Verdades a medida

¡°No puedo agradecerle su comparecencia porque si bien lo que ha declarado es su verdad, su declaraci¨®n me parece poco cre¨ªble¡±. Son las delicadas palabras del juez Jos¨¦ Castro, que lleva el caso Urdangarin,al conde de Fontanao, asesor legal de la Casa del Rey. Rebobinemos: ¡°Si bien lo que usted ha declarado es su verdad¡­¡±. ¡°Su verdad¡±, no se lo pierdan, la verdad de un testigo de un caso de corrupci¨®n que tiene a Espa?a en vilo. Pero las verdades, nos preguntamos, ?d¨®nde se adquieren?, ?en la tienda de chinos de la esquina, en las boutiques de Marbella, o en establecimientos de confecci¨®n de verdades a medida? Me hace usted una verdad a la altura de la Casa del Rey, que tengo que declarar como testigo en el caso de su yerno, un presunto chorizo de armas tomar.

Olv¨ªdense, amigos, de las verdades objetivas, aquellas que permit¨ªan la vida en com¨²n y gracias a las cuales consensu¨¢bamos cu¨¢ndo era mi¨¦rcoles y cu¨¢ndo eran las 12. Esas verdades quedan para las clases medias y bajas. Si usted no paga la hipoteca porque el banco le ha robado el dinero ahorrado para ese fin, usted es un moroso y debe sufrir por ello, y no solo usted, tambi¨¦n sus hijos, por lo que ma?ana mismo lo ponemos en la calle. Pero dejarme en la calle con una esposa en paro y un beb¨¦ de ocho meses, ?no es una forma de violencia atroz?, pregunta usted. No se?or, dice el otro, violencia es que usted proteste frente a la casa del banquero ladr¨®n. Pues esa no es mi verdad, insiste usted. Como si usted, replica el otro, pudiera disponer de una verdad propia, ?no se da cuenta de que es usted un tirado, de que usted es chusma, clase baja, y debe conformarse con una verdad objetiva? Pero el conde de Fontanao, protesta usted¡­ Al conde de Fontanao, concluye el otro, le hacemos las verdades a medida, que para eso es conde y asesor legal de la Casa del Rey.