El futuro de las pensiones
El envejecimiento de la poblaci¨®n y la ca¨ªda de las cotizaciones obligan a reformar el sistema p¨²blico de forma urgente. Ni el crecimiento esperado ni el aumento de la productividad garantizan su sostenibilidad
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?Muchos ciudadanos est¨¢n hoy preocupados por el futuro de sus pensiones por dos razones: a medio plazo, por la ca¨ªda creciente del n¨²mero de cotizantes y el aumento del n¨²mero de beneficiarios. Por un lado, el n¨²mero de afiliados a la Seguridad Social alcanz¨® su m¨¢ximo hist¨®rico en 2007, con 19,4 millones cayendo en 2012 a 16,1 millones, una ca¨ªda de 3,3 millones en cinco a?os. Por otro, a finales de 2012, la tasa de los beneficiarios de prestaciones de desempleo alcanz¨® 2,8 millones, de los que 1,3 millones recib¨ªan una prestaci¨®n contributiva, 1,1 millones un subsidio de desempleo y 0,4 millones una renta activa de reinserci¨®n de 426 euros. En 2012, el n¨²mero de cotizantes en proporci¨®n del n¨²mero de pensiones que se han abonado (y no de pensionistas, ya que hay un mill¨®n de beneficiarios que cobran m¨¢s de una pensi¨®n) era 1,9.
A largo plazo, la preocupaci¨®n nace por el envejecimiento creciente de la poblaci¨®n y por el menor tama?o de las cohortes j¨®venes que tendr¨¢n que pagar las pensiones de las familias numerosas que ahora se jubilan. Seg¨²n las recientes proyecciones de la poblaci¨®n del INE 2012-2052, la esperanza de vida al nacer pasar¨¢ de 79,1 a?os en 2011 a 86,9 a?os en 2051 y la esperanza de vida a los 65 a?os pasar¨¢ de 18,4 a 24 a?os (89) para los varones y de 22,3 a 27,3 para las mujeres (92,3). Los nacimientos ser¨¢n menores que las defunciones a partir de 2022, con lo que la poblaci¨®n total caer¨¢ 3,5 millones en 2051. Finalmente, en 2051, el n¨²mero de personas en edad de trabajar (16-64 a?os) igualar¨¢ el n¨²mero de personas inactivas, es decir, de m¨¢s de 64 o menos de 16 a?os, luego la tasa de dependencia ser¨¢ 100%, cuando en 2012 ha sido 50,4%. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el INE estima que en dicho periodo no habr¨¢ inmigraci¨®n neta, lo que es muy discutible.
?Cu¨¢les son los problemas detectados por los expertos en pensiones?
Primero. Tanto Jos¨¦ Ignacio Conde-Ruiz y Clara Gonz¨¢lez (2011) como ?ngel de la Fuente y Rafael Dom¨¦nech (2012) estiman que la Ley de Reforma de las Pensiones de 2011 solo reduce en un tercio el aumento previsto del gasto en pensiones hasta 2050 que pasar¨ªa del 9% del PIB en 2010 al 18% en 2050. Jos¨¦ Antonio Herce (2010) recuerda que la edad de jubilaci¨®n a los 65 a?os fue introducida en Espa?a en 1919, cuando el 90% de la poblaci¨®n no llegaba a cumplirlos y 81 a?os m¨¢s tarde, el 90% de la poblaci¨®n supera dicha edad. Por ello, estos expertos demandan una profundizaci¨®n de la reforma actual y un adelantamiento urgentemente de la entrada en vigor de su ¡°factor de sostenibilidad¡± que dicha reforma incorpora en 2027.
El d¨¦ficit en pensiones previsto para 2025 (el 1% del PIB) ha sido alcanzado ya en 2012, 13 a?os antes
Segundo. Sergi Jim¨¦nez (2013) acaba de estimar que el d¨¦ficit de pensiones previsto para 2025 (1% del PIB) ha sido alcanzado ya en 2012, 13 a?os antes y Conde-Ruiz (2013) acaba de calcular que la proporci¨®n de entre afiliados al sistema, no desempleados, y pensionistas ha ca¨ªdo hasta 1,96 en 2012, haciendo imposible volver al 2,5 de 2007, cuando trabajaban 2 millones de personas en la construcci¨®n y el envejecimiento no estaba tan avanzado. En 2012, el gasto en pensiones alcanz¨® ya el 10% del PIB, una subida de un punto porcentual en dos a?os, subiendo los pensionistas un 4% y cayendo los cotizantes un 3%.
Tercero. El crecimiento de la productividad por persona empleada es muy importante para la sostenibilidad del sistema, pero ocurre que sus incrementos suelen terminar traslad¨¢ndose a los salarios y por tanto a las pensiones, que dependen de los salarios durante toda la vida laboral, como ya mostraron Conde-Ruiz y Javier Alonso (2006) cuando estimaban que el gasto en pensiones en relaci¨®n al PIB variar¨ªa poco con el crecimiento de la productividad, incluso reduciendo la indexaci¨®n de salarios a pensiones y por tanto la generosidad del sistema.
