Nueva generaci¨®n de cl¨¢sicos
Se les conoce como la quinta del 85. Son solistas espa?oles, m¨²sicos brillantes con gran porvenir. Una hornada que sali¨® del esplendor. Ahora afrontan con paso firme y herramientas propias la?crisis y atesoran ¨¦xito internacional.
En 1985, Espa?a no hab¨ªa ingresado en la Comunidad Europea. Faltaba un a?o. Pero ocurrieron cosas que estaban llamadas a traernos un rayo de luz casi tres d¨¦cadas despu¨¦s, en tiempos de crisis, cuando hasta esa llama en la que hemos depositado tanto orgullo de pertenencia queda a punto de fundirse y dejarnos en mitad de un apag¨®n sonoro de recortes que den al traste con lo labrado. La esperanza, en este caso, se escribe con m¨²sica¡
Cuando Manuel Blanco naci¨® en Daimiel (Ciudad Real), a¨²n no se hab¨ªa colocado la primera piedra de gran parte de los auditorios que existen hoy en Espa?a. Corr¨ªa precisamente el a?o 1985, y este, su pa¨ªs, sal¨ªa de un letargo hist¨®rico del que poco a poco se iban salvando las carencias. El vendaval y la avalancha de arte, de cultura que nos empezaba a iluminar ¨Cdesde la movida hasta la eclosi¨®n de festivales internacionales de m¨²sica¨C, coincid¨ªa con el hambre espiritual que padec¨ªamos hasta marcar un tremendo complejo de inferioridad con respecto a Europa.
A?os despu¨¦s, tras resolver la inc¨®gnita de su futuro, Manuel apart¨® de su mente y su horizonte la idea de dedicarse al toreo y se hizo trompetista. Hoy es el contundente solista de la Orquesta Nacional de Espa?a y ha ganado con la puntuaci¨®n m¨¢s alta de la historia el prestigioso concurso de int¨¦rpretes de M¨²nich. Muchos creen en Europa que, desaparecida la figura del legendario Maurice Andr¨¦, no se ha producido un fen¨®meno igual en su campo desde hace d¨¦cadas.
Ese mismo a?o tambi¨¦n nac¨ªa Judith J¨¢uregui en San Sebasti¨¢n. Entonces, una escuela como Musikene no exist¨ªa en su ciudad, ni se hab¨ªa convertido todav¨ªa en el hervidero de talento que es hoy. Es m¨¢s, faltaban centros especializados en Espa?a, y aquellos que deseaban dedicarse profesionalmente a la m¨²sica no contaban con lugares as¨ª, ni con otros de referencia como la Escuela Superior de M¨²sica de Catalu?a (ESMUC), en Barcelona, ni mucho menos la pionera y el gran referente internacional en ese campo que es la Escuela Reina Sof¨ªa, en Madrid. Hoy, esta pianista de 27 a?os, que acaba de publicar un disco de homenaje a Alicia de Larrocha, no deja de tocar en grupo con virtuosismo junto a int¨¦rpretes salidos de las aulas de Musikene.
Leticia Moreno: ¡°En el viol¨ªn trato de volcar la intensidad de todas mis pasiones¡±
Nacida en Madrid en 1985, debut¨® dentro del ciclo Juventudes Musicales cuando ten¨ªa 12 a?os. Despu¨¦s perfeccion¨® su talento junto a Rostrop¨®vich, Veng¨¦rov o Zakhar Bron. Ahora act¨²a frecuentemente por Europa y Am¨¦rica y ha tocado junto a orquestas de la talla de la Sinf¨®nica de Chicago o la Filarm¨®nica de Viena.
