El tiempo del Pr¨ªncipe
'El Pa¨ªs Semanal ' hizo este retrato de Felipe de Borb¨®n cuando cumpli¨® 45 a?os, en el momento de mayor turbulencia de la Monarqu¨ªa
En torno a la una de la tarde del martes 30 de enero de 1968, el pr¨ªncipe Juan Carlos de Borb¨®n, de 30 a?os, ajustado traje oscuro a medida y un cigarrillo negro tras otro, marc¨® el n¨²mero del palacio de El Pardo en el tel¨¦fono color pastel de la habitaci¨®n 604 del sanatorio Nuestra Se?ora de Loreto de Madrid para anunciar a Franco que su esposa, Sof¨ªa de Grecia, acababa de dar a luz a su tercer hijo. Hab¨ªa sido un parto natural. Apenas 20 minutos. Era un var¨®n. Un heredero. Una apuesta de futuro. El dictador parec¨ªa feliz. ¡°?Es machote?¡±, pregunt¨® al Pr¨ªncipe. ¡°S¨ª, mucho, mi general, como su padre¡±. Y se echaron a re¨ªr. Dos d¨ªas m¨¢s tarde acordaron c¨®mo se iba a llamar. Juan Carlos opt¨® por Felipe, frente a la otra posibilidad barajada, Fernando. Eran dos nombres emblem¨¢ticos de la realeza espa?ola y de la estirpe de los Borbones. El dictador estuvo conforme: ¡°Fernando VII todav¨ªa est¨¢ muy cerca; los felipes son m¨¢s antiguos¡±, sentenci¨®.
El reci¨¦n nacido era grande, rubio y de ojos azules. Un par de d¨ªas m¨¢s tarde, Juan Carlos permiti¨® que los periodistas le fotografiaran (¡°sin flas¡±, exigi¨®) en una habitaci¨®n del hospital y brind¨® con ellos con cava. Estaba exultante. Esa anhelada descendencia masculina le acercaba un poco m¨¢s al trono. M¨¢s all¨¢, le daba la oportunidad de materializar alg¨²n d¨ªa esa idea de Espa?a que andaba rumiando: conseguir los poderes que detentaba el dictador para entreg¨¢rselos a la naci¨®n rumbo a la reconciliaci¨®n y la democracia. La hoja de ruta de don Juan Carlos era prescindir del poder heredado del dictador para alcanzar capacidad de influencia y, sobre todo, de representaci¨®n, arbitraje y moderaci¨®n entre los espa?oles. Convertirse en un s¨ªmbolo aceptado por todos. A¨²n tendr¨ªa que esperar al verano de 1969 para que el anciano general le nombrara sucesor, pero las cosas empezaban a rodar tras dos d¨¦cadas de una traves¨ªa del desierto que hab¨ªa comenzado cuando ten¨ªa diez a?os, lejos de sus padres, rodeado de curas y generales y sin tener una posici¨®n clara en el r¨¦gimen: dentro, pero fuera del sistema; ninguneado, controlado y espiado. Mudo. Como confes¨® al escritor Jos¨¦ Luis de Vilallonga, ¡°la soledad comienza con el silencio que es necesario saber guardar. He pasado a?os sabiendo que cada una de las palabras que pronunciaba iban a ser repetidas en las altas esferas, despu¨¦s de haber sido analizadas e interpretadas seg¨²n sus conveniencias por gente que no siempre deseaba mi bien. Aprend¨ª a mirar, a escuchar y a callarme¡±.
¡°?Es machote?¡±, pregunt¨® Franco a Juan Carlos cuando naci¨® Felipe
Con los a?os, aquel reci¨¦n nacido, Felipe de Borb¨®n, har¨ªa suyo ese consejo: hablar lo justo y nunca mal de nadie en p¨²blico. Observar. Dominar el arte de la contenci¨®n. No confiarse. Huir del protagonismo. Tener una conducta intachable. Esperar sin impaciencia. Sonre¨ªr. Obedecer. Aguantar. De ese estricto puzle surge una imagen del heredero en ocasiones distante y herm¨¦tica. El Pr¨ªncipe no concede entrevistas (estuvo a punto de hacer una en televisi¨®n, pero al final la Casa del Rey se ech¨® atr¨¢s) y sus declaraciones off the record son contadas. Solo escarbando en sus discursos, donde siempre hila tan fino como si tejiera las barbas de un ant¨ªlope de Cachemira, se vislumbra alg¨²n indicio de lo que piensa. En 2006 me confirm¨® que los que pronuncia en torno a sus fundaciones (Pr¨ªncipe de Asturias y Pr¨ªncipe de Girona) ¡°son los m¨¢s m¨ªos; en ellos siempre meto alg¨²n mensaje personal a los espa?oles, sobre todo a los j¨®venes¡±.
