Patricia Cornwell protagoniza su propia novela de misterio
La escritora asiste a una dolorosa disecci¨®n de su vida en el juicio contra sus antiguos contables
Patricia Cornwell detesta la palabra misterio, pese a haber amasado una fortuna con la saga de novelas de ese g¨¦nero protagonizadas por la m¨¦dico forense Kay Scarpetta. Y pese a no gustarle el t¨¦rmino, la escritora hab¨ªa logrado convertir en un enigma casi todo lo que rodeaba a su vida privada. En el ¨²ltimo mes y medio, sin embargo, Cornwell ha asistido, impotente, al escrutinio m¨¢s descarnado de su intimidad.
Durante las siete semanas que ha durado el juicio contra sus antiguos contables, a los que la escritora acus¨® de haberle ocasionado p¨¦rdidas multimillonarias por su mala gesti¨®n, la novelista ha visto su vida diseccionada con mayor precisi¨®n que cualquier autopsia que pudiera haber realizado la doctora Scarpetta, su personaje de ficci¨®n. ¡°Estos d¨ªas han sido peor que tragar ars¨¦nico¡±, confes¨® Cornwell en una entrevista a The Boston Globe, tras conocerse que sus administradores hab¨ªan sido condenados a pagarle 38,6 millones.
El proceso judicial ha dejado al descubierto las excentricidades, las miserias y el lado m¨¢s paranoico de la famosa escritora. Cornwell, de 59 a?os, nunca ha escondido que padece un trastorno bipolar o que sufri¨® abusos psicol¨®gicos por parte de su padre -que falleci¨® cuando ella ten¨ªa siete- y en las familias de acogida con las que vivi¨® de ni?a, cuando su madre tuvo que ser internada por depresi¨®n. "Mis hermanos no paraban de decirme lo fea que era, si ahora parezco superficial es porque a¨²n sigo insegura de mi aspecto f¨ªsico", escribi¨® para The Observer en 2009.
Cornwell tambi¨¦n ha sufrido depresi¨®n, como su madre, y anorexia nerviosa, pero es su trastorno bipolar el que la determin¨® a ceder, en 2004, todo el control de sus finanzas a la empresa contable Anchin, Block and Anchin. "Debido a mi enfermedad, ten¨ªa problemas para manejar mis finanzas", declar¨® la novelista en el juicio. Cuando, cuatro a?os despu¨¦s, comprob¨® que en su cuenta s¨®lo quedaban 9,8 millones casi el equivalente a lo que se embolsa en un a?o, pidi¨® explicaciones a sus administradores, quienes alegaron que el elevado tren de vida de Cornwell y su mujer, la doctora Staci Ann Gruber, era el responsable del estado de sus cuentas.
Un servicio de coche de alquiler de 756 euros diarios; 7,5 por la renovaci¨®n de una mansi¨®n en Massachusetts; 900.000 euros por la adquisici¨®n de un apartamento en Florida; 30.300 euros mensuales por un apartamento en la Trump Tower de Nueva York -que abandon¨® a los pocos meses-; 152.000 euros por los impuestos del helic¨®ptero que posee; cinco millones en viajes en jets privados;..."Me gustan los coches espectaculares y los lugares bonitos. Soy millonaria, no puedes esperar que viva en la miseria", dijo en el juicio. Cornwell explic¨® que se ve obligada a cambiar tan a menudo de residencia cuando escribe, por sus problemas de concentraci¨®n. Ruidos de obras, vecinos amables que pasan a saludar demasiado... son suficientes para que se mude, reconoci¨®. Una muestra m¨¢s de su car¨¢cter que qued¨® expuesta en el proceso, otro trago de ars¨¦nico...
Los m¨¢s de 100 millones de libros vendidos de la saga de la doctora Scarpetta han llenado de dinero el bolsillo de Cornwell, pero tambi¨¦n han hecho crecer las obsesiones de la escritora. Los abogados de la defensa hicieron p¨²blicos mensajes privados en los que criticaba a otros amigos, adem¨¢s de un listado que ella remiti¨® a la polic¨ªa de Massachusetts con los nombres de quienes consideraba una amenaza para ella, entre los que se encontraban antiguas amantes y otra escritora de misterio, Kathy Reichs, a la que consideraba su rival. "No hace m¨¢s que criticarme y quiere ocupar mi lugar", escribi¨® a las autoridades.
La autora ha asegurado que parte del dinero obtenido en el juicio lo donar¨¢ a una instituci¨®n de enfermos mentales. Ahora trata de concentrarse para terminar de escribir la nueva novela de la doctora Scarpetta. Esta vez, Cornwell tiene material de primera mano para construir la intriga.
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