El caso de Leticia Moreno es aparte. Cuando Manolito Blanco y Judith J¨¢uregui andaban quiz¨¢ afinando sus superdotados o¨ªdos en la cuna, esta mujer de ojos enormes, espalda de piedra tallada y piel oscura ven¨ªa al mundo en Madrid. Poco despu¨¦s agarr¨® lo que hoy se ha convertido en una de las m¨¢s llamativas extremidades de su cuerpo: el viol¨ªn. Hab¨ªa empezado a tocarlo con seis a?os, en 1991, justo la fecha en que Mstislav Rostrop¨®vich se coloc¨® su violonchelo entre las piernas para defender la democracia en la moribunda Uni¨®n Sovi¨¦tica. Lo hizo tras el golpe de Estado sufrido por Gorbachov en el pa¨ªs que hab¨ªa abandonado junto a su esposa en 1974 y al que poco a poco fue regresando. Once a?os despu¨¦s, cuando Leticia ten¨ªa 17, se convirti¨® en su alumna. El maestro la ense?¨® durante los cinco ¨²ltimos a?os de su vida en sucesivos encuentros por varias ciudades europeas. Hoy ella triunfa junto a directores como Zubin Mehta y encara una carrera internacional con enormes oportunidades.
Nombres como los suyos o el del chelista granadino de 29 a?os Guillermo Pastrana ¨Cque vive ahora en Z¨²rich¨C o el director de orquesta Andr¨¦s Salado o el pianista argentino afincado en Espa?a Horacio Lavandera, la violinista Ana Mar¨ªa Valderrama, tambi¨¦n del 85¡ M¨²sicos que a¨²n no han llegado a cumplir los 30 y que son ya una realidad palpable, una referencia creciente en las salas de conciertos, nombres m¨¢s que balbucientes en los circuitos, un fruto, el fruto, un producto de a?os de bienes, de tranquilidad, de riqueza, de esfuerzo p¨²blico y apoyo privado con apa?ados ¨Ca la espera de una ley urgente¨C m¨¦todos de mecenazgo, que han logrado el objetivo y el sue?o acunado tras horas de estudio y desvelos de convertirse en m¨²sicos y vivir de ello.
?lvaro Guivert, director de contenidos de la Fundaci¨®n Alb¨¦niz, a la que est¨¢ adscrita la Escuela Reina Sof¨ªa, cree que se ha cuajado por fin una joven, nueva y s¨®lida generaci¨®n de int¨¦rpretes solistas en Espa?a. ¡°Hasta ahora hab¨ªa flores en el desierto. Pero desde hace unos a?os ya podemos hablar de generaciones¡±.
Manuel Blanco: ¡°Maurice Andr¨¦ me dijo que pose¨ªa el don de transmitir desde el coraz¨®n¡±
Naci¨® en Daimiel (Ciudad Real) en 1985. En M¨²nich, en 2011, se convirti¨® en el int¨¦rprete que consegu¨ªa m¨¢s puntuaci¨®n de la historia del concurso de solistas. A partir de ah¨ª comenz¨® una carrera internacional que compagina con su plaza en la Orquesta Nacional.
La explicaci¨®n viene dada por varios factores, seg¨²n Guivert. ¡°Unas infraestructuras muy bien dotadas, una mejora de la educaci¨®n y sobre todo un encuentro fluido y continuado entre p¨²blico e int¨¦rpretes¡±. Inter¨¦s, armon¨ªa y h¨¢bito. La m¨²sica en las ciudades de todo el pa¨ªs no ha sido en los ¨²ltimos tiempos un acontecimiento aislado, sino una costumbre continua, un placer que no se interrump¨ªa alimentado por las decenas de ciclos y programaciones que se han sucedido durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. La mayor¨ªa, como las orquestas sinf¨®nicas, se han consolidado. Otros hoy van cayendo por el camino ahogados por la crisis y los recortes que tambi¨¦n afectan a la ca¨ªda de alumnos en los conservatorios: como en Madrid, donde han descendido un 40% los inscritos, o en Valencia, tierra musical, un 23%.
?Sobrevivir¨¢ ese sabroso caldo de cultivo a los a?os de desastre? Seg¨²n Guivert, el nervio del mundo musical en Espa?a es lo suficientemente s¨®lido como para resistir. Pero no todo. De hecho, orquestas como la de Extremadura o Murcia se han movilizado ante el desprecio y los ataques de representantes pol¨ªticos hacia esas instituciones, donde han aplicado la inmisericorde pol¨ªtica del hacha y encima les han echado la culpa de todos los males. Todas las dem¨¢s van sobreviviendo como pueden. Nada volver¨¢ a ser igual.
