Estamos irritados

Sin entrar a considerar el fondo del asunto, las maneras con las que se est¨¢ manejando el pen¨²ltimo esc¨¢ndalo de la corrupci¨®n espa?ola resultan irritantes. Irrita, por ejemplo, que el Presidente del Gobierno decida dar su versi¨®n de los hechos a golpe de retransmisi¨®n televisiva, sin admitir ni una sola pregunta de periodistas que deber¨ªan haberle plantado all¨ª mismo, en ese instante. Irrita la inutilidad pr¨¢ctica del Congreso, cuya capacidad de control queda aplastada entre el rodillo de la mayor¨ªa y los tortuosos procedimientos parlamentarios. Irrita que las airadas denuncias de PSOE, CiU y otros partidos de oposici¨®n no vayan acompa?adas de una relaci¨®n completa de las donaciones que ellos mismos han recibido.

Irrita, y da muchas risas, que Esperanza Aguirre pontifique cada ma?ana sobre ¨¦tica pol¨ªtica, despu¨¦s de habernos dejado en la Comunidad de Madrid un reguero de imputados G¨¹rtel, un pu?ado de altos cargos que se enriquecen rotando entre la sanidad p¨²blica y privada, y una televisi¨®n cuyos est¨¢ndares de independencia abochornar¨ªan a Teodoro Obiang.

Todo eso es muy irritante, pero no es lo m¨¢s grave. Lo verdaderamente alarmante es lo que se est¨¢ dejando de hacer mientras sumamos las comisiones del ¨²ltimo listado filtrado a la prensa. Mientras nos distraemos, los niveles de pobreza infantil en nuestro pa¨ªs se parecen m¨¢s a los de Am¨¦rica Latina que a los de Escandinavia. Uno de cada cuatro menores vive en Espa?a por debajo del umbral de la pobreza, 300.000 m¨¢s que en 2008. La malnutrici¨®n, el abandono y el fracaso escolar, los desahucios, la exclusi¨®n sanitaria o la violencia constituyen la realidad diaria de demasiados ni?os y ni?as en demasiados hogares espa?oles. Su vida adulta estar¨¢ lastrada por la carga econ¨®mica, social y moral que nuestra crisis les dejar¨¢ en herencia. Es 'la deuda de los ni?os'.

Este blog ha repetido a quien le quiera escuchar que la soluci¨®n a este reto fundamental de nuestra sociedad va mucho m¨¢s all¨¢ del cambio de ciclo econ¨®mico. Como demuestra la experiencia de pa¨ªses que han recorrido antes este camino, el crecimiento magro y la creaci¨®n de empleo precario no ser¨¢n suficientes para rescatar a los principales perdedores de la crisis. Necesitamos pol¨ªticas y recursos dirigidos de manera espec¨ªfica a reducir la desigualdad, garantizar oportunidades de formaci¨®n a los grupos excluidos y consolidar redes de protecci¨®n que amortig¨¹en la vulnerabilidad extrema de las familias con menos ingresos. No podremos hacer todo lo que hac¨ªamos hace unos a?os, pero seguro que podemos hacer algo.