Frente a esos discursos conviene armarse de paciencia y profundizar en sus l¨ªneas. Agazapadas entre buenas intenciones y lugares comunes, se pueden encontrar joyas como este esbozo de la Monarqu¨ªa del futuro que realiz¨® el 14 de diciembre de 2011, en Barcelona (dos d¨ªas m¨¢s tarde de que la Casa del Rey calificara de ¡°poco ejemplar¡±, el comportamiento de I?aki Urdangarin y le apartara de la agenda de la Jefatura del Estado), durante la presentaci¨®n en Madrid de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Girona, centrada en el trabajo con los j¨®venes (que el heredero defini¨® ese mismo d¨ªa como ¡°honesta y transparente¡±, coloc¨¢ndose, evidentemente, en las ant¨ªpodas morales de las que presid¨ªa sin ¨¢nimo de lucro Urdangarin, el Instituto N¨®os o la Fundaci¨®n Deporte, Cultura e Integraci¨®n Social): ¡°Hacer realidad mi deseo firme y permanente de adaptar y de adecuar la instituci¨®n a los tiempos que vivimos en cada momento, impulsando un proyecto que une nuestra historia con el futuro, que engarza nuestra tradici¨®n a un esp¨ªritu de vanguardia y progreso¡±. O este apunte al natural de su oficio: ¡°Servir con dedicaci¨®n al Estado, al conjunto de los espa?oles; trabajar por los intereses generales y promover acciones o iniciativas que sirvan al inter¨¦s com¨²n, constituyen para m¨ª un compromiso personal inalterable y sin matices. Una tarea, en definitiva, a la que dedico mi vida y que forma parte de mis deberes y convicciones, especialmente tras mi juramento de la Constituci¨®n. Y ahora tambi¨¦n junto a la Princesa¡±.
El bautismo de Felipe de Borb¨®n, ocho d¨ªas m¨¢s tarde de su nacimiento, fue una ceremonia de Estado en la que se mezcl¨® como nunca antes el franquismo, la nobleza y la familia real, una parte de la cual (como su abuelo don Juan y su bisabuela la reina Victoria Eugenia) jam¨¢s hab¨ªa regresado a Espa?a desde su marcha al exilio en 1931. Una elegante puesta en escena con reyes sin tierra, obispos, toisones, espadones, pieles y chaqu¨¦s, en el escenario del entonces aislado palacete de la Zarzuela, hogar de los Pr¨ªncipes desde su boda en 1962 por decisi¨®n del dictador. Era la primera vez que Franco lo pisaba, aunque se encontraba a solo diez minutos de su residencia de El Pardo. Al general le gustaba marcar distancias. Nunca volver¨ªa. Era tambi¨¦n la ¨²ltima ocasi¨®n en que el dictador iba a cruzarse con don Juan, padre de Juan Carlos, abuelo del ne¨®fito, rival pol¨ªtico y aut¨¦ntica bestia negra del dictador a causa de sus posiciones democr¨¢ticas, que le convert¨ªan ante los ojos del franquismo en un liberal peligroso. Aquella tarde de enero, entre el incienso del oficio religioso, se mascaba la alta pol¨ªtica en La Zarzuela. Se jugaba el futuro.
