Rosebell Kagumire, la voz de Uganda
La conocimos cuando se convirti¨® en una de las voces ugandesas que cuestionaron la campa?a Kony2012 y expusieron a trav¨¦s de las redes sociales, con contundencia y claridad, sus reparos a la cobertura informativa de las realidades africanas que se hace con frecuencia en los medios occidentales. Poco despu¨¦s volv¨ªa a la carga para espolear nuestras conciencias con la campa?a ¡°Uganda is not Spain¡±, en respuesta a unas declaraciones de Mariano Rajoy sobre el pa¨ªs africano. Como sucede con Alice Nkom, Rosebell Kagumire (Bushenyi, Uganda,1983) es una de esas mujeres que se merecen la d¨¦cima plaza de las protagonistas del 2012 seg¨²n Chema Caballero.
Periodista y bloguera, se autodefine como una periodista multimedia ugandesa que trabaja en temas de paz y conflictos en el este de ?frica. Rosebell Kagumire tiene experiencia en documentar y comunicar experiencias de mujeres durante la guerra en su pa¨ªs, Sud¨¢n del Sur y la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y se ha reconocido su trabajo como bloguera con el Waxal - Blogging Africa Awards que concede el Instituto Panos en ?frica occidental. Se ha formado con la ONU en la University for Peace en Costa Rica y tambi¨¦n en la Fletcher School of Law and Diplomacy en la Universidad de Tufts.
Kagumire se muestra combativa frente a la informaci¨®n tejida con clich¨¦s y condenada a perpetuar una visi¨®n inexacta de ?frica, pero no se define en relaci¨®n a estereotipos y visiones occidentales del mundo. ¡°No creo que nuestra preocupaci¨®n sea esa [cambiar percepciones de ?frica en los medios occidentales] si no usar las redes sociales y los medios en internet para mostrar nuestra propia realidad sin que nadie haya mentido sobre ella previamente¡±, afirma. ¡°El proyecto Global voices est¨¢ reduciendo ya la brecha de conocimiento en los medios, al llevar temas que se discuten a nivel local hasta la prensa internacional. El acceso a la tecnolog¨ªa es todav¨ªa un problema, pero cuantas m¨¢s voces africanas consigamos sumar, ya sea online o en medios tradicionales, m¨¢s debates sobre nosotros nos tendr¨¢n como participantes en su mismo centro¡±.
La bloguera ugandesa tampoco quiere dar lecciones cuando declara que ¡°no hay una manera espec¨ªfica de informar sobre un pa¨ªs como la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, que tiene millones de habitantes y millones de historias¡±. ¡°Siempre es importante trabajar con periodistas locales que conocen mejor el contexto y lo que pasa¡±, precisa. ¡°Creo que nuestro error m¨¢s com¨²n es ir y regurgitar los mismos viejos estereotipos al tiempo que ignoramos otras historias. Por ejemplo, lo normal es cubrir el tema del Congo con parcialidad al mencionar a los pa¨ªses africanos y su papel en esta crisis o cuando no entramos en c¨®mo la ONU u otros organismos internacionales no pueden solucionar problemas regionales¡±.
Kagumire es consciente de que los medios tienen sus agendas y de que estas suelen medrar a la sombra de las de sus gobiernos. En el caso de la visi¨®n de Uganda en los medios de comunicaci¨®n occidentales, lamenta la falta de inter¨¦s en la deriva autoritaria del gobierno de Museveni y en la contestaci¨®n social a su r¨¦gimen, que coexiste con un foco medi¨¢tico permanente dirigido a temas como la homofobia. ¡°Creo que es una terrible obsesi¨®n el pensar que un derecho es m¨¢s importante que otros¡±, puntualiza. ¡°Hace dos a?os hubo protestas contra el gobierno actual¡±, prosigue. ¡°Las fuerzas de seguridad mataron a diez personas a plena luz del d¨ªa, se ha producido una continua erosi¨®n de los derechos pol¨ªticos y amenazas a pol¨ªticos, pero no veo demasiada condena a esto por parte de otros pa¨ªses [que se centran en la homofobia]. No es que lo espere, pero lo comento para mostrar el doble rasero que pa¨ªses y medios usan para ?frica¡±.
