Un reto para la ¨¦lite empresarial
Sin cambiar los h¨¢bitos corporativistas y rentistas de una parte del empresariado no saldremos de la crisis. Hacen falta l¨ªderes que rompan el mercantilismo plutocr¨¢tico en el que estamos inmersos
Entre el ruido y la furia antipol¨ªtica que enturbia hoy la conversaci¨®n p¨²blica espa?ola, un hecho esencial parece haber quedado olvidado: fue el sector privado, no el p¨²blico, el que caus¨® la crisis. La actuaci¨®n de nuestros pol¨ªticos ha sido sin duda inadecuada, pero fue determinada ¨¦lite empresarial y financiera la que, con sus decisiones privadas de inversi¨®n y abuso del cr¨¦dito, llev¨® al pa¨ªs al borde de la quiebra. No se trata de culpabilizar, sino de hacer un diagn¨®stico acertado de las causas de la crisis para as¨ª poder superarla y no volver a repetirla. Las indudables limitaciones de nuestras instituciones p¨²blicas y Administraci¨®n no eximen de su responsabilidad a determinada ¨¦lite empresarial de haber construido un modelo econ¨®mico con pies de barro incapaz de hacer frente a la crisis internacional.
Sin embargo, corremos el riesgo de enterrar esta realidad bajo el discurso f¨¢cil del victimismo y la demonizaci¨®n de la clase pol¨ªtica. Ser¨ªa un grave error, pues nuestro problema no es solo la corrupci¨®n, que tambi¨¦n, sino a¨²n m¨¢s la falta de crecimiento econ¨®mico, consecuencia en buena medida de la incapacidad de nuestra ¨¦lite econ¨®mica, tras 30 a?os de democracia y econom¨ªa de mercado y con el viento a favor durante una buena parte de ese periodo, de crear una estructura econ¨®mica din¨¢mica, innovadora y competitiva, capaz de generar crecimiento y empleo de calidad.
Al bajar la marea de los excesos, la supuesta excelencia se revela a veces como producto del cr¨¦dito f¨¢cil, el corporativismo rentista e incluso actuaciones delictivas. Un modelo que en muchos de sus sectores est¨¢ dominado por un establishment corporativo que, en connivencia con los poderes p¨²blicos, conforma una oligarqu¨ªa p¨²blico / privada que tiene cooptado el sistema en su beneficio y bloqueada la energ¨ªa creativa del pa¨ªs; un mercantilismo plutocr¨¢tico, en concepto del fil¨®sofo Roberto Unger, y que Andr¨¦s Ortega y yo mismo hemos desarrollado en nuestro libro ?Qu¨¦ nos ha pasado? El fallo de un pa¨ªs. Las v¨ªctimas de este sistema no son solo consumidores que pagan precios abusivos y asalariados precarizados por un empresariado que prefiere contratos de seis meses a invertir en sus empleados, sino tambi¨¦n la mayor¨ªa de empresarios, aut¨®nomos y pymes que, como S¨ªsifo, luchan in¨²tilmente por salir adelante en un sistema sin verdadera igualdad de oportunidades.
Cierta ¨¦lite ha metido a los ciudadanos en corralitos, desde las preferentes al inmobiliario
La narrativa dominante es, parad¨®jicamente, la contraria. La de una ¨¦lite empresarial y unas multinacionales din¨¢micas lastradas por la pol¨ªtica. Como argumento exculpatorio puede ser v¨¢lido; como descripci¨®n de la realidad, no. Efectivamente, en Espa?a ha habido una extracci¨®n de rentas, pero los extractores han sido principalmente cierta ¨¦lite empresarial y financiera que ha metido a los espa?oles en sucesivos corralitos, desde las preferentes hasta el inmobiliario. En su Ideology and real politics, el fil¨®sofo Raymond Geuss desarrolla su teor¨ªa de la distracci¨®n como ideolog¨ªa, de la que la conversaci¨®n p¨²blica en Espa?a es hoy un buen ejemplo. Mientras se hable solo de la corrupci¨®n y la clase pol¨ªtica, con los movimientos sociales y medios de comunicaci¨®n como inconscientes aliados, no pondremos el foco en lo m¨¢s necesario: la transformaci¨®n de nuestro modelo productivo y la necesidad para ello de un cambio en los h¨¢bitos de parte de nuestra ¨¦lite empresarial y financiera. Como evidencia, basta recordar algunos rasgos de nuestro sector privado cuando estall¨® la crisis y que llevaron a un modelo de crecimiento insostenible:
¡ªAlto endeudamiento. En el origen de la crisis est¨¢ el endeudamiento privado, incluido el empresarial, no el p¨²blico; en 2007, la deuda p¨²blica era de un 36% del PIB; la privada, del 200%.