Aquel beb¨¦ adormilado ante el que los cortesanos se inclinaban con respeto decimon¨®nico, protagonizaba, sin saberlo, el primer acto de una andadura que a partir de entonces iba a ser dise?ada hasta en sus menores detalles por otros (su educaci¨®n, carrera militar y civil, amistades, funciones, equipo, discursos, actividades y, en alg¨²n momento, incluso sus parejas), siempre mayores que ¨¦l, siempre militares o altos funcionarios del Estado, bajo la direcci¨®n de su padre, el jefe del Estado, ¡°el patr¨®n¡±, como a Felipe le gusta llamarle. Un camino tortuoso que alcanzar¨¢ su momento cumbre el d¨ªa que le suceda como rey constitucional de un pa¨ªs que tiene muy poco que ver con el que se encontr¨® Juan Carlos en 1975, donde millones de ciudadanos no han vivido el franquismo, la recuperaci¨®n de las libertades, ni el golpe de Estado del 23-F, y piensan que no le deben nada al Soberano, y menos a¨²n a su hijo, del que ignoran casi todo.
Felipe de Borb¨®n, con DNI 015, ser¨¢ un Rey muy diferente a su padre
Felipe de Borb¨®n y Grecia, con DNI 015, ser¨¢ un monarca diferente; vivir¨¢ una situaci¨®n hist¨®rica distinta; tiene otro estilo y car¨¢cter; es de otra generaci¨®n; celebr¨® su mayor¨ªa de edad jurando la Constituci¨®n; se cas¨® con una periodista plebeya y divorciada; tiene bien interiorizadas las reglas del juego y no las sobrepasa un mil¨ªmetro. ¡°Cuando tengo una duda, me agarro al cuello de la Constituci¨®n y no me suelto¡±, me explic¨® durante un viaje a Estados Unidos en 1999. No le gusta la improvisaci¨®n ni salirse de su carril; es concienzudo y cabezota; pregunt¨®n; se f¨ªa m¨¢s del cerebro que del olfato; apuesta por los valores ¨¦ticos; cree en la solidaridad (un viejo colaborador le describe como ¡°algo as¨ª como un socialdem¨®crata avanzado¡±); da mil vueltas a las cosas; es un adicto a tomar notas, ¡°apunto ideas que me pueden servir m¨¢s tarde, as¨ª mantienes la cabeza en marcha y refrescas los conocimientos cuando las revisas; lo dif¨ªcil es clasificarlas¡±; le gusta discutir y madurar con calma cualquier decisi¨®n que le ata?a con su escueto equipo; no abre la boca en vano; no es dado a las sorpresas; tiene la obsesi¨®n de hacerlo bien, de ser ¨²til; de unir, integrar y trabajar por Espa?a; de prestigiar a su pa¨ªs; de ser aceptado por todos m¨¢s all¨¢ de las coyunturas pol¨ªticas. Cree en la instituci¨®n mon¨¢rquica, en su papel en este siglo, en sus posibilidades de ser un veh¨ªculo de concordia y convivencia en la Espa?a plural, pero tambi¨¦n sabe que necesita un lifting. Que hay que ponerla al d¨ªa, hacerla m¨¢s transparente, ¨¦tica y abierta. Durante aquel mismo viaje me describi¨® su trabajo: ¡°Es un oficio que solo tiene un objetivo, servir a los espa?oles. Un oficio de familia que estamos obligados a perfeccionar a diario; somos una especie de servicio p¨²blico donde tienes que estar a cualquier hora de cualquier d¨ªa del a?o al servicio de tu pa¨ªs. Y ah¨ª caben muchas cosas. Toda mi vida ha estado dirigida a eso¡±. Nuestra conversaci¨®n conclu¨ªa con esta reflexi¨®n: ¡°Lo que m¨¢s me preocupa es que me conozcan los espa?oles; si no, nada tendr¨ªa sentido. Quiero conocer cada vez m¨¢s a mi gente, y que ellos me conozcan a m¨ª y haya entre nosotros un intercambio de informaci¨®n sobre c¨®mo son y qu¨¦ les preocupa y qu¨¦ puedo hacer por mi pa¨ªs¡±.