Tambi¨¦n se refiere a la reciente congelaci¨®n de la ayuda brit¨¢nica a su pa¨ªs de manera expl¨ªcita. ¡°El robo de la ayuda humanitaria en Uganda no se detendr¨¢ hasta que no exista un gobierno que rinda cuentas y que sea mejor y s¨®lo los ugandeses pueden conseguir eso. Congelar la ayuda y volver a concederla es lo que los donantes hacen de vez en cuando y consigue titulares. Pero los contribuyentes ugandeses est¨¢n pagando esa ayuda robada. Todo lo que vemos en los medios es c¨®mo Uganda ha devuelto ese dinero. Nadie informa de c¨®mo la ayuda humanitaria est¨¢ complicando el derecho de los africanos a conseguir que sus gobiernos les rindan cuentas. Es una historia con una sola cara y sin preguntas¡±.
Su l¨²cida mirada disecciona tambi¨¦n los art¨ªculos que anuncian el crecimiento africano y la consolidaci¨®n de una clase media con poder adquisitivo. Y su mirada no es ben¨¦vola.
¡°Creo que es importante, cuando se informa del crecimiento de nuestras econom¨ªas, preguntar a qu¨¦ precio. ?Qui¨¦n se est¨¢ beneficiando exactamente de este crecimiento? No soy economista, pero conocemos la amenaza del acaparamiento de tierras y la expulsi¨®n de sus habitantes en diferentes pa¨ªses africanos mientras sus gobiernos van demasiado r¨¢pido a por este crecimiento. La historia del crecimiento econ¨®mico en ?frica es tan compleja como en cualquier otro sitio. Hay ganadores y perdedores y la historia deber¨ªa contarse completa. La tasa de desempleo, especialmente entre los j¨®venes, se ha elevado conforme m¨¢s recib¨ªan educaci¨®n y dejaban de trabajar en sectores como la agricultura. As¨ª que la historia del crecimiento no deber¨ªa ser un cuento amable para contrarrestar el estereotipo largamente cultivado de hambre, guerra y enfermedad en ?frica. Es contar una
historia tal y como es, con sus desaf¨ªos y oportunidades¡±.
Igual de combativa es con el tema de las mujeres. ¡°Las africanas no son todas iguales, como las europeas no son todas iguales. Diferentes pa¨ªses tienen similitudes y entre otros hay grandes diferencias. Hay mujeres que votan en Uganda, l¨ªderes y representantes en todos los sectores de lo p¨²blico. Tenemos muchas libertades que muchos pa¨ªses fuera del continente africano pueden no disfrutar. Pero lo preocupante es que, con frecuencia, las africanas son tratadas en los medios como modelos o como madres que cargan a ni?os desnutridos mientras huyen de una guerra. No vemos tanto a mujeres que lideran importantes sectores del gobierno ni a las que han triunfado en el negocio privado o en sus carreras. Ellas tienen derecho a la educaci¨®n y, aunque en el momento de la independencia pocas mujeres ten¨ªan formaci¨®n universitaria, ahora la matriculaci¨®n femenina en estudios superiores es alta. Las pol¨ªticas ugandesas han estado en primera l¨ªnea de las manifestaciones contra algunas pol¨ªticas que no funcionan. Todav¨ªa tenemos problemas, pero las mujeres pueden heredar y poseer propiedades. Hay ¨¢reas donde es necesario mejorar, como la educaci¨®n de las ni?as. Y la puesta en marcha de leyes que aseguren la equidad¡±.
Dice que es ¡°periodista y m¨¢s¡±. Vende informaci¨®n para ganarse la vida y ¡°no hay nada malo en ello¡±, se?ala. Pero tambi¨¦n considera que necesitamos recordar que el periodismo no solo refleja los males de la sociedad, si no que podemos usarlo para otras muchas causas. Es lo que ella intenta, ¡°con la esperanza de educar y compartir experiencias¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.