Europa y su arriesgada b¨²squeda de estabilidad
El disparate fiscal de Alemania impuesto a la UE amenaza la estabilidad global
La uni¨®n monetaria de Europa se apoya en dos principios clave. El primero es que el banco central tiene que ser independiente del control pol¨ªtico y que sus normativas deben centrarse directamente en el mantenimiento de la estabilidad de precios. El segundo es que la pol¨ªtica fiscal tiene que ser disciplinada y no amenazar nunca esa estabilidad de precios. La estabilidad de precios, a su vez, es el fundamento de la estabilidad econ¨®mica y de la prosperidad. Esos principios e ideas son de origen alem¨¢n. Y destilan lo esencial de la historia econ¨®mica de la Alemania posterior a la II Guerra Mundial, una historia de ¨¦xito econ¨®mico, caracterizada por la estabilidad y el crecimiento.
Se pretendi¨® repetir a escala europea esa historia del ¨¦xito alem¨¢n. El Banco Central Europeo copi¨® al Bundesbank. Como la Constituci¨®n alemana establec¨ªa una ¡°regla de oro¡± que limitaba los d¨¦ficits presupuestarios al impacto de la inversi¨®n p¨²blica, era preciso un pacto fiscal que amparara al BCE, decretando como excesivos los d¨¦ficits presupuestarios por encima del 3% del PIB y prescribiendo su r¨¢pida reducci¨®n. Este pacto se llam¨® Pacto de Estabilidad y Crecimiento y reflejaba la creencia alemana ¡ªbasada en la experiencia hist¨®rica¡ª de que para favorecer la estabilidad y el crecimiento es imprescindible la disciplina fiscal y monetaria.
Pero para Europa las cosas no han evolucionado de acuerdo con el guion. Y no se trata aqu¨ª del hecho de que la mayor¨ªa de las veces una armonizada inflaci¨®n de precios al consumo haya superado en poco el 2%, que es la norma del BCE que define la estabilidad de precios. M¨¢s bien, el problema consiste en que el expediente del rendimiento econ¨®mico de la zona es el propio de la inestabilidad y del estancamiento (o peor).
La caza de brujas contra la deuda p¨²blica suscita serios problemas
Casi por reflejo, las autoridades alemanas y las del euro culpan de esos deprimentes resultados a una aparente ausencia de disciplina fiscal. Es verdad, los ¨ªndices de deuda p¨²blica se han disparado desde 2008 y con pocas excepciones los pa¨ªses miembros de la eurozona se han enfrentado a procedimientos de d¨¦ficit excesivo. De manera que, como respuesta, el pacto fiscal fue reforzado y ahora se exige que los ¨ªndices de deuda p¨²blica por encima del 60% del PIB converjan en el supuesto umbral de estabilidad con cierta rapidez. Al ver a la deuda p¨²blica como la mayor amenaza para la estabilidad, se acord¨® un Compacto fiscal, que requiere que los pa¨ªses establezcan una norma de presupuesto equilibrado en su legislaci¨®n nacional. Con presupuestos equilibrados, los pa¨ªses ver¨ªan c¨®mo realmente sus ¨ªndices de deuda p¨²blica finalmente convergen a nivel cero, suponiendo que el crecimiento del PIB siga siendo positivo.
Alemania, que es la fuerza principal que hay tras esas reformas y l¨ªder por su prudente ejemplo, sustituy¨® su antigua regla de oro por un nuevo freno a la deuda que limita constitucionalmente el d¨¦ficit presupuestario estructural al 0,35% del PIB a nivel federal al tiempo que exige tambi¨¦n presupuestos equilibrados en sus niveles inferiores de Gobierno. Dada su aparentemente fuerte posici¨®n de acreedor, la obsesi¨®n alemana con la estabilidad es hoy una fuerza desenfrenada por todo el continente. En esencia, la uni¨®n monetaria europea est¨¢ intentando encarar su peculiar carencia de uni¨®n fiscal prohibiendo completamente los d¨¦ficits presupuestarios.