Felipe sabe desde ni?o que el escrutinio p¨²blico de cada uno de sus actos, gestos y palabras ser¨¢ exhaustivo hasta el final de sus d¨ªas. Y la comparaci¨®n con su padre, inevitable. Lo que le complica las cosas, porque Juan Carlos I ha sido durante d¨¦cadas la imagen del ¨¦xito. El hombre atractivo, carism¨¢tico, deportista, arriesgado y castizo que a base de instinto, astucia e inteligencia pol¨ªtica propici¨® el fin de la dictadura; aup¨® a una nueva generaci¨®n al poder; movi¨® las piezas para legalizar el Partido Comunista, comprendi¨® el sistema auton¨®mico, impuls¨® la Constituci¨®n, par¨® a los golpistas, puso a Espa?a en el mapamundi y ha convivido con la derecha, la izquierda, la derecha, la izquierda y de nuevo la derecha sin apenas errores pol¨ªticos. En el camino ha cimentado una Monarqu¨ªa (el oficio de familia) en la que nadie cre¨ªa a comienzos de los setenta, cuando la izquierda le motejaba ¡°Juan Carlos el Breve¡±. El retorno de la Monarqu¨ªa a Espa?a en 1975 ha representado un exotismo pol¨ªtico en un panorama mundial que se deshizo mayoritariamente de ese sistema entre el siglo XIX y el XX. La Monarqu¨ªa volvi¨® a Espa?a en 1975 porque la naci¨®n la consideraba ¨²til. Porque hab¨ªa un consenso en el Parlamento y en la calle. Porque el Rey remaba a favor de las libertades y el pueblo crey¨® en ¨¦l. Desde entonces, la instituci¨®n est¨¢ siempre en el alero en un pa¨ªs que carece de sentimientos mon¨¢rquicos. Y cualquier mancha en su imagen puede resucitar el republicanismo. Como dijo una vez el Rey, ¡°la corona hay que gan¨¢rsela cada d¨ªa¡±.
?Y qu¨¦ piensa el Pr¨ªncipe del Rey? No es f¨¢cil adivinarlo m¨¢s all¨¢ de su respeto al estadista, la admiraci¨®n al personaje hist¨®rico y el amor al padre que ha sido su modelo de hombre. Un maestro duro y exigente que ha gobernado La Zarzuela a golpe de silbato. Y no hay que olvidar que bajo el techo del palacio convive una curiosa trinidad: la Jefatura del Estado, la instituci¨®n mon¨¢rquica y una familia, ¡°y esta ¨²ltima es la m¨¢s complicada de gestionar¡±, seg¨²n afirma una fuente de la Casa. ¡°Y desde ese flanco han venido los problemas. De ah¨ª que el n¨²cleo duro de la familia real se haya reducido a los Reyes y los Pr¨ªncipes, y se haya dejado fuera a las infantas Elena y Cristina¡±.
¡°Este es un oficio con un solo objetivo, servir a los espa?oles¡±, dijo el Pr¨ªncipe
Quiz¨¢ la mejor pista de la opini¨®n del Pr¨ªncipe sobre el Rey se pueda obtener de algunos p¨¢rrafos del discurso que le dedic¨® durante la celebraci¨®n del 70? cumplea?os del Monarca. Vayamos al primero: ¡°Este es tu estilo, tu particular manera de vestir llana y dignamente tus 70 a?os: con generosidad, sin pretensiones, con la mano tendida y los brazos abiertos y¡ tambi¨¦n ¨Ctodo sea dicho¨C con el andar un poco ralentizado por el peso de la experiencia, pero sin perder esa chispa, siempre dispuesta para el humor, la intuici¨®n y el coraje que siempre has demostrado, hasta en los momentos m¨¢s dif¨ªciles¡±. Este el segundo: ¡°Reconozc¨¢moslo; siempre dentro de un orden, te gusta la improvisaci¨®n propia de estas latitudes, la sorpresa y cambiar el paso de vez en cuando, aunque huyas del desorden, la arbitrariedad y la imprevisi¨®n¡±. Sin olvidar este tercero: ¡°Gracias, querido patr¨®n, por tu permanente ejemplo de vida intensa entregada al servicio de la naci¨®n. Ese es el legado que vas conformando d¨ªa a d¨ªa y que se convierte sin duda alguna en carta de navegaci¨®n fiable para los que te seguimos en la vida y damos continuidad a tu vocaci¨®n, para los que te admiramos y te queremos¡±. Y este cuarto, en el que no se olvida de su madre, la Reina, que no pasa por su mejor momento ante las fracturas familiares: ¡°Perm¨ªteme a?adir que si para leer e interpretar correctamente cualquier carta n¨¢utica recurrimos a la leyenda, esa la encontramos impecable en tu leal y dedicada mujer, nuestra querida madre¡±.
