Derecho de autodeterminaci¨®n

A trav¨¦s de distintas resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas se desarroll¨® el principio de autodeterminaci¨®n como una f¨®rmula cuya principal consecuencia fue acelerar el proceso de descolonizaci¨®n tras la II Guerra Mundial, y son al menos dos las realidades contrapuestas que hoy plantea la aplicaci¨®n y encaje de ese derecho en nuestro sistema jur¨ªdico-pol¨ªtico: la limitaci¨®n que impone la Constituci¨®n, y la l¨®gica te¨®rica que subyace en su esencia (un derecho de los pueblos y un deber de los Estados). Sin entrar a concretar qui¨¦n ser¨ªa el leg¨ªtimo sujeto objeto de ese derecho (si la parte o el todo), lo cierto es que hoy por hoy desborda el actual marco constitucional.

En verdad, no hay mayor muestra de legitimidad para un Estado que saber que las gentes y las partes que lo conforman validan la unidad del mismo por voluntad propia y no mediante la imposici¨®n o el sometimiento. Reconocer el derecho a la diferencia no significa asumir diferencia de derechos en un pa¨ªs con una naturaleza plurinacional, solo as¨ª se entiende la gesti¨®n de una realidad que hay que afrontar con prudencia e inteligencia pol¨ªtica. Por desgracia esta ausencia de visi¨®n estrat¨¦gica por parte de las supuestas ¨¦lites que nos gobiernan impide el entendimiento y la conciliaci¨®n de los diferentes nacionalismos encontrados.

Conclusi¨®n: los excesos dial¨¦cticos entre los que reclaman el derecho a decidir y los que lo niegan genera tensi¨®n, y la tensi¨®n suele ser el elemento que precede al conflicto (institucional).¡ª Miguel ?ngel Yag¨¹e Roll¨®n.