En ese contexto, antes favorable, hoy m¨¢s adverso, van consolidando sus carreras estos j¨®venes que encuentran su rasgo y su diferencia generacional con respecto a m¨²sicos mayores. ¡°Nos hemos quitado el complejo de inferioridad¡±, asegura Andr¨¦s Salado, de 29 a?os, director de orquesta que ha tocado ya con varios de sus coet¨¢neos. ¡°Somos la generaci¨®n sin fronteras. Salimos, nos comunicamos sistem¨¢ticamente, estamos en contacto perpetuo y nos alegramos de los triunfos de cada uno por esos mundos¡±.
Creen que saben reconocer las carencias y las diferencias entre ese pasado en el que una figura solista en Espa?a era una especie de bicho raro, y ellos, que ya son un grupo. ¡°Somos rigurosos, responsables, nos ayudamos, creamos v¨ªncu??los, nos juntamos en proyectos comunes sin ¨¢nimos dogm¨¢ticos y tratamos de hacerlo de manera productiva¡±, a?ade Salado, que el a?o pasado pudo agarrar la batuta en el Festival de Lucerna, un escenario donde en 2011 triunf¨® tambi¨¦n Javier Perianes, entonces con 32 a?os, al piano.
Judith J¨¢uregui: "Me enganch¨¦ al escenario con Schumann"
Nacida en San Sebasti¨¢n en 1985, Judith J¨¢uregui empieza a ser habitual de las orquestas espa?olas. Ha creado su propio sello discogr¨¢fico, en el que acaba de publicar un disco de homenaje a Alicia de Larrocha. Francia y Venezuela han sido sus experiencias internacionales, donde ha actuado con la prestigiosa Sim¨®n Bol¨ªvar o la Orquesta de Radio France, entre otras formaciones.
Para ello, adem¨¢s, buscan labrar nuevos p¨²blicos que se identifiquen con ellos y se entusiasmen con lo que hacen. Les preocupa el envejecimiento de los auditorios. Leticia Moreno es especialmente activa en eso. Se ha involucrado en una iniciativa con la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Girona en la que ofrecer¨¢ un concierto donde el 50% del p¨²blico ser¨¢ menor de 35 a?os.
Desean sentir esa comuni¨®n, ese furor que encuentran por ejemplo cuando viajan ¨Ccasi todos lo han hecho ¨²ltimamente¨C a Venezuela para tocar junto a la Sim¨®n Bol¨ªvar ante un p¨²blico que en su mayor¨ªa es adolescente, infantil y juvenil. Resulta contagioso, vibrante, euf¨®rico.
Se consideran hijos de un tronco ya liberado de cierta concepci¨®n espartana y r¨ªgida que va pasando a la historia, sin que ello suponga una falta de rigor. Para Moreno, la interpretaci¨®n es en gran parte instinto y sentimiento. La clave, seg¨²n ella, ¡°es saber madurar ese instinto¡±. A eso le ense?¨® Rostrop¨®vich, pero tambi¨¦n otro de sus maestros, Maxim Veng¨¦rov, reci¨¦n aparecido en los escenarios este a?o despu¨¦s de una prolongada retirada. ¡°Yo amo poder tocar el viol¨ªn y dedicar mi vida a ello. Con todo, tiene sus momentos duros, pero a m¨ª esos momentos me hacen crecer¡±, afirma Moreno.
Lo que para esta violinista es un placer, para Judith J¨¢uregui fue un suplicio del que al menos pudo rescatar su enorme vocaci¨®n para la m¨²sica. Tiene m¨¦rito esa historia, que no le hizo ni por lo m¨¢s remoto rendirse: ¡°Yo llegu¨¦ al piano por accidente. De hecho empec¨¦ estudiando viol¨ªn, pero casi lo dejo traumatizada. Ten¨ªa una profesora rusa que me hac¨ªa llorar. Me amenazaba con cortarme los dedos si no tocaba bien, as¨ª que lo tir¨¦ por la escalera. Ten¨ªa cinco a?os¡±, asegura la donostiarra.