El Pr¨ªncipe cumple 45 a?os este mi¨¦rcoles; su padre, 75 hace un mes. Ese momento cumbre de la vida del heredero que ser¨¢ la sucesi¨®n al trono, donde tendr¨¢n que cuajar su herencia, personalidad y sentido com¨²n, su madurez como estadista, lo que ha aprendido y su visi¨®n renovada de la instituci¨®n, est¨¢ cada vez m¨¢s cerca. No lo tiene f¨¢cil. La Monarqu¨ªa espa?ola vive el peor momento desde su restauraci¨®n en 1975. La imputaci¨®n de I?aki Urdangarin, su cu?ado, a finales de 2011, por malversaci¨®n de caudales p¨²blicos, fraude, prevaricaci¨®n, falsedad documental y delito fiscal dentro de una actividad profesional calificada por la Casa del Rey como ¡°poco ejemplar¡±, ha salpicado el manto de armi?o de la instituci¨®n. Desde el mismo momento en que salt¨® la noticia del affaire Urdangarin, sus r¨¦plicas se reflejaron de inmediato en los sondeos de opini¨®n del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). El 26 de octubre de 2011, el Rey suspend¨ªa por primera vez en la serie hist¨®rica de la escala de valoraciones del CIS, con un 4,89. Si en 1998 un 72% de los encuestados prefer¨ªa la monarqu¨ªa y solo un 11% la rep¨²blica, en 2010 la diferencia era de un 57% frente a un 35%, y en 2012, de 53% a 37%. El Rey era el peor parado (especialmente tras su cacer¨ªa de elefantes), el Pr¨ªncipe aguantaba el chaparr¨®n y la Reina (curiosamente) sal¨ªa reforzada. Los datos demosc¨®picos que se reciben cada semana en La Zarzuela reflejan esa tendencia: el Rey, a la baja, y el Pr¨ªncipe, en equilibrio inestable. Seg¨²n esos datos, las actividades privadas del Rey parecen olvidadas por los ciudadanos, pero el caso Urdangarin sigue lastrando una instituci¨®n que es adem¨¢s una familia y en la que la Reina sigue defendiendo la inocencia de su yerno. Frente a esa marejada pol¨ªtico-familiar, el ¨²nico que parece conservar los pies en la tierra sin perder la sonrisa es el Pr¨ªncipe. La procesi¨®n va por dentro.
Est¨¢ convencido de que Letizia es la perfecta compa?era de viaje
El Pr¨ªncipe lleva al menos un par de a?os pas¨¢ndolo mal, pero sin arrugar el gesto. Es la paradoja de su vida. Por un lado, es un buen tipo, ¡°una persona que vale la pena¡±, seg¨²n me lo defini¨® hace cuatro a?os su mujer, Letizia Ortiz, que ha logrado a estas alturas del camino madurez, equilibrio, profundidad y aplomo; ha encontrado un sentido a su existencia; es feliz en su vida personal: un padrazo volcado en sus hijas, que hace planes con matrimonios amigos en torno a ellas los fines de semana (¡°no somos unos extraterrestres aislados entre ciervos y encinas¡±, me explicaba la Princesa. ¡°No estamos rodeados de camareros con librea que nos sirven en bandeja de plata; somos humanos, somos mortales, somos como cualquier matrimonio de nuestra edad¡±), y no se apresura en la educaci¨®n de su primog¨¦nita, Leonor, como heredera al trono, aunque sabe por experiencia que ese momento llegar¨¢ y ser¨¢ duro. Y es tambi¨¦n un rom¨¢ntico convencido de que Letizia es la perfecta compa?era de viaje. El Pr¨ªncipe no es un ciudadano normal (no hay otro como ¨¦l en nuestro pa¨ªs), pero intenta serlo y se siente c¨®modo con un trabajo para el que nadie le ha dado un guion y en el que no tiene ning¨²n referente. Su obsesi¨®n es conectar con la gente y emprender acciones positivas para Espa?a y su imagen y prestigio.
