Napa despu¨¦s de ¡®Entre copas¡¯
A vinateros y sumilleres no les entusiasm¨® una pel¨ªcula que dicen que hundi¨® el merlot de la zona. Ya recuperado, el valle californiano representa lo mejor del vino estadounidense desde hace cuarenta a?os.
A vista de p¨¢jaro, el valle de Napa no parece gran cosa: un pedazo de California que no llega a los cincuenta kil¨®metros cuadrados y en el que viven unas 135.000 personas. Sin embargo, una vez all¨ª se ve a las claras que no tiene nada de normal. Un para¨ªso para aficionados a la gastronom¨ªa que se abri¨® a los turistas tras esa ?pel¨ªcula con Oscar llamada Entre copas. Un viaje de dos amigos que provoc¨® en 2004 un boom de los vinos de Napa, aunque a muchos vinateros y sumilleres de la zona no les entusiasmara ese ¨¦xito. ¡°Entre copas no est¨¢ mal, y es cierto que ayud¨® a que el valle recibiera m¨¢s turistas y dem¨¢s. Pero hundi¨® el merlot¡±, lamenta Scott Barber, cuya tarjeta reza ¡°wine educator (educador vin¨ªcola) del hotel Meadowood¡±, levant¨¢ndose de la silla y alzando los brazos. ¡°Esos dis??cursos de Paul Giamatti respecto a esa variedad calaron en los compradores y la uva se hundi¨®. Muchos la arrancaron y se pusieron a plantar pinot noir como locos. Solo ahora, el merlot est¨¢ volviendo a sus fueros. Ah, y escribe esto para tus lectores, por favor: el 1961 Ch?teau Cheval Blanc que se toma Miles [el personaje de Giamatti] al final es una mezcla de cabernet franc y¡ ??merlot!!¡±.
El renombre de los caldos californanios viene de mucho m¨¢s lejos. Fue en 1976 cuando, por una extra?a carambola, los vinos de Napa fueron invitados a Par¨ªs, donde un jurado de nueve nombres ilustres los degustar¨ªa: Pierre Br¨¦joux, Michel Dovaz, Claude Dubois-Millot, Odette Kahn, Raymond Oliver, Pierre Tari, Christian Vannequ¨¦, Aubert de Villaine y Jean Claude-Vrinat. El organizador del evento, Steven Spurrier, invit¨® tambi¨¦n a los cr¨ªticos gastron¨®micos de Le Monde y Le Figaro. Lo que no dijo al grupo de notables franceses, entre los que se encontraban el sumiller de Le Tour d¡¯Argent, el chef de Le Grand V¨¦four o el editor de Revue du Vin de France, es que los probar¨ªan contra los franceses. Ese giro imprevisto resultar¨ªa mila?groso para Napa: los vinos californianos ganar¨ªan por la mano a los de la grandeur y desencadenar¨ªan un terremoto que provocar¨ªa que dejaran de ser vistos como un invento estadounidense.
¡°Aquello fue la gran explosi¨®n. M¨¢s all¨¢ de los grandes nombres como Robert Mondavi, que nuestros vinos fueran capaces de superar a los franceses hizo que muchos nos empezaran a tomar en serio¡±. Barber dice esto mientras apura ¨Cc¨®mo no¨C una copa de merlot en el s¨®tano de Goose & Gander, donde, al calor de los c¨®cteles del barman m¨¢s popular de San Francisco, Scott Beattie, se juntan los mejores sumilleres de la zona. ¡°En Napa hemos puesto mucho esfuerzo en que los que nos visitan aprendan algo del vino. No se trata solo de que lo compren, sino de que sepan c¨®mo apreciarlo. Creo que ese es el mejor modo de crear clientes: aquellos que compran porque realmente les interesa. Ese perfil es mucho m¨¢s interesante que el del comprador ocasional¡±.
Los vinos californianos fueron descubiertos en un concurso en Par¨ªs en 1976 al ganar a las marcas francesas
En este territorio al que el sol trata con generosidad y las lluvias con cordura est¨¢ una de las industrias del vino m¨¢s poderosas del mundo: 500 bodegas trabajan para empujar el vino de la zona. ¡°No hay competencia, no es algo que nos beneficie. No tenemos secretos, y si alg¨²n vinatero viene a vernos, le recibimos y le ense?amos. Lo que es bueno para uno lo es para todos, y eso es algo que tenemos claro desde mediados de los setenta, cuando los vinos de Napa fueron descubiertos a los ojos del mundo¡±. Lo dice Christine Amey, que sabe de lo que habla, ya que uno de los vinos de su bodega, el Chateau Montelena Chardonnay de 1973 (una de las pocas botellas que presumen de estar en el archivo de historia del Museo Smithsonian), fue el culpable de que Napa se convirtiera en una industria millonaria, que hoy mueve 10 billones de d¨®lares.