Aquello era otro mundo. Y con profesores como Laurentino G¨®mez, Judith aprendi¨® sobre todo a disfrutarlo. Sin miedo. ¡°Tanto que a los ocho a?os ya tocaba en p¨²blico. Llegu¨¦ desde muy ni?a a gozar de manera natural en el escenario. Me enganch¨¦ a ello¡±. Sus padres, su ambiente, tambi¨¦n han colaborado. ¡°Nunca pretendieron que fuera Mozart¡±.
Lo mismo le pasa a Manuel Blanco. No recuerda haber sufrido ninguna presi¨®n. Solo aliento. Lo suyo ha sido la consecuencia de una evoluci¨®n natural. Su padre, polic¨ªa local, y su madre, ama de casa, lo sacrificaron todo para que ¨¦l y su hermana Puri ¨Cpercusionista¨C pudieran dedicarse a lo que se dedican. Les despertaron la afici¨®n.
¡°Nos tra¨ªan los domingos por la ma?a??na a Madrid desde Daimiel en nuestro Renault 9, con un bocadillo, a ver los conciertos matinales de la ONE¡±. Ahora, Manuel es el trompeta solista de la orquesta a la que peregrinaba y donde empez¨® a tocar con 19 a?os. No es la ¨²nica donde presta su arte. Tambi¨¦n formaciones como la Concertgebouw de ?msterdam o la Gewandhaus de Leipzig solicitan sus servicios. Sigue la senda de otros con gran prestigio internacional que han pasado los 30, como el trompa Jos¨¦ Vicente Castell¨®, que colabora con Claudio Abbado.
Andr¨¦s Salado: "Un director necesita afinaci¨®n, o¨ªdo, carisma y capacidad de comunicar"
Madrile?o, de 29 a?os, Andr¨¦s Salado procede de familia de m¨²sicos. Tras estudiar percusi¨®n y viol¨ªn se decidi¨® por la direcci¨®n de orquesta, algo que quiz¨¢ sab¨ªa desde ni?o cuando en su casa fue designado titular de la Deutsche Grammophon dirigiendo cada disco que encontraba. Hoy ya han pasado por sus manos muchas formaciones nacionales y ha viajado a Mil¨¢n y Lucerna.
Y no es el repertorio cl¨¢sico lo ¨²nico que seduce a Blanco. ¡°Tambi¨¦n el jazz. Bueno, eso cuando me tomo dos copillas¡±. Entonces se arranca por Chet Baker, su ¨ªdolo m¨¢s que Miles Davis, el hombre blanco infiltrado en un arte creado por los negros que se abon¨® a una rueda de fracasos. Pero eso no va con Blanco. Prefiere batir marcas. Acaba de llegar de una gira en Jap¨®n. Cuando conoci¨® a Maurice Andr¨¦ personalmente, le dijo algo fuerte. El maestro le escuch¨® y, lejos de querer asustarle, le advirti¨®: ¡°Tienes una gran responsabilidad. Te va a tocar marcar una ¨¦poca¡±. A ello se aplica. Disfrutando con el camino que le marcan otros maestros, como su compa?ero Jos¨¦ Mar¨ªa Ortiz, en la ONE, o Reinhold Friedrich, solista de Lucerna. ¡°?l me aport¨® una gran expresividad. Busco emocionarme y emocionar a quien me escucha, no pretendo alcanzar la perfecci¨®n, pero s¨ª que quien me oiga se quede con los pelos de punta¡±, comenta Blanco.
