Islamismo o democracia
El asesinato de un opositor laico demuestra que T¨²nez necesita cimentar el Estado de derecho
El asesinato de Chokri Belaid, dirigente de izquierdas y abogado conocido por su abierta oposici¨®n al islamismo m¨¢s radical, demuestra que la situaci¨®n en T¨²nez ha alcanzado un punto cr¨ªtico. El pa¨ªs en el que naci¨® la primavera ¨¢rabe hace ahora dos a?os y que gozaba, incluso bajo la dictadura de Ben Ali, de una cierta libertad de costumbres, corre ahora el peligro de sufrir un retroceso brutal.
La transici¨®n en T¨²nez est¨¢ estancada principalmente por dos motivos. Uno es que los partidos pol¨ªticos no terminan de ponerse de acuerdo para ofrecer una Constituci¨®n democr¨¢tica a los tunecinos, un retraso que los sectores laicos ven cada vez con mayor desconfianza porque temen que sus libertades, sobre todo en lo que se refiere a los derechos de la mujer y a las creencias religiosas, se vean cercenadas. El segundo problema consiste en que los radicales (salafistas), con la connivencia o al menos la pasividad del Gobierno islamista moderado, han llevado a cabo en los ¨²ltimos meses una campa?a de intimidaci¨®n y amenazas a la sociedad civil, desde el arte y la calle hasta la universidad: han sido destruidos monumentos isl¨¢micos considerados impuros, atacadas exposiciones, amedrentados profesores y maestros y perseguidas muchas mujeres que no llevan el nikab (velo integral).
El estallido social provocado por el asesinato del opositor Chokri Belaid lanz¨® ayer a miles de personas a las calles de varias ciudades, entre otras la capital, y desencaden¨® la quema de varias sedes de Ennhada, el partido gobernante. El primer ministro, Hamadi Jebali, anunci¨® por televisi¨®n un cambio de Gobierno y la llegada de un nuevo Ejecutivo formado solo por tecn¨®cratas. Pero es una soluci¨®n provisional, que ni de lejos resuelve los problemas de fondo ni parece vaya a calmar las mismas calles que fueron capaces de expulsar a un dictador.
El Gobierno tunecino, que seg¨²n los prop¨®sitos proclamados por Ghanuchi ¡ªel l¨ªder hist¨®rico del islamismo en el poder¡ª iba a convertir T¨²nez en ¡°una sociedad democr¨¢tica y mod¨¦lica en el mundo ¨¢rabe¡±, tiene ante s¨ª un desaf¨ªo insoslayable: demostrar su compromiso con la democracia por encima de cualquier ideolog¨ªa o religi¨®n. Y eso deber¨ªa incluir medidas cre¨ªbles contra los matones salafistas. Ese compromiso debe desembocar en una Constituci¨®n aceptable para el conjunto de la sociedad.
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