La dignidad de Catalu?a
El debate en torno a la apuesta soberanista y la unidad de Espa?a est¨¢ marcado por un insoportable manique¨ªsmo
Hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, en los a?os de la Transici¨®n espa?ola, una de mis alumnas de la Universidad de Dijon, hija de republicanos exiliados, me mostraba estupefacta y herida desoladores versos de un poeta vasco que acababa de encontrar en la biblioteca de la facultad de letras. El autor cre¨ªa manifestar su compromiso con la causa del pueblo vasco, entonces mutilado por la dictadura. Pero lo hac¨ªa, por cierto en castellano, jerarquizando a sus habitantes frente a los espa?oles, en un muestrario del c¨²mulo de prejuicios sobre los otros que, por desgracia, tantas veces es el pantano en el que se incuba la representaci¨®n de la propia identidad. Cito las l¨ªneas menos injuriosas, por desgracia de inesperada resonancia: ¡°Los vascos combatimos. Los vascos golpeamos / levantando la vida / Los vascos somos serios. Serio es nuestro trabajo / Seria es nuestra alegr¨ªa. / Los vascos somos hombres de verdad, no chorlitos / que hacen sus moner¨ªas... ?Que en el Sur los tartesos/ se tumben panza arriba... acariciando una melancol¨ªa! / Nosotros somos otros... / Nuestros cantos terrenos son cantos de trabajo, / victoria y alegr¨ªa¡±.
La desolaci¨®n de mi alumna se deb¨ªa a que no se trataba de un escritor marginal, sino de alguien asociado a otros versos posteriores que reivindicaban la poes¨ªa como instrumento mayor en el combate por la restauraci¨®n de la dignidad humana. Causa que, en la otra regi¨®n industrial de inmigraci¨®n, Catalu?a, hac¨ªa suya el poeta Joan Oliver, al incluir en un canto a su tierra y a su lengua las siguientes l¨ªneas: ¡°Por ser catalanes y sentirnos tales / amamos y buscamos en el libre abrazo / el esp¨ªritu y el ejemplo / de otros pueblos de razas y lenguas diversas / y el trato con todos y el contacto / en provecho de la tarea com¨²n y urgente / de mudar el mundo y los hombres /en la paz solidaria / y en la lengua fecunda¡±.
Eran tiempos en los que militantes catalanes de diversos or¨ªgenes luchaban ¡ª?con ¨¦xito!¡ª para impedir que el objetivo de la recuperaci¨®n ling¨¹¨ªstica y cultural de Catalu?a pareciera contrapuesto a la causa de esos ¡°fugitivos de tierras exhaustas¡±, a los que tambi¨¦n se refiere Joan Oliver en su poema, para los cuales Catalu?a habr¨ªa de convertirse en tierra propia, sin que ello implicara dejar de sentirse fraternalmente unidos a los que hab¨ªan permanecido en la Espa?a rural.
Es obvia la tremenda derrota que supone para este ideario la actual proliferaci¨®n en Catalu?a de discursos dirigidos a los ciudadanos con ra¨ªces en otros lugares, que apuntan a convencerles de que una Espa?a tachada de arcaica, indolente, castiza e intr¨ªnsecamente cerrada a la Europa que Catalu?a representar¨ªa... definitivamente ya no puede ser su patria. Para los que esgrimen tales discursos la apuesta por la soberan¨ªa de Catalu?a no es tanto afirmaci¨®n de s¨ª como repudio del otro, y para una franja de la poblaci¨®n inmigrante a quien van dirigidos supone invitaci¨®n al repudio de una parte de s¨ª mismos.
Proliferan los discursos sobre el arcaismo de Espa?a, dirigidos a los catalanes con ra¨ªces de otros lugares?