Sin embargo, sufre. No es f¨¢cil expresar lo que siente. Nunca lo ha tenido f¨¢cil. Desde aquel martes de enero de 1968, ese ni?o rubio e inquieto se convirti¨® en parte de la vida de los espa?oles. Le hemos visto crecer en directo como en El show de Truman. Pero no es un personaje de ficci¨®n. Es de carne y hueso. Es dormil¨®n, malo en los deportes de bal¨®n, tiene dolores de espalda desde los 17 a?os, padece del est¨®mago en los precipitados viajes intercontinentales y no es un prodigio del orden. Durante la elaboraci¨®n de un reportaje que realiz¨® El Pa¨ªs Semanal sobre los 25 a?os de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias, en 2006, me cont¨® c¨®mo se sent¨ªa a los 13 a?os siendo el protagonista de todo el tinglado pol¨ªtico y medi¨¢tico de la inauguraci¨®n de los Premios: ¡°Fue peor el segundo a?o. Me pas¨® como cuando te tiras de un trampol¨ªn muy alto y la primera vez no sabes lo que es y te tiras por las buenas, y la segunda ya sabes lo que es y te entra p¨¢nico. En 1982 estaba mucho m¨¢s nervioso. Era m¨¢s consciente de que era yo el protagonista, y no solo un acompa?ante. De hecho, no entend¨ª el significado de muchos discursos. Hab¨ªa mucha gente que no conoc¨ªa. Me sonaban los pol¨ªticos, pero estaba lleno de gente mayor. Adem¨¢s, me hab¨ªan hecho una ortodoncia y me molestaba al hablar. Se me nubl¨® todo, se me hizo una sopa de letras, me perd¨ª en pleno discurso, y yo creo que pasaron siete u ocho segundos hasta que pude seguir. Fue un momento terrible. Tuve pesadillas¡±. El Pr¨ªncipe tambi¨¦n me relat¨® en aquella ocasi¨®n sus primeros Premios junto a Letizia Ortiz, en Oviedo, en octubre de 2003, cuando a¨²n no se hab¨ªa hecho p¨²blico su compromiso: ¡°El primer a?o con la Princesa fue muy complicado, est¨¢bamos juntos, pero no se pod¨ªa saber. Nos cruz¨¢bamos por los pasillos sin saludarnos. Luego, al a?o siguiente, fuimos como marido y mujer y fue muy especial, uno de esos discursos que marcan tu vida. Tras tantos a?os yendo solo, ten¨ªa alguien a mi lado que compart¨ªa mi labor. Una persona con criterio. Con ideas que puedes tener en cuenta; fue un discurso muy especial cuando dije aquello de ¡®la ceremonia de este a?o adquiere para m¨ª un nuevo y emocionante significado, pues me acompa?a por primera vez mi esposa, la Princesa de Asturias. A ella me un¨ª hace hoy cinco meses; un paso ilusionado de ambos por construir un hogar, formar una familia y compartir el hermoso af¨¢n de servir a Espa?a con plena entrega, leales a nuestra historia y comprometidos con el futuro de nuestra sociedad¡¯. Mientras le¨ªa el discurso, ve¨ªa que ella se estaba aguantando para no echarse a llorar y no supe si parar. Al final lo termin¨¦. Luego hubo muchas l¨¢grimas en privado¡±.
Felipe de Borb¨®n es fieramente humano. Un so?ador que intenta no desviarse de la misi¨®n que le ha sido encomendada. Y dentro de esa forma de entender el mundo, no comprende la conducta de Urdangarin, que ha puesto en juego el prestigio y el futuro de la instituci¨®n. Lo considera una traici¨®n. Durante estos largos a?os de aprendizaje ha intentado mantener una enorme coherencia en su vida, bas¨¢ndola en valores como la honestidad, integridad, solidaridad, servicio, utilidad y responsabilidad. Incluso renunci¨® al amor cuando no conven¨ªa al futuro de la naci¨®n. Y la conducta de su cu?ado choca con su concepci¨®n del mundo y sus valores m¨¢s profundos. Es el miembro de la familia real que de forma m¨¢s radical ha roto con Urdangarin, al que durante un tiempo le uni¨® una buena amistad. Ha colocado su concepto de una Monarqu¨ªa sin tacha por encima del cari?o a su hermana Cristina. No ha flaqueado en esa ruptura. En contra del criterio de la Reina (que es la que m¨¢s sufre con las fracturas que se han desencadenado en 2012 en su familia). El Pr¨ªncipe ha sido educado en el convencimiento de que la Monarqu¨ªa, si no es ejemplar, no sirve, porque eso es lo que les exigen los ciudadanos. Y en ese libro de estilo no cabe la corrupci¨®n.