Son arriesgados, bastante descarados, algo desafiantes, pisan fuerte y se niegan a ir pidiendo perd¨®n. Se buscan la vida y no desaprovechan ninguna oportunidad para actuar solos o en grupo. Dominan las redes sociales y tienen una mentalidad abierta, muy moderna, que les diferencia de sus predecesores. Alfonso Aij¨®n, promotor y agente espa?ol, m¨¢s de 40 a?os en el negocio, compara y realiza un recorrido hist¨®rico por los rasgos que les distinguen. ¡°Se me ocurre pensar que entre la generaci¨®n de int¨¦rpretes que nace en los a?os treinta del siglo pasado y la m¨¢s actual existe un vac¨ªo de, digamos, talento, que abarca dos d¨¦cadas¡±. Aunque haya nombres de referencia, pesos pesados a resaltar que abrieron brecha: ¡°Los Ach¨²carro, Orozco o De Larrocha estudian en Espa?a, ganan concursos, conectan con empresarios extranjeros que les ayudan a actuar con orquestas, grabar discos y dar recitales. As¨ª montaron sus carreras¡±, afirma Aij¨®n.
Entre ellos y la generaci¨®n actual existe un puente que puede ser el pianista Javier Perianes, un andaluz de Nerva con mucho talento, muy espabilado, ejemplo y referente en la carrera de quienes ahora le siguen. ¡°?l comienza tambi¨¦n sus estudios en Espa?a¡±, explica Aij¨®n. ¡°Pero entiende que eso de los agentes no funciona y se mueve por su propio impulso entre directores y pianistas como Daniel Barenboim. Despu¨¦s consigue que funcione en su caso el boca a boca, que es, a mi juicio, el medio de comunicaci¨®n m¨¢s fiable en este mundo¡±.
Todo hasta llegar al a?o del se?or de 1985. ¡°La nueva generaci¨®n de int¨¦rpretes espa?oles se centra casualmente en los nacidos en 1985¡±, afirma Aij¨®n. Tienen las mismas caracter¨ªsticas: ¡°Participan en alg¨²n concurso, se perfeccionan en el extranjero, viajan mucho, se informan sobre sus colegas, hacen entrevistas y no desperdician la m¨ªnima oportunidad para actuar, aunque sea haciendo concesiones econ¨®micas. Adem¨¢s descubren la m¨²sica de c¨¢mara, que les da una formaci¨®n adicional y fundamental para desarrollar sus carreras, aparte de ser una manifestaci¨®n con m¨¢s salidas¡±.
Son purasangres supervivientes. Y tienen un hambre que se agudiza con la aparici¨®n de la crisis. Saben aprovechar sus ventajas: ¡°La situaci¨®n es dif¨ªcil para ellos y su esperanza est¨¢ en las nuevas tecnolog¨ªas, especialmente Youtube, y muchos se han decidido a fabricar su propio sello discogr¨¢fico¡±. Resumiendo: para Aij¨®n, responsable de un ciclo m¨ªtico como el de Iberm¨²sica en Madrid, ¡°esta nueva buena oleada de int¨¦rpretes nace, creo yo, de una apremiante necesidad de sobrevivir en la profesi¨®n que han elegido y en la que solo se puede destacar con dedicaci¨®n y sobre todo con imaginaci¨®n y originalidad¡±.
Han crecido al socaire de buenos vientos que, si bien han parado de soplar, hay que exprimir, como dice V¨ªctor Pablo P¨¦rez, director de orquesta, responsable de la Sinf¨®nica de Tenerife, Galicia y ahora de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. ¡°En Espa?a sobraba talento y faltaban m¨¦todo y oportunidades. Las ha habido y han saltado. El problema llega con la crisis. Si cunde el ejemplo de recortes propuestos como el que puede afectar a los miembros de la Orquesta de RTVE, a quienes proponen llevar a la inactividad durante cuatro meses al a?o, volvemos a hace 30 a?os¡±, afirma. ¡°Yo en nuestro mundo creo que los pol¨ªticos deb¨ªan aplicar la teor¨ªa de Andr¨¦ Malraux cuando fue ministro de Cultura con De Gaulle. Dec¨ªa: ¡®Ya sabemos que esto de la m¨²sica cl¨¢sica es caro. Ya que no lo podemos evitar, al menos hag¨¢moslo bueno¡±.
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