Un conocido escritor, cronista en un diario barcelon¨¦s, interrog¨¢ndose con escepticismo sobre la posibilidad de que a Catalu?a se le deje la posibilidad de autodeterminarse, formula la pregunta en estos t¨¦rminos: ¡°?Alguien piensa que Espa?a ¡ªda igual el Gobierno que tenga¡ª renunciar¨¢ a seguir orde?ando la teta catalana que tantos beneficios le da?¡±. Es importante la precisi¨®n de lo indiferente que para el caso es el Gobierno que tenga una Espa?a considerada intr¨ªnsecamente parasitaria, como consecuencia del bien sabido car¨¢cter ocioso de sus habitantes... los del sur sobre todo, como se encarg¨® de recordar un dirigente de CiU en su tristemente famosa invitaci¨®n a ¡°votar con la cabeza, el coraz¨®n y la cartera¡± a fin de no seguir subvencionando a los que pasan la ma?ana en la taberna, haciendo as¨ª (?hoy!) suyas las l¨ªneas del poeta vasco al que antes me refer¨ªa, ¡°que en el sur los tartesos...¡±.
No es trivial el hecho de que el pol¨ªtico que as¨ª se dirig¨ªa en lengua castellana a los andaluces y otros inmigrantes de una popular barriada barcelonesa se declare nacionalista, pero no independentista. Precisi¨®n que le redime a los ojos de ciertos defensores de la unidad de Espa?a a cualquier precio, y en consecuencia poco receptivos a la evidencia de que el sentimiento independentista en un amplio sector de la poblaci¨®n catalana, de ninguna manera puede ser vivido como una ofensa. La ofensa solo surge cuando los t¨¦rminos del debate son voluntariamente fijados por un insoportable manique¨ªsmo y el que habla de Espa?a, sea independentista o no, se apunta a la met¨¢fora de la vaca expoliada, parangonando a aquellos que, sin rechazar la unidad europea, se refieren a los pueblos meridionales en general con los estereotipos al uso y acr¨®nimos como el de PIGS.
Cierto es que la otra parte no va a la zaga. Se dir¨ªa que muchas veces en esa Espa?a que ret¨®ricamente se ha denominado plural, Catalu?a solo tiene cabida al precio de su reducci¨®n, de la diluci¨®n de los rasgos que la singularizan como comunidad. En alg¨²n lugar y ocasi¨®n este rechazo lo provoca la mera percepci¨®n del acento, de tal manera que ¡ªes doloroso decirlo¡ª parece que el fenotipo catal¨¢n moleste. Los espa?oles que no resisten a estos prejuicios deber¨ªan ser conscientes de que est¨¢n contribuyendo a hacer la sutura imposible, y sopesar las consecuencias.
El independentismo no puede ser vivido como una ofensa a la unidad espa?ola
?Y los que deploramos esta distribuci¨®n de los papeles? Pues simplemente hemos perdido la batalla, y no es dif¨ªcil barruntar las causas. En ausencia de un objetivo com¨²n de dignificaci¨®n social, la culpa de la miseria ha de ser necesariamente imputable al otro. Cuando no hay rebeld¨ªa frente a los escandalosos desequilibrios econ¨®micos culturales y sociales que se dan en el seno de una comunidad, se enfatiza el peso de los desequilibrios entre balanzas fiscales respecto a otras comunidades. La cantinela es mon¨®tona y universal: ¡°Padanos¡± contra hijos del mezzogiorno, flamencos contra valones, Europa sobria trabajadora contra sur despilfarrador y holgaz¨¢n. Los PIGS se multiplican en el seno de cada pa¨ªs y hasta de cada regi¨®n. Todo el mundo tiene su sur, reencarnaci¨®n de esos tartesos que ¡°se tumban panza arriba¡±. Simplemente... ?qu¨¦ derrota y qu¨¦ tristeza!
Sentimiento de derrota que no exime del deber. Deber de denunciar las condiciones sociales que han permitido la sustituci¨®n del ideario reflejado en lengua catalana en los evocados versos de Pere Quart por el tan abyecto esp¨ªritu de los versos del citado poeta vasco. Por la recuperaci¨®n de esta actitud, se sea o no independentista, pasa hoy, en relaci¨®n con Espa?a, la dignidad de Catalu?a.
V¨ªctor G¨®mez Pin es catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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