Los ausentes
Los funerales de Hugo Ch¨¢vez ofrecieron la imagen de un pa¨ªs unido en el dolor. Pero las c¨¢maras no captaron a una multitud silenciosa: los millones de venezolanos que rechazan el chavismo, y que hoy vuelven a escena
Miles de venezolanos, dos millones seg¨²n el Gobierno, asistieron hace un mes a las pompas f¨²nebres del presidente Hugo Ch¨¢vez en Caracas. Otros cientos de fieles lo lloraron en las principales plazas de toda la naci¨®n. Durante varios d¨ªas ese fue el retrato de Venezuela: el de una multitud unida en el dolor por la p¨¦rdida de su l¨ªder, el de un pa¨ªs hu¨¦rfano y desolado.
En esa imagen de teleobjetivo no hab¨ªa cabida para otra multitud, casi invisible, ausente, como si se hubiera convertido en ¡°polvo c¨®smico¡± para cumplir un deseo recurrente del difunto. Pero, por m¨¢s que pretenda desconocerlo el Gobierno, existen m¨¢s de seis millones y medio de venezolanos que no comulgan con su proyecto y lo resisten activa o pasivamente, a pesar de ser degradados desde el poder d¨ªa tras d¨ªa.
Pasado el prolongado duelo oficial, esos millones vuelven a escena. Y, una vez m¨¢s con el viento en contra, participar¨¢n en las elecciones presidenciales del 14 de abril. Sin mayores recursos frente a la aplastante maquinaria del Estado activada en la campa?a del candidato oficial, en una din¨¢mica inconstitucional que ya es rutina. El Gobierno no solo tratar¨¢ de vencerlos, sino de humillarlos.
Pol¨ªticamente segregados y estigmatizados como escu¨¢lidos, oligarcas, ap¨¢tridas y pitiyanquis por disentir, millones de ciudadanos ¡ªm¨¢s del 44% de quienes votaron en octubre de 2012¡ª no se resignan y siguen resistiendo tercamente. Con l¨ªderes que van y vienen, que tienen cada vez menos espacio en los medios audiovisuales, menos propaganda y ninguna posibilidad de que sus demandas de equidad sean atendidas por un ¨¢rbitro electoral sesgado.
Tal vez vivir¨ªan mejor con un peque?o gesto de sumisi¨®n o algo de oportunismo. Cooperando, como una vez sugiri¨® el Gobierno a los empresarios. Lo que no logra comprender el chavismo es que no se trata de un problema de masoquismo ni de una perversa afici¨®n a la derrota. Lo que no se explica es c¨®mo la oposici¨®n se levanta y sigue en pie despu¨¦s de haber sufrido una p¨¦rdida tras otra en m¨¢s de una docena de elecciones, durante un v¨ªa crucis de 14 a?os.
El esp¨ªritu de resistencia
de la oposici¨®n se forj¨®
en la lucha contra los reg¨ªmenes militares
No ha sido f¨¢cil. Para comenzar, se han cometido errores tremendos: subestimar a Ch¨¢vez, jugar la carta del golpe en 2002, la de la huelga petrolera, la del retiro de las parlamentarias en 2005 y los a?os de fragmentaci¨®n antes de forjar una alianza. Pero, sobre todo, han sufrido los excesos de la popularidad de Ch¨¢vez y el abuso de poder.
Millones de opositores comunes fueron fichados en una lista negra que los excluye de empleos p¨²blicos o contratos simplemente por solicitar un referendo. Sus dirigentes han sido y son espiados, grabados ilegalmente, neutralizados con juicios por presunta corrupci¨®n y claro tinte pol¨ªtico. Han sido vetados de cargos p¨²blicos con ardides legalistas, como sucedi¨® al exalcalde Leopoldo L¨®pez para bloquear su candidatura presidencial; encarcelados sin juicio, como el candidato presidencial Henrique Capriles, o despojados de atribuciones y recursos, como le ocurri¨® a Antonio Ledezma tras ganar una alcald¨ªa clave.
Han padecido la eliminaci¨®n del financiamiento p¨²blico de los partidos desde 1999, el control chavista de todos los poderes; manotazos y chantajes a los medios de comunicaci¨®n privados, la veda en los p¨²blicos, y cambios en las reglas de juego electorales como el que permiti¨® al Gobierno hacerse de m¨¢s esca?os con menos votos y sin el cual no controlar¨ªa el Parlamento. Son verdaderos expertos en adversidades. Han competido y compiten en condiciones absolutamente desiguales, con un ventajismo oficial tan descarado que hoy siete ministros, entre ellos el de Energ¨ªa y Petr¨®leo y el de Finanzas, integran el comando de campa?a de Nicol¨¢s Maduro.
En abril se enfrentar¨¢n
de nuevo a la aplastante
maquinaria del Estado,
puesta al servicio
del candidato oficial
Y, sin embargo, no han hecho otra cosa que crecer. Lenta pero sostenidamente, como destac¨® una vez el pol¨ªtico izquierdista y editor Teodoro Petkoff. No es obra de la CIA ni consecuencia del crecimiento de la poblaci¨®n.