¡ªDeterioro de la competitividad. A pesar de que las ¨¦lites econ¨®micas conservadoras lograron imponer una falsa narrativa que responsabilizaba de nuestra p¨¦rdida de competitividad a la subida de salarios por encima de la productividad, la principal causa fueron los m¨¢rgenes de beneficio empresariales, cuya contribuci¨®n al diferencial de inflaci¨®n con la zona euro durante el ¨²ltimo ciclo de crecimiento fue casi el triple que la de los salarios.
¡ªAusencia de competencia. La principal causa de estos altos m¨¢rgenes de beneficios fue la escasa competencia en muchos de los mercados de productos y servicios, dominados por unas pocas grandes empresas que erigen, en connivencia con los poderes p¨²blicos, injustificables barreras a la competencia que dificulta la reducci¨®n de precios.
¡ªPoca innovaci¨®n. Pese a excepcionales historias de ¨¦xito, el sector privado espa?ol no innova al ritmo que sus competidores. En 2007, al comienzo de la crisis, el gasto de las empresas espa?olas en I+D+i era de tan solo un 61% de la media de la UE27. Mientras que el gasto p¨²blico era tan solo un 19% menor que la media de la OCDE, el privado era un 67% menor. Las empresas coreanas invierten en I+D+i cuatro veces m¨¢s; las alemanas, el triple, y las francesas, el doble, a pesar de que Espa?a es el pa¨ªs europeo con m¨¢s subvenciones a la I+D+i.
¡ªInsuficiente inversi¨®n en capital humano, debido a una cultura que, aprovechando la amplia bolsa de desempleados, ni invierte en la formaci¨®n ni motiva a los trabajadores compartiendo con ellos los buenos resultados. La forma en la que la reforma laboral est¨¢ siendo usada, no como herramienta de flexibilidad salarial interna, sino como mecanismo de despido, vuelve a dar cuenta de esta visi¨®n cortoplacista.
La regeneraci¨®n de Espa?a necesita de un grupo patriota de dirigentes empresariales
¡ªIrresponsabilidad fiscal. El 71% de la evasi¨®n fiscal que se da en nuestro pa¨ªs es imputable a grandes corporaciones y fortunas. Pese a las continuas referencias a que el tipo de impuesto de sociedades es de los m¨¢s altos de Europa, la realidad es que el tipo efectivo de las grandes empresas, despu¨¦s de deducciones, es de los m¨¢s bajos.
¡ªD¨¦bil gobernanza corporativa. Los consejeros de las grandes empresas espa?olas son los mejor pagados despu¨¦s de los suizos, algo que solo se explica por su falta de independencia y permisividad ante actitudes abusivas por parte de sus ejecutivos, en lugar de imponer rendici¨®n de cuentas o defender los derechos de los accionistas. En todos los pa¨ªses del mundo pasan cosas, pero en Espa?a, cuando pasan, no pasa nada.
En muchos de estos aspectos, el Estado tiene, por supuesto, parte de responsabilidad; por ejemplo, con un sistema fiscal que canalizaba el ahorro hacia sectores de baja productividad o un mercado laboral dual que no incentiva la formaci¨®n. Como tambi¨¦n la tienen los sindicatos, por su falta de modernizaci¨®n y su aquiescencia, incluso pertenencia, a ese mercantilismo plutocr¨¢tico que protege a los insiders y abandona a los que no tienen la suerte de estar dentro. Las instituciones son sin duda determinantes, pero no son solo resultado de la acci¨®n pol¨ªtica, sino tambi¨¦n de la actuaci¨®n de los agentes privados. Resulta surrealista pretender que los agentes empresariales no tengan nada que ver con nuestros bajos niveles de productividad, inversi¨®n o formaci¨®n, o la corrupci¨®n. Hay pa¨ªses, como Italia, donde un sistema pol¨ªtico disfuncional no ha impedido a las ¨¦lites empresariales construir un sistema productivo din¨¢mico.
La ¨¦lite empresarial responsable puede reaccionar de dos formas: seguir refugi¨¢ndose en el victimismo o hacer frente a sus carencias y superarlas. Sin lo segundo, Espa?a no saldr¨¢ de la crisis. Pero para lograrlo hace falta un cambio de cultura. En la persuasiva teor¨ªa del liderazgo de Ronald Heifetz, liderar consiste en la capacidad de movilizar a un colectivo para superar la contradicci¨®n entre lo que dice ser, o quiere ser, y lo que realmente es. Hoy, en Espa?a, una parte de la ¨¦lite empresarial dice ser una cosa, pero es otra muy distinta; reclama una Espa?a competitiva e innovadora, pero sus comportamientos de inversi¨®n, formaci¨®n, fiscalidad, corrupci¨®n o competencia van en direcci¨®n contraria. Catalizar ese reto adaptativo es la mejor contribuci¨®n que puede y debe hacer un grupo comprometido y verdaderamente patriota de l¨ªderes empresariales a la necesaria regeneraci¨®n del pa¨ªs. Espa?a necesita que los verdaderos empresarios, la mayor¨ªa, tomen el mando.
?ngel Pascual-Ramsay es director de Global Risks de ESADEgeo.
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