Enga?osