Las ra¨ªces de la corrupci¨®n
En un pa¨ªs de tan corta y pobre experiencia democr¨¢tica (y, en buena medida, c¨ªvica), la corrupci¨®n se ha instalado en las entra?as de la sociedad. Solo as¨ª se explica que sus tent¨¢culos lleguen a todos los rincones, incluidos los pol¨ªticos, para los que Arist¨®teles ped¨ªa m¨¢s virtud que para los dem¨¢s. Pondr¨¦ algunos ejemplos.
En Granada, la polic¨ªa local vigilaba en verano una instalaci¨®n p¨²blica, aunque gestionada por una entidad privada. A la vuelta encontr¨® un abultado recibo de tel¨¦fono procedente de llamadas de los agentes a tel¨¦fonos m¨®viles. Al pedirles explicaciones, su respuesta fue: ¡°No sab¨ªamos que el tel¨¦fono fuera privado, cre¨ªamos que pertenec¨ªa al Ayuntamiento¡±.
Tambi¨¦n en Granada. La llegada de un nuevo director a una importante escuela de negocios trajo unos gastos exorbitantes en publicidad, lo que a la larga supuso una de las razones para su cierre. El motivo: la imprenta que recib¨ªa los encargos era familiar.
Y un ¨²ltimo apunte, este en Sevilla. Tras tomar un taxi por razones de trabajo, ped¨ª un recibo para que la empresa me lo abonara. La reacci¨®n del taxista: ¡°?Qu¨¦ cantidad quiere que le ponga?¡±.¡ª ?ngel Hern¨¢ndez Gracia.
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