Cuarto. Aunque la productividad por persona empleada crezca mucho, el PIB en 2050 ser¨¢ menor del esperado. Michele Boldrin y Sergi Jim¨¦nez (2010) han mostrado que el tama?o de las nuevas cohortes ser¨¢ inferior al actual, dada la ca¨ªda de la tasa de fecundidad. Bajo un supuesto muy optimista, en que la productividad del trabajo crezca al 1,5% anual (cuando ha crecido 0,8% en los ¨²ltimos 20 a?os) y la tasa de empleo suba al 70% de la poblaci¨®n en edad de trabajar (cuando ha sido el 44,6%, en 2012), calculan que el PIB resultante ser¨ªa solo 1,8 veces el de 2010.
Si la productividad creciese al 1% anual, el PIB ser¨ªa 1,5 veces el PIB actual y si la productividad creciese al 0,8% anual y la tasa de empleo fuese del 60%, el PIB en 2050 solo ser¨ªa 1,1 veces el de 2010. En dicho periodo, el gasto en pensiones se duplicar¨¢ con toda seguridad, ya que todos los que ser¨¢n pensionistas en 2050 han nacido ya y los mayores de 65 a?os alcanzar¨¢n 15,6 millones.
Quinto. El ¡°factor de estabilidad¡± de la actual ley est¨¢ previsto que se incorpore en 2027, estableciendo que, cada cinco a?os, los par¨¢metros se revisar¨¢n seg¨²n la esperanza de vida media a los 67. Pero las proyecciones del INE estiman que ya en 2032 la tasa de dependencia alcanzar¨ªa 67,8%, al ser un 45,2% del total mayor de 64 a?os y un 22,6% menor de 16, con casi 7 personas inactivas por cada 10 en edad de trabajar.
?Qu¨¦ medidas podr¨ªan hacer viable y predecible el sistema de pensiones?
Es preferible retrasar la edad de jubilaci¨®n que aumentar los impuestos sobre el trabajo
Primero. J. E. Devesa, M. Devesa, Dom¨ªnguez, Encinas, Meneu y Nagore (2012) estiman que la soluci¨®n a este problema es muy dif¨ªcil, ya que, seg¨²n el par¨¢metro que se ajuste, el riesgo recae sobre un determinado colectivo. Si se ajustan los a?os cotizados o la edad de jubilaci¨®n, recae sobre los nuevos pensionistas; si se ajusta la revalorizaci¨®n, sobre los pensionistas existentes y si se sube el tipo de cotizaci¨®n, sobre los cotizantes. Calculan que para lograr un equilibrio financiero en 2045, ser¨ªa necesario o un aumento progresivo de la edad de jubilaci¨®n hasta los 70 a?os en 2047, o un incremento de los a?os cotizados hasta 42,5 o una reducci¨®n de la pensi¨®n inicial del 21%.
Segundo. Javier D¨ªaz Jim¨¦nez y Juli¨¢n D¨ªaz Saavedra (2011), tras un sofisticado c¨¢lculo sobre c¨®mo hacer sostenible el sistema de reparto actual, muestran que es preferible retrasar la edad de jubilaci¨®n que aumentar los impuestos sobre el trabajo. Estiman que si, en 2010, se hubiese retrasado la edad de prejubilaci¨®n de 60 a 63 a?os y la de jubilaci¨®n de 65 a 68 a?os, el sistema hubiera sido sostenible hasta 2061 y hubiese habido mejora del bienestar desde 2021.
Tercero. Tanto Jim¨¦nez (2013) como Conde-Ruiz (2013) plantean la opci¨®n de una transici¨®n desde el sistema actual de prestaci¨®n definida al de contribuci¨®n definida, como en otros pa¨ªses europeos, dado que tanto la demograf¨ªa como el mercado de trabajo est¨¢n sujetos a mucha incertidumbre a largo plazo. Creen que la pensi¨®n debe de depender de todas las cotizaciones realizadas y que debe ajustarse de forma actuarial en funci¨®n de la edad de retiro y de la esperanza de vida de cada cohorte. Adem¨¢s, dado que no todos los individuos tienen la misma esperanza de vida, un sistema de esta naturaleza dar¨ªa flexibilidad a la jubilaci¨®n sin poner en riesgo su sostenibilidad.
Cuarto. Conde-Ruiz (2013) advierte, asimismo, que est¨¢ haci¨¦ndose ya una ¡°reforma silenciosa¡±, que consiste en mantener constante, en t¨¦rminos reales, la pensi¨®n m¨¢xima, mientras se aumenta la base m¨¢xima de cotizaci¨®n, haciendo que la pensi¨®n de los trabajadores con pensi¨®n m¨¢xima sea cada vez menor en proporci¨®n de su salario y llegando, eventualmente, a que una gran mayor¨ªa de los pensionistas pudiesen cobrar la pensi¨®n m¨¢xima, cotizando menos que aquellos con pensi¨®n m¨¢xima. Este sistema hace que los aumentos de la productividad o de los salarios no se trasladen a la pensi¨®n m¨¢xima, al permanecer constante por ley, logrando as¨ª reducir el gasto total en pensiones por la puerta de atr¨¢s y sin transparencia alguna.
En resumen, la reforma del actual sistema de pensiones es muy necesaria, bastante urgente y debe de ser precedida de un debate abierto, tanto en el marco del Pacto de Toledo, como entre los agentes sociales, los expertos en pensiones y la sociedad.
Guillermo de la Dehesa es Presidente del Centre for Economic Policy Research CEPR y Presidente del Foro de Expertos del Instituto Aviva de Ahorro y Pensiones
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