?Hay alg¨²n doctor por ah¨ª?
Podemos re¨ªrnos del culto alem¨¢n a los t¨ªtulos acad¨¦micos, pero revela qu¨¦ valores prefieren
Por favor, av¨ªseme en cuanto pueda llamarle Herr Doktor¡±, dec¨ªa la camarera de pelo blanco en el viejo caf¨¦ de G¨¹ntzelstrasse, en Berl¨ªn, cuando me serv¨ªa mi caf¨¦ de la ma?ana. Nunca pudo hacerlo, porque nunca termin¨¦ mi tesis doctoral de Oxford. Pero el culto alem¨¢n a los t¨ªtulos acad¨¦micos, cari?osamente expresado en la petici¨®n de la camarera, se acaba de cobrar un nuevo cuero cabelludo entre la clase pol¨ªtica alemana.
La profesora y (ex) doctora Annette Schavan, ministra federal de Educaci¨®n e Investigaci¨®n y una de las mejores aliadas de la canciller Angela Merkel en su Gabinete, ha dimitido. Una comisi¨®n acad¨¦mica de la universidad en la que estudi¨®, en D¨¹sseldorf, le ha retirado el t¨ªtulo doctoral que le otorg¨® por su tesis de 1980 sobre el tema de ¡°la persona y la conciencia¡± (qu¨¦ iron¨ªa), con el argumento de que hab¨ªa sido, digamos, un poco inconsciente y no hab¨ªa atribuido ciertos fragmentos a sus fuentes originales.
No es la primera. Hace dos a?os, una estrella en ascenso de la derecha alemana, el entonces ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg, tambi¨¦n tuvo que dimitir porque hab¨ªa plagiado su tesis doctoral. El hecho granje¨® al arist¨®crata el inolvidable t¨ªtulo de bar¨®n zu Googleberg. Desde entonces, dos miembros alemanes del Parlamento Europeo han perdido tambi¨¦n sus t¨ªtulos doctorales, gracias a las cacer¨ªas emprendidas por unos internautas (?qu¨¦ deporte alem¨¢n tan divertido!) en una plataforma colaborativa similar a Wikipedia, llamada VroniPlag.
Bromeo, pero, en Alemania, esos t¨ªtulos no son cosa de risa. Seg¨²n las investigaciones de mi magn¨ªfico ayudante alem¨¢n, hasta la semana pasada, 10 de los 16 miembros del Gobierno federal, incluida, por supuesto, la propia Angela Merkel, ten¨ªan t¨ªtulos acad¨¦micos de doctorado. Luego se redujeron a nueve. Pero ahora la doctora Merkel ha nombrado ministra de Educaci¨®n a otra profesora, la doctora Johanna Wanka, con lo que el n¨²mero ha vuelto a subir a 10. Que sepamos, de los 22 miembros del Gobierno brit¨¢nico solo uno declara tener un doctorado acad¨¦mico (el doctor Vince Cable). En Gran Breta?a, un ¡°doctor¡± es un doctor en Medicina, aunque haya dejado de practicar hace mucho tiempo. Ha habido pol¨ªticos como el doctor David Owen, el doctor Liam Fox y el doctor Evan Harris que segu¨ªan empleando el t¨ªtulo.
Cuando el bar¨®n zu Googleberg cay¨® de su pedestal, The Economist calcul¨® que casi uno de cada cinco miembros del Bundestag, la C¨¢mara baja del Parlamento alem¨¢n, ten¨ªa un doctorado, frente a 1 de cada 33 miembros del Congreso de Estados Unidos, y ni uno solo de sus senadores. Antes, tener un doctorado era casi un requisito imprescindible para entrar a trabajar en un peri¨®dico serio y de prestigio como el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Si el poseedor del doctorado obtiene un puesto titular de profesor, pasa a ser Professor Doktor, Prof. Dr., y si luego adquiere m¨¢s doctorados, se convierte en Prof. Dr. Dr., todas las veces que sea. Mi preferido es el cartel que vi en una mesa redonda en Hamburgo para identificar al intelectual y pol¨ªtico liberal germano-brit¨¢nico Ralf Dahrendorf. Dec¨ªa: Lord Prof. Dr. Dr. Ralf Dahrendorf.
