha permitido el lujo de tirar cerebros a la basura durante siglos, lo que equivale a un crimen hist¨®rico contra la inteligencia, el mismo delito que se comete hoy cuando se recorta el presupuesto de educaci¨®n. Recuerdo a algunos compa?eros de escuela en el pueblo, cuyo talento fue desperdiciado por la pobreza y la incuria de la posguerra. Eran inteligentes, despiertos, ¨¢vidos por aprender. Pudieron haber sido ingenieros, m¨¦dicos, cient¨ªficos. A varias generaciones de ni?os como aquellos con los que yo jugaba en el recreo, la Espa?a negra solo les dej¨® las manos para trabajar. En pleno franquismo tres millones tuvieron que irse de peones a Europa. Sucedi¨® lo mismo cuando en plena fiebre del ladrillo Espa?a se vio inundada por oleadas de inmigrantes. Nuestro territorio se hallaba situado en el lugar geogr¨¢fico ideal: a solo 11 kil¨®metros de ?frica, con la ventaja del mismo idioma para los latinoamericanos y un sol de invierno radiante contra el fr¨ªo de los pa¨ªses del Este y encima en este caso tampoco se requer¨ªa ninguna preparaci¨®n, ninguna ciencia, solo las manos para subir al andamio, servir copas, recoger fruta y limpiar retretes. El desprecio de nuestro pa¨ªs por la inteligencia ha producido varias di¨¢sporas. En el siglo XV los cristianos expulsaron a los jud¨ªos; la Inquisici¨®n llev¨® a la hoguera o meti¨® en las mazmorras a quienes se atrev¨ªan a investigar. Los sucesivos espadones del siglo XIX llenaron Francia e Inglaterra de liberales espa?oles que huyeron para salvar el pellejo, entre ellos Goya y Blanco White, pero eso no fue nada si se compara con el medio mill¨®n de republicanos que fueron brutalmente condenados al exilio al final de la Guerra Civil junto con nuestros mejores intelectuales, escritores y cient¨ªficos. Ahora llega la ¨²ltima di¨¢spora. La desidia y el desprecio por la inteligencia est¨¢n produciendo una fuga de cerebros. J¨®venes cient¨ªficos, bi¨®logos, ingenieros, tenazmente preparados aqu¨ª, cuya energ¨ªa intelectual es la ¨²nica fuerza genuina para salir de la crisis, se van fuera a dar sus frutos. La maldici¨®n de siempre.
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