Chipre como muestra
Tras Grecia, son las econom¨ªas de Italia y Espa?a las m¨¢s perjudicadas por la crisis de la isla
Con independencia de la soluci¨®n concreta que finalmente se arbitre en la crisis chipriota, la reputaci¨®n de las instituciones europeas, de su capacidad para gestionar esta crisis, ha seguido erosion¨¢ndose. La propuesta efectuada el fin de semana pasado por la que se establec¨ªa un gravamen sobre los dep¨®sitos bancarios, tomando como referencia los 100.0000 euros que cubre el seguro de dep¨®sitos en el conjunto de la eurozona, es un desprop¨®sito m¨¢s. Aunque el Eurogrupo haya corregido aquella propuesta, y deje fuera de la penalizaci¨®n a los dep¨®sitos de menos de 100.000 euros, el da?o ya est¨¢ hecho.
Este se manifiesta en primer lugar en la desconfianza que el conjunto de los residentes en la eurozona, no solo los chipriotas, han pasado a tener acerca de la capacidad de los bancos para devolver sus dep¨®sitos. En segundo, pero no menos importante, en la falta de credibilidad que las instituciones europeas han vuelto a proyectar. Inseguridad acerca de su capacidad para valorar las consecuencias de cualquier decisi¨®n como la adoptada el pasado fin de semana. Nunca tantas instituciones, desde el BCE a la Comisi¨®n, pasando por el Eurogrupo, han generado tanto recelo. Las correcciones posteriores eximiendo de la penalizaci¨®n del tributo sobre los dep¨®sitos a los titulares de menos de 100.000 euros es acertada. Queda por ver de d¨®nde saldr¨¢n los recursos totales necesarios para completar los fondos asociados al rescate. No ser¨ªa la mejor salida que las autoridades chipriotas apelaran a financiaci¨®n de ¨²ltima instancia proporcionada por el Gobierno ruso.
El espect¨¢culo de un ministro de finanzas de la eurozona tratando de vender o hipotecar activos bancarios o yacimientos energ¨¦ticos a las autoridades rusas dice bien poco de la capacidad de las instituciones europeas. Claro que en condiciones normales activos de distinta naturaleza de un pa¨ªs comunitario pueden llegar a venderse a otros externos, pero las negociaciones mantenidas han dado muestras de la manifiesta incapacidad europea. Incluso revelaron la inquietante cercan¨ªa del horizonte de abandono de Chipre de la eurozona. Y este escenario hubiera tenido consecuencias ciertamente severas sobre el conjunto. Es verdad que no hay ¡°manual de instrucciones¡± para abandonar la moneda ¨²nica. Y eso es penalizado en unos mercados financieros que siguen presenciando con inquietud las torpezas en la gesti¨®n de la crisis.
No hace falta decir que, tras Grecia, son las econom¨ªas de Italia y Espa?a las m¨¢s perjudicadas por la crisis chipriota. Afortunadamente hasta ahora los operadores financieros saben diferenciar los distintos riesgos, y las cotizaciones de la deuda p¨²blica apenas han sufrido, pero no es menos cierto que cualquier decisi¨®n que signifique confiscar o gravar activos bancarios afecta a las cotizaciones de las acciones bancarias y, en ¨²ltima instancia, a la confianza del conjunto de los agentes econ¨®micos en los sistemas financieros. Y es en este punto de contagio bancario en el conjunto de la UE, en mayor medida que el que se pueda ejercer sobre los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica, el que debe seguir preocupando. Los bancos espa?oles han salvado un episodio importante de crisis y han renovado su capitalizaci¨®n, pero de ning¨²n modo est¨¢n protegidos de la continuidad de una recesi¨®n como la actual combinada con perturbaciones como las observadas en Chipre.
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