Bulgaria en crisis

El Gobierno centroderechista de Boyko Borisov en Bulgaria es la ¨²ltima v¨ªctima del creciente rechazo popular a las pol¨ªticas de austeridad a ultranza en pa¨ªses de la UE. La gota que ha colmado el vaso y desatado la ira ciudadana y la violencia ha sido un recibo de la luz que duplicaba o triplicaba el del a?o anterior por las mismas fechas. La inesperada dimisi¨®n del Ejecutivo, aceptada ayer por el Parlamento, y el hecho de que ni el partido que lo sustentaba ni la oposici¨®n socialista quieran participar en un Gobierno interino hasta las previstas elecciones de julio, hace pr¨¢cticamente inevitable un adelanto de los comicios.

Pese a sus dificultades, Bulgaria no ha vivido una situaci¨®n econ¨®mica tan angustiosa como la de Grecia o Ruman¨ªa. El Gobierno de Borisov (aclamado inicialmente por hacer por fin transitables las carreteras del pa¨ªs balc¨¢nico) ha recibido los pl¨¢cemes de la UE por su ortodoxia al afrontar la crisis y reducir el d¨¦ficit presupuestario. La tasa de desempleo y los n¨²meros de las finanzas p¨²blicas b¨²lgaras son m¨¢s que aceptables. Pero los programas de austeridad rara vez son vistos con los mismos ojos por quienes los imponen y quienes los sufren. Los b¨²lgaros no solo se han echado a la calle por los desmesurados costes de la energ¨ªa ¡ªen manos de operadores extranjeros¡ª en el pa¨ªs con los salarios m¨¢s bajos de la UE, en torno a 400 euros mensuales (y pensiones de la mitad de esta cifra). Con sus protestas han pasado tambi¨¦n factura al Gobierno por el estancamiento econ¨®mico y su incapacidad, tras casi cuatro a?os, para elevar el nivel de vida y combatir la corrupci¨®n end¨¦mica del peque?o pa¨ªs, promesa b¨¢sica de Borisov en 2009.

La dimisi¨®n del primer ministro es encomiable por lo que tiene de apaciguadora de una situaci¨®n cr¨ªtica de orden p¨²blico. Pero es tambi¨¦n un calculado gesto para preservar hasta los comicios cercanos el capital pol¨ªtico que todav¨ªa conserva Borisov. Las elecciones anticipadas en Bulgaria no revestir¨ªan especial trascendencia, si no fuera porque ninguna de las dos grandes formaciones rivales, empatadas en intenci¨®n de voto, alcanzar¨ªa el 25% seg¨²n los sondeos, y ser¨ªan por tanto incapaces de formar un Gobierno estable. Esta circunstancia puede dar a partidos radicales y populistas, ya crecidos en las ¨²ltimas protestas, la capacidad de influir decisivamente en un Parlamento fragmentado.