El d¨ªa para delinquir
Sabemos todos que cuanto m¨¢s se enreda un caso judicial mejor parados suelen salir los acusados
Lo menos que siente cualquier ciudadano al leer en la prensa los tejemanejes de la Justicia para repartirse el caso B¨¢rcenas es perplejidad.
?Por qu¨¦ dos jueces de la Audiencia Nacional pueden llegar a pugnar por instruir un asunto? ?Qu¨¦ intereses, personales, pol¨ªticos o profesionales pueden hacer que la Magistratura se divida y se convierta en el foco de la atenci¨®n medi¨¢tica, por encima del cogollo del caso, que no es otro que la presunta corrupci¨®n generada en un partido pol¨ªtico en torno a las comisiones ilegales pagadas por empresarios?
Por experiencia, sabemos todos que cuanto m¨¢s se enreda un caso judicial mejor parados suelen salir los acusados. Las dilaciones pueden acabar con extinci¨®n del delito, por ejemplo. No est¨¢ muy lejos en el tiempo la haza?a de los abogados de Emilio Bot¨ªn, que nos impidi¨® saber si el mayor banquero espa?ol era culpable o no de las cesiones de cr¨¦dito. Los grandes bufetes de abogados sol¨ªan tener su mejor arma en ese recurso. Porque algunos delitos ten¨ªan fecha de caducidad, como las conservas de pescado.
Es inquietante saber algo al respecto cuando se leen los peri¨®dicos. Saber si un juez es progresista o conservador, si es cercano al PP o al PSOE. Lo que no puede sino crear una inseguridad de gran calibre. De que esto sea as¨ª se han encargado el propio conjunto de los jueces, a trav¨¦s de sus asociaciones, y los partidos pol¨ªticos, que cuando consiguen mayor¨ªa de sus simpatizantes en instancias corporativas como el Consejo General del Poder Judicial, o profesionales, como el Tribunal Constitucional suelen aprovechar la circunstancia para mover salas o convalidar leyes, mientras dan palmas con las orejas.
Pablo Ruz se ha convertido, probablemente a su pesar, en el favorito del Partido Popular para instruir el caso B¨¢rcenas. ?Por qu¨¦? Por una circunstancia ajena a ¨¦l: en pocos meses, dejar¨¢ de ser titular del Juzgado n¨²mero 5, porque es un sustituto provisional, un interino. Eso, sin lugar a dudas, alargar¨¢ la causa en un tiempo indeterminado.
A Javier G¨®mez Berm¨²dez, titular del Juzgado n¨²mero 3 de la misma Audiencia Nacional, le pasa lo contrario: el PP le detesta. Por su actuaci¨®n durante el juicio del 11-M, en el que qued¨® demostrada sin asomo de duda la autor¨ªa de los atentados de Madrid en 2004. La herida en el PP sigue abierta. La propia secretaria general del partido, la inefable Mar¨ªa Dolores de Cospedal, volvi¨® hace poco a poner en duda los resultados de la investigaci¨®n y la justeza de la sentencia. M¨¢s grave a¨²n es que lo hiciera delante del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no pesta?e¨® ante las barbaridades de su ejemplar protegida. Cospedal hab¨ªa dicho un par de minutos antes que ya estaba tranquila sobre el asunto B¨¢rcenas porque estaba judicializado.
?Seguir¨¢ tranquila Cospedal sabiendo que Berm¨²dez est¨¢ tras el asunto de las presuntas comisiones pagadas por empresarios a los que B¨¢rcenas cita en su al parecer aut¨¦ntica contabilidad paralela? Parece imaginable que no.
Y ah¨ª es donde entra el fiscal general, Torres Dulce, que ha tomado partido para que sea Pablo Ruz el que se haga cargo del sumario completo. ?Con buena o con mala fe?
Es desastroso que pueda caber la duda al respecto. Sea cual sea el resultado de la que podemos imaginar limpia pugna, ya est¨¢n puestas las bases para dinamitar la instrucci¨®n. Un juez que tiene que irse, lo que facilita la dilaci¨®n del procedimiento. Y un juez que, seg¨²n la feroz derecha empujada por un rencoroso Aznar y un fan¨¢tico Jaime Mayor Oreja, es hostil al PP.
Para el com¨²n, la Justicia aparece ya tocada. Bien es cierto que, como instituci¨®n, se lo ha ganado a pulso. No hay m¨¢s que recordar el caso Garz¨®n o el caso G¨®mez de Lia?o para saber c¨®mo se las gastan algunos dentro de la carrera. Pero lo grave es que siembra la desconfianza entre los ciudadanos. De una manera que habr¨¢ (habr¨¢n, ellos) que abordar alg¨²n d¨ªa. Porque no es soportable que ese pilar esencial del Estado se ponga en duda de forma permanente.
Recuerdo una tertulia a la que a veces acud¨ªa hace a?os, en la que uno de los participantes era juez, y otro, que era periodista, siempre le hac¨ªa la misma pregunta, envuelta en risotadas:
¡ª?Cu¨¢ndo est¨¢s de guardia? Lo digo para delinquir ese d¨ªa.
Ning¨²n ciudadano, ning¨²n periodista, deber¨ªa tener que saber de qu¨¦ pie cojea ning¨²n juez espa?ol. Saberlo acaba siendo informaci¨®n privilegiada, que est¨¢ penada para ciertas cosas.
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