Esa constitucionalizada caza de brujas contra la deuda p¨²blica est¨¢ suscitando serios problemas. Al tiempo que las devastadoras consecuencias de la austeridad son sumamente visibles, prevalece la ilusi¨®n de que los perjuicios no durar¨¢n mucho. Se lleg¨® a un consenso en la controversia suscitada en el G-20 de 2010 sobre si la austeridad agresiva pondr¨ªa en riesgo de descarrilamiento a una recuperaci¨®n todav¨ªa fr¨¢gil. Europa se someti¨® a la prueba y fracas¨® estrepitosamente; los mitos sobre la contracci¨®n de la fiscalidad expansionista han sido ahogados por realidades deprimentes. El FMI redescubri¨® que el tama?o de los multiplicadores fiscales depende de la situaci¨®n econ¨®mica. En la medida en que alguna vez haya habido una evidencia real de contracciones expansionistas, las afortunadas fueron econom¨ªas peque?as y abiertas que pod¨ªan compensar la contracci¨®n fiscal con flexibilizaci¨®n monetaria y un tipo de cambio m¨¢s competitivo. Con una austeridad sin sentido puesta en pr¨¢ctica por todo el continente, no hay otra compensaci¨®n que la que pueda dispensar la cortes¨ªa del resto del mundo. Esa es la raz¨®n por la que est¨¢ subiendo el volumen de las conversaciones sobre guerras monetarias tambi¨¦n entre las econom¨ªas avanzadas.
Pero los temores a una guerra monetaria son solo el anticipo de lo que est¨¢ por llegar. Puesto que las devastadoras consecuencias econ¨®micas para Europa de su arriesgada b¨²squeda de estabilidad no son precisamente un asunto fugaz. Las quijotescas ambiciones de Europa de equilibrar para siempre los presupuestos p¨²blicos y de expulsar del sistema a la deuda p¨²blica tienen tambi¨¦n unas serias implicaciones a largo plazo.
Estas podr¨ªan ser mejor comprendidas seg¨²n el planteamiento sectorial de los balances financieros defendido por el desaparecido Wynne Godley. Pensemos en la econom¨ªa como algo que consiste en tres sectores principales: el p¨²blico, el privado y el exterior. La suma de todos los ingresos y desembolsos de cada sector nos da tres saldos financieros. Para la econom¨ªa en su conjunto los tres saldos sectoriales siempre tienen que sumar cero, como identidad contable. En consecuencia, como la uni¨®n monetaria europea requiere que el balance de su sector p¨²blico sea cero, la suma de los otros dos balances sectoriales tambi¨¦n tiene que ser cero. En otras palabras, bajo la constituci¨®n fiscal de la eurozona, el sector privado solo puede ser un ahorrador neto (que logra un super¨¢vit en su saldo financiero) si la eurozona tiene un super¨¢vit por cuenta corriente.
No fue por mera casualidad por lo que la propia experiencia de Alemania de equilibrar con ¨¦xito su presupuesto p¨²blico se vio acompa?ada de crecientes super¨¢vits por cuenta corriente. La simple verdad es que si tu sector privado es un ahorrador neto, como es el caso de Alemania, el sector p¨²blico solamente puede equilibrar sus cuentas mediante super¨¢vits por cuenta corriente. Desgraciadamente, el ¨¦xito de Alemania en ese empe?o ha hecho que sus socios de la uni¨®n monetaria se carguen con excedentes masivos de deuda, lo que est¨¢ en el origen de la actual crisis del euro.
Como el sector privado de la eurozona es tambi¨¦n un ahorrador neto estructural, ese continuo apretar tornillos fiscales est¨¢ convirtiendo a la eurozona en una Alemania m¨¢s amplia que aspira a unos perpetuos super¨¢vits por cuenta corriente. Como Europa es todav¨ªa demasiado grande para seguir el modelo alem¨¢n de un crecimiento basado en las exportaciones, el disparate fiscal de Alemania se ha convertido en una institucionalizada amenaza para la estabilidad global.
J?rg Bibow es catedr¨¢tico de Econom¨ªa en el Skidmore College e investigador en el Levy Economics Institute del Bard College.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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