Soldados espa?oles por el mundo
A la hora de enviar tropas fuera de nuestras fronteras hay que sopesar los intereses que hay en juego para Espa?a y las capacidades propias a aportar sin detrimento de la seguridad nacional
El ¨²ltimo Consejo de Ministros del pasado a?o (28 de diciembre) decidi¨® prorrogar hasta final de 2013 la autorizaci¨®n a las fuerzas armadas (FAS) para participar en operaciones fuera del territorio nacional en las que ya est¨¢n desplegadas. En la actualidad hay soldados espa?oles en cinco misiones (todas amparadas por Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y autorizadas en su d¨ªa por el Congreso de Diputados): Afganist¨¢n (en el marco de ISAF, con un techo de 1.300 militares y 50 guardias civiles), L¨ªbano (UNIFIL, 660), Bosnia-Herzegovina (EUFOR ALTHEA, 25), Oc¨¦ano ?ndico (ATALANTA, 395) y Uganda (EUTM-Somalia, 20). Adem¨¢s, el Gobierno ha decidido prorrogar la autorizaci¨®n para el despliegue de un m¨¢ximo de 50 observadores militares, oficiales de enlace y asesores militares ¡ªa solicitud del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperaci¨®n¡ª y la implicaci¨®n en la operaci¨®n naval Active Endeavour en el Mediterr¨¢neo.
Tal como reflejan reiteradamente las encuestas sobre el tema, sigue siendo mayoritario el apoyo social a la presencia militar espa?ola en operaciones internacionales que se ajusten al derecho internacional. Tambi¨¦n existe un amplio consenso sobre la alta profesionalidad de nuestros soldados en el desempe?o de las tareas que les son encomendadas. Sin embargo, no pueden ser esas las varas de medir para evaluar las decisiones de desplegar o mantener un determinado contingente. En la balanza para valorar un asunto de esa trascendencia habr¨¢ que ponderar, sobre todo, tanto los intereses en juego para Espa?a como las capacidades propias que se puedan aportar sin detrimento de la seguridad nacional.
En cuanto al primer elemento, la cuesti¨®n se complica sobremanera al considerar que hoy la seguridad propia ya ha dejado de circunscribirse a las fronteras nacionales, por el simple hecho de vivir en un mundo globalizado en el que todo lo que ocurre ah¨ª fuera nos afecta directamente. Visto as¨ª, deber¨ªamos implicarnos en todas las operaciones internacionales que se activen con aval de la ONU. Es obvio que nuestras capacidades menguantes como potencia media no permiten ese despliegue urbi et orbe, por lo que habr¨¢ que priorizar unos supuestos en detrimento de otros.
Hemos estado en ocasiones en lugares en los que no ten¨ªamos que estar, como Irak y Afganist¨¢n
Desde la pasada legislatura, Espa?a ha definido un techo que cabe cifrar en unos 7.000 efectivos desplegables, aunque nunca ha sobrepasado en la pr¨¢ctica los 3.500. En el actual entorno de crisis, con implicaciones negativas en la plantilla de nuestras FAS y en el presupuesto de Defensa, esa cifra ya se est¨¢ corrigiendo a la baja (las autorizaciones para 2013 ya la reducen a menos de 2.500 soldados y las ya anunciadas retiradas de Afganist¨¢n y L¨ªbano la dejar¨¢n en menos del millar). Al mismo tiempo, tambi¨¦n disminuyen los fondos para financiar esos despliegues (de hecho, los 766,8 millones de euros movilizados en 2012 suponen la primera ca¨ªda en este cap¨ªtulo desde 2004). En esas condiciones parece necesario replantear un instrumento que Espa?a viene empleando desde hace ya 23 a?os, tomando en cuenta que:
- Muestra la voluntad de ayudar a socios con problemas en ¨¢reas prioritarias de nuestra acci¨®n exterior (b¨¢sicamente en Mediterr¨¢neo, Latinoam¨¦rica y ?frica Subsahariana).
- Es una variable importante de la ecuaci¨®n que determina el peso internacional de Espa?a. Su contribuci¨®n a esfuerzos multilaterales de este tipo fija en buena medida la posibilidad de encontrar apoyos en defensa de los intereses propios. El ejemplo m¨¢s inmediato para comprobarlo es el intento por ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU en el periodo 2015-17.
- No hay mejor escuela para nuestros militares que la participaci¨®n en estas operaciones. Adem¨¢s de una notable mejora en la imagen social de las FAS, la colaboraci¨®n con otros ej¨¦rcitos en casi 60 operaciones internacionales es un test diario para el personal militar y para el equipo, material y armamento empleado en ellas.
Una lectura equivocada de estos considerandos nos ha llevado en ocasiones a estar donde no deber¨ªamos hacerlo (invasi¨®n ilegal de Irak en 2003-04) o donde solo busc¨¢bamos expiaci¨®n a errores pasados (Afganist¨¢n, atados a Washington en un intento por corregir el efecto producido por la retirada de Irak), sin m¨¢s estrategia que salir de all¨ª con las menores p¨¦rdidas y costes posibles.
Urge, por tanto, recomponer este instrumento de la acci¨®n exterior del Estado, entendiendo que Espa?a no puede desaparecer del escenario internacional (como ya est¨¢ ocurriendo en la cooperaci¨®n al desarrollo). Y esto es as¨ª no solo por el incumplimiento de compromisos en el que se puede incurrir y por la falta de apoyo a sociedades que intentan superar sus traumas violentos, sino por el m¨¢s puro ego¨ªsmo inteligente. El que debe hacernos entender que el desarrollo y la seguridad de quienes nos rodean est¨¢n ¨ªntimamente ligados a nuestro bienestar y estabilidad.
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Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH)
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