El Pr¨ªncipe Felipe ha roto de manera radical con I?aki Urdangarin
En los ¨²ltimos tiempos ha circulado por La Zarzuela un estudio titulado Monarqu¨ªas como marcas corporativas, dirigido por el profesor John M. T. Balmer, de la Universidad brit¨¢nica de Bradford, en el que se analizan las fortalezas y debilidades de las monarqu¨ªas europeas. Enumera entre sus activos la estabilidad pol¨ªtica que proporcionan al Estado; su refuerzo de la imagen exterior del pa¨ªs; el ambiente positivo y con ausencia de conmociones pol¨ªticas ideal para atraer inversiones; el selecto lobby de influencia que se ha establecido entre los monarcas europeos, asi¨¢ticos y ¨¢rabes; su capacidad de proyectarse como un poderoso s¨ªmbolo visual con siglos de antig¨¹edad que fortalece la marca-pa¨ªs y atrae el turismo; el perfil avanzado de los pa¨ªses con un sistema mon¨¢rquico y el sentido de comunidad que establece con sus antiguas colonias (en el caso de Espa?a, con Latinoam¨¦rica). Sin embargo, el estudio afirma que si las monarqu¨ªas deterioran su reputaci¨®n y prestigio por conmociones internas, si pierden el favor del legislativo o de la calle, est¨¢n abocadas al ocaso. Por tanto, la primera labor de cada casa real es conservar el prestigio de la instituci¨®n, que los ciudadanos la consideren ¨²til, que nada empa?e su imagen. Y ponerlas al d¨ªa. Esa evoluci¨®n es b¨¢sica para su supervivencia. Algo que todos sus titulares han comenzado a hacer renunciando a algunos de sus privilegios, permitiendo a sus herederos que se casen con plebeyas, pagando impuestos, haciendo p¨²blicos sus ingresos, borrando las liturgias m¨¢s palaciegas, eliminando la preferencia del var¨®n sobre la hembra en la sucesi¨®n al trono, mezcl¨¢ndose con el pueblo y, en general, adoptando un estilo m¨¢s austero.
Dentro de esa l¨ªnea argumental, el pr¨ªncipe Felipe est¨¢ convencido de que una Monarqu¨ªa puesta al d¨ªa puede prestar a¨²n servicios a Espa?a. El trabajo del heredero se mueve a trav¨¦s de tres ejes. El primero, el de representaci¨®n exterior, promoviendo el comercio internacional y el prestigio de Espa?a fuera de sus fronteras, incluida la promoci¨®n del espa?ol. El segundo, la solidaridad, la innovaci¨®n, los valores ¨¦ticos y el conocimiento a trav¨¦s de sus fundaciones, un trabajo del que se encuentra especialmente orgulloso. Y el tercero, a trav¨¦s de lo que en La Zarzuela denominan activos inmateriales, es decir, apoyando la estabilidad, la convivencia, la armon¨ªa entre las ideolog¨ªas y el equilibrio territorial. Simbolizar, representar, arbitrar y moderar. Hoy lo hace a peque?a escala; en el futuro jugar¨¢ en las grandes ligas.
No lo tiene f¨¢cil, pero los nervios no le delatan; sigue ofreciendo una imagen de serenidad. Ni un mal gesto ni una mala palabra. Frente a las turbulencias que vive la Monarqu¨ªa, ¨¦l podr¨ªa contestar con la misma frase del historiador Jaume Vicens i Vives que pronunci¨® en catal¨¢n el 14 de diciembre de 2011, solo un mes m¨¢s tarde de que la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n registrara policialmente la sede del Instituto N¨®os, en Barcelona, la instituci¨®n creada por Urdangarin para sus actividades econ¨®micas: ¡°Encontraremos el camino y la luz y nos desharemos de la noche y la niebla¡±.
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