Diez espacios naturales de Espa?a que me enamoraron
Espa?a es uno de los pa¨ªses con mayor diversidad de paisajes y ecosistemas de Europa. Es dif¨ªcil decantarse por un paraje natural en concreto porque hay cientos interesantes, desde glaciares en el Pirineo a desiertos en Almer¨ªa. Pero puestos a seleccionar, estos diez me enamoraron:
Nunca un desastre ecol¨®gico creo tanta belleza. Los romanos combinaron la acci¨®n de hombre y del agua a presi¨®n para horadar esta monta?a de Le¨®n en busca de oro. Cuando se fueron lo que qued¨® atr¨¢s fue un paisaje irreal de pin¨¢culos, c¨¢rcavas y monta?as rojizas tapizadas por un extenso bosque de casta?os. La mejor hora para la visita es en el ocaso, cuando los rayos del sol postreros iluminan las arcillas encarnadas e incendian el escenario.
Impresionan solo con verlos a lo lejos. Unas gigantescas mazorcas de piedra conglomerada que se vuelven de oro cuando el sol se acuesta sobre ellas. La capital hist¨®rica del monta?ismo espa?ol. Y abajo, diminuto ante la majestuosidad de las paredes verticales, el peque?o pueblito de Riglos, encalado y silencioso, sin apenas ning¨²n elemento que rompa sus hechuras de aldea monta?esa.
El parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas es ese sitio donde los ciervos saludaban por su nombre a F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente. Uno de sus rincones m¨¢s agradables es este garganta oscura y h¨²meda que el r¨ªo Borosa forma poco antes de desaguar en el Guadalquivir. La roca pulida por la erosi¨®n verdea por la cantidad de musgo y helechos que la recubren, ayudando a crear un mundo h¨²medo y recogido donde el ¨²nico rumor lo produce el Borosa en su continuo excavar.
La Palma, como el resto de las Canarias, est¨¢ hecha a base de fuego y lava. Una g¨¦nesis volc¨¢nica que se hace patente en toda la cresta de conos que forma el espinazo de la isla. Un sendero recorre este paisaje sacado del Averno. Se desliza por un paisaje torturado y ¨²nico, donde la lava, las escorias y las extrusiones bas¨¢lticas pintan el decorado con toda la gama del ocre al negro. Hasta el nombre de los volcanes contribuye a la v¨¦lelas de la ruta: el Birigoyo, el Nambroque, el Hoyo Negro, el Duraznero¡
Un capricho de la naturaleza (junto a un concienzudo trabajo de su martillo ejecutor: la erosi¨®n)hicieron de la cuenca alta del r¨ªo Manzanares uno de los paisajes m¨¢s singulares de Madrid. Un gigantesco caos de bloques redondeados, los domos, que se acumulan uno encima de otro hasta culminar en el pico del Yelmo (1.714 metros), la cima de la Pedriza. Un laberinto de piedra en el que nada es lo que parece y donde es f¨¢cil perderse.
Reductos del ecosistema litoral gallego, las islas C¨ªes y sus vecinas Ons y Salvora han resistido milagrosamente al avance del urbanismo. En sus dunas, playas y acantilados pervive el matorral aut¨®ctono de la costa atl¨¢ntica. Anidan grandes colonias de gaviotas de patas amarillas. Y conservan los ¨²ltimos bosquetes de higueras y rebollos, relictos de la cubierta vegetal original. Las C¨ªes son tres: Monteagudo, Faro y San Marti?o. Las dos primeras comparten la playa de Rodas, una de las m¨¢s bellas de Galicia. Hay barcos diarias en temporada desde Vigo, Baiona y Cangas de Morrazo.
Una pared de arenisca y caliza de casi 100 metros de altura se eleva sobre las aguas del Atl¨¢ntico entre Barbate y Ca?os de Meca. Un espacio protegido desde 1989 en el que anidan gaviotas, grajillas, garcillas bueyeras y otras muchas especies de aves marinas. Sobre el acantilado despunta a¨²n la Torre del Tajo, atalaya desde las que los pescadores oteaban las incursiones piratas y los bancos de atunes. En marea baja la base del acantilado deja al descubierto docenas de hermosas calas y playitas, perfectas para un ba?o en intimidad, a las que solo se accede desde Ca?os de Meca.
Es una de las masas forestal de hayas y con¨ªferas m¨¢s densas del Pirineo Aragon¨¦s. Una selva de verdad. Pero que cambia del verde vibrante del verano al estallido multicolor de ocres, amarillos y almagres del oto?o. La selva de Oza cubre la cabecera del r¨ªo Arag¨®n Subord¨¢n, entre los macizos de Pe?aforca y Bisaur¨ªn, y est¨¢ considerada una reliquia del bosque pirenaico aut¨®ctono.
La cuenca alta de estos dos r¨ªos c¨¢ntabros es la gran mancha verde que antecede al parque nacional de Picos de Europa, por su vertiente sur. Un extenso bosque atl¨¢ntico, de 1.800 kil¨®metros cuadrados de superficie, que engloba a buena parte de los valles occidentales de Cantabria.Densas masas de roble, hayas, abedules, serbales y acebos cubren el parque natural m¨¢s grande de Cantabria. La carretera que lo cruza parece hundirse en el bosque, todo verde en verano; rojo y ocre en oto?o, como si los ¨¢rboles se echaran encima.
Cuando los glaciares se retiraron de la Cordillera Cant¨¢brica dejaron tras de s¨ª algunos charcos. Entre ellos los lagos de Saliencia, la zona m¨¢s espectacular y bella de todo el parque natural asturiano de Somiedo. El coche se deja en el alto de la Farrapona y de all¨ª se camina media hora hasta el primero de los lagos, el de la Cueva. La pista sigue en pronunciado ascenso para salvar un collado que antecede a los otros dep¨®sitos de agua: la laguna de la Almagrera (casi colmatada), el lago Calabazosa (tambi¨¦n conocido como Negro) y el lago Cerveriz.
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