La London School of Economics no debi¨® darle a Saif Gadafi un doctorado
Yo mismo tuve cierta experiencia rid¨ªcula con este culto hace unos a?os, cuando, debido a algunos trabajos que hab¨ªa hecho sobre la historia y la pol¨ªtica alemanas, la Brandenburgische Akademie der Wissenschaften de Berl¨ªn (sucesora indirecta de la Real Academia de Ciencias de Federico el Grande) tuvo la amabilidad de escogerme como miembro. Me lleg¨® un formulario en el que se preguntaba, entre otras cosas, cu¨¢l era mi t¨ªtulo acad¨¦mico. Respond¨ª tal como correspond¨ªa en aquel momento: ¡°Mr (Se?or)¡±. A vuelta de correo recib¨ª una educada carta en la que me dec¨ªan que deb¨ªa de haberse producido alg¨²n malentendido: quer¨ªan mi t¨ªtulo acad¨¦mico. Repliqu¨¦: ¡°Mr¡±. Lleg¨® una tercera carta que dec¨ªa que aquello era imposible, y contest¨¦, exasperado y en may¨²sculas: ¡°MR¡±. Lleg¨® la nueva lista de miembros de la instituci¨®n y all¨ª figuraba yo con el t¨ªtulo acad¨¦mico de MR en may¨²sculas; claramente pensaron que era un misterioso t¨ªtulo acad¨¦mico de Oxford, tal vez un antiguo M¨¢gister. La mente del funcionario acad¨¦mico prusiano no pod¨ªa aceptar la posibilidad de que un miembro de una Academia alemana no estuviera en posesi¨®n de al menos un doctorado, si no tres.
Por supuesto, tambi¨¦n otros pa¨ªses tienen sus costumbres peculiares en cuesti¨®n de t¨ªtulos. Por ejemplo, en mi ejemplar del Examen de ciudadan¨ªa brit¨¢nica para Dummies, que prepara a la gente para pasar el test que les permite nacionalizarse, figura esta pregunta: ¡°?A qui¨¦n suele concederse un t¨ªtulo nobiliario vitalicio? a) antiguos primeros ministros, b) dirigentes eclesi¨¢sticos, c) pol¨ªticos, empresarios o abogados distinguidos, d) personas que hacen donaciones econ¨®micas al Gobierno¡±. Seg¨²n la gu¨ªa para Dummies, la respuesta correcta es la c). Pero la verdad es que tambi¨¦n ser¨ªa acertado decir la d), si se explica que son ¡°personas que hacen grandes donaciones econ¨®micas a los partidos en el Gobierno (y si es posible tambi¨¦n a buenas causas)¡±. Eso, en Gran Breta?a, te convierte en un lord. Es, por as¨ª decir, el equivalente brit¨¢nico al plagio.
?Se puede sacar alguna conclusi¨®n seria de esta divertida historia alemana de los doctorados que desaparecen? S¨ª, unas cuantas. La primera, que los t¨ªtulos que valora un pa¨ªs o un grupo dicen mucho de ese pa¨ªs o grupo. (Un chiste del Berl¨ªn de la ¨¦poca de Weimar: ¡°Pregunta: ?Cu¨¢l es el nombre jud¨ªo m¨¢s com¨²n? Respuesta: Doktor¡±). Resulta dif¨ªcil alegar que la jerarqu¨ªa brit¨¢nica de cargos pol¨ªticos y t¨ªtulos nobiliarios para los contribuyentes a los partidos es mejor que un sistema que, al menos en teor¨ªa, valora la erudici¨®n. En segundo lugar, Internet facilita el plagio, pero tambi¨¦n que se atrape al que plagia, aunque sea muchos a?os despu¨¦s.
Y por ¨²ltimo, un aspecto crucial: los valores acad¨¦micos son importantes. Es una aut¨¦ntica verg¨¹enza que la London School of Economics concediera a Saif Gadafi un doctorado por un mont¨®n de divagaciones sobre gobernanza mundial que era evidente que no eran todas suyas. Despu¨¦s de haber supervisado y aconsejado a muchos estudiantes que se esfuerzan de manera incre¨ªble para hacer un buen trabajo, ser rigurosos, aprender y ejercer una disciplina, discutir con claridad, consultar y dar el reconocimiento debido a todas las fuentes necesarias, tengo muy claro que no debe permitirse que nadie, por ¡°distinguido¡± que sea, pueda hacer trampas sin pagar las consecuencias. Cuando llamo Frau Doktor o Herr Doktor a alguien, quiero que signifique algo.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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