Entre 2006 y 2012, la oposici¨®n conquist¨® 2.298.838 votos nuevos, casi tres veces m¨¢s que el Gobierno, con 882.052. En seis a?os, la ventaja de Ch¨¢vez cay¨® m¨¢s de 15 puntos porcentuales: de 25,9% a 10,7%. M¨¢s a¨²n, esa ca¨ªda se registr¨® en el periodo de mayor bonanza petrolera, de mayor gasto p¨²blico, de m¨¢s misiones sociales, de ofertas cada vez m¨¢s tentadoras como casas amobladas, equipadas y decoradas con una gran foto del comandante-presidente.
Detr¨¢s de esa perseverancia, incomprensible para el Gobierno, respira un esp¨ªritu cr¨ªtico y una resistencia al sometimiento forjados tanto en los a?os de lucha contra los muchos reg¨ªmenes militares que ha vivido el pa¨ªs como en las pocas d¨¦cadas de democracia y alternancia pol¨ªtica.
En una ocasi¨®n, tras unos comicios en los que la oposici¨®n mostr¨® avances, el presidente cont¨® que Fidel Castro le hab¨ªa dicho: ¡°Ch¨¢vez, en Venezuela no puede haber cuatro millones de oligarcas¡±. El viejo zorro cubano se refer¨ªa al espejismo favorito del chavismo: pensar que todos los pobres los apoyan autom¨¢ticamente, por conciencia de clase o por conveniencia; que solo los ricos y la clase media cuestionan su gesti¨®n, su manera de gobernar autocr¨¢ticamente y su intenci¨®n manifiesta de perpetuarse en el poder.
Son m¨¢s que conocidas las razones por las cuales ¡°la burgues¨ªa¡± adversa al chavismo. Algo visto como natural e ideol¨®gicamente propicio por el Gobierno. Lo que no est¨¢ tan claro, lo que resulta un enigma para el chavismo, es por qu¨¦ hay pobres que no se dejaron cautivar por los cantos de Ch¨¢vez, por las misiones de asistencia social o por los electrodom¨¦sticos que se han regalado en varias campa?as.
Para el Gobierno es un
enigma que haya
pobres que no se
dejaron cautivar por
los cantos de Ch¨¢vez
?Por qu¨¦? En la pasada campa?a presidencial, durante un recorrido period¨ªstico por barriadas pobres del interior del pa¨ªs con una caravana del candidato Henrique Capriles, hice esa pregunta repetidamente y las dos respuestas m¨¢s frecuentes fueron: inseguridad y cambio. Aun teniendo tantos problemas concretos adem¨¢s de la violencia ¡ªinflaci¨®n, desempleo, desabastecimiento, servicios p¨²blicos¡ª hablaban de cambio, de alternancia pol¨ªtica.
Ch¨¢vez fue reelegido hace unos meses por 8,1 millones de un total de 18,9 millones de electores. No hay en Venezuela 11 millones de oligarcas, entre opositores y abstencionistas. Si esos pobres de la provincia que apoyaban a Capriles no se engancharon al carism¨¢tico l¨ªder o se desencantaron ante la ineficacia del Gobierno, ?qu¨¦ puede esperar su desangelado sucesor?
El presidente interino arranc¨® la campa?a prometiendo acabar con la inseguridad que en la ¨²ltima d¨¦cada ha llevado al pa¨ªs a convertirse en el campe¨®n del crimen en Suram¨¦rica, pero no podr¨¢ representar ni un ligero cambio mientras siga andando con la fotograf¨ªa de su mentor bajo el brazo, tratando de imitarlo. Montado sobre el duelo, Maduro conf¨ªa en ganar con el mito de Ch¨¢vez como aval. Pero ese mito puede resultarle tambi¨¦n bastante pesado.
El excanciller no solo carece del carisma de su glorificado ¡°padre¡±, con quien no podr¨¢ evitar ser comparado, sino que heredar¨¢ una crisis econ¨®mica, una enorme e incompetente burocracia, una industria petrolera estancada por decir lo menos y problemas acuciantes. Tendr¨¢ que atender adem¨¢s los apetitos dentro su partido, de las fuerzas armadas y de Cuba, y afrontar la pugnacidad que se avecina si persiste en la radicalizaci¨®n de la autodenominada revoluci¨®n bolivariana. No habr¨¢ luna de miel para ¨¦l.
Tampoco para Capriles, si se produjera una sorpresa. Pero, en medio del delirante clima de santificaci¨®n de Ch¨¢vez, pocos creen que logre ganar. Es probable que mantenga el respaldo de hace seis meses o que disminuya, incluso, si no alcanza a reanimar a los votantes en esta campa?a rel¨¢mpago. Puede que la oposici¨®n pierda de nuevo y se desmoralice, que culpe al candidato, que se flagele y se hunda en la frustraci¨®n por un tiempo. Pero no se convertir¨¢ en polvo c¨®smico. Las aguas volver¨¢n a su cauce. Y seguir¨¢n siendo millones de venezolanos, aunque el chavismo pretenda ignorarlo y prefiera regodearse en su pa¨ªs de teleobjetivo.
Cristina Marcano es periodista y escritora. Ha publicado, junto a Alberto Barrera Tyszca, Hugo Ch¨¢vez sin uniforme. Una historia personal (Debate), una biograf¨ªa del expresidente de Venezuela.
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