A lo largo de los d¨ªas en los que visit¨® el territorio El Pa¨ªs Semanal, invitado por la oficina de turismo del valle, las conversaciones se trasladaron del mundo del vino puro y duro (cuerpo, olores, sabores, grados de alcohol, elaboraci¨®n, especificaciones de los barriles o nuevas t¨¦cnicas de recogida de la uva) a algo que parece seducir a todo el mundo en Napa: el clima, y la huella que este deja en el valle. ¡°Dicen que hay unos 23 tipos de suelo; aqu¨ª tenemos 9. No es un dato soltado al azar, de ello depende que nuestros vinos puedan ser tan diversos en un territorio tan peque?o¡±. Lo cuenta Jason Heller en las instalaciones de Bond, una de esas bodegas con sabor a leyenda que es imposible visitar sin ser un cliente ¡°especial¡±. El sumiller y asociado sale a la terraza del recinto, desde donde se divisa buena parte del valle, y apunta a las vi?as mientras muestra unos tarros con arena (de varias texturas y condiciones) y c¨®mo ese suelo en particular beneficia a la uva escogida. ¡°Hay varios microclimas en Napa, y ese factor incide en el modo en el que plantamos y recogemos: es importante conocer esos detalles para apreciar despu¨¦s los matices del vino¡±. Bond, por ejemplo, es una de las marcas m¨¢s dif¨ªciles de encontrar fuera de Napa. No solo por sus precios (entre 250 y 450 euros), sino por lo limitado de su distribuci¨®n, algo cada vez m¨¢s extendido en la zona: ¡°Los precios los marca el mercado y vendemos gran parte de la cosecha con a?os de antelaci¨®n a los miembros de nuestra lista. Hay m¨¢s demanda que oferta y eso es algo que afecta a nuestra distribuci¨®n¡±.
Napa presume de multitud de vinos que solo pueden adquirirse en subastas. ¡°Al menos en Estados Unidos es una buena manera de comprar, y a veces los precios son bastante sorprendentes (por buenos)¡±, son palabras de Christopher Bates, chef y director de Le Fauche, un hotel de Pensilvania, nombrado mejor sumiller joven del mundo [escogido entre m¨¢s de 75.000 candidatos por la Soci¨¦t¨¦ Mondiale du Vin] y que acept¨® la invitaci¨®n de El Pa¨ªs Semanal para ser una suerte de gu¨ªa por una zona en la que uno podr¨ªa ir de bodega en bodega un mes sin pisar el mismo sitio. ¡°Es el triunfo de una manera de ver el vino. Que todas las bodegas reivindiquen el t¨¦rmino ¡®Napa¡¯ por encima de sus singularidades puede darte una idea de lo importante que es aqu¨ª el sentido de comunidad. No conozco ninguna otra zona en la que unos y otros se ayuden en lugar de ponerse la zancadilla¡±.
La mayor¨ªa de las bodegas ?visitadas est¨¢n dirigidas por mujeres, y ese parece ser un ¨Cotro¨C rasgo distintivo de los que inun?dan Nap?a: ¡°Hemos estado en el negocio desde hace d¨¦cadas y demostrado que podemos ser grandes gestoras. Por no decir que nuestra nariz es m¨¢s aguda [risas], lo dicen los cient¨ªficos, que conste¡±, explica Joyce McCollum. Su jefa, Cathy Corison, como Shannon Staglin (de las vi?as Staglin), Sarah McCrea (de las m¨¢s solitarias Stony Hill) o Christine Amey, representa ese esp¨ªritu ins¨®lito que preside un valle de veranos suaves e inviernos llenos de niebla. Un territorio en el que la venta de vino gener¨® cuatro millones de beneficio en 2012. Probablemente una parte de ellos gracias a Entre copas, aunque los locales prefirieran glosar las excelencias de Bottle shock, filme de 2008 sobre Steven Spurrier al que encarna el siempre brillante Alan Rickman que se centra en el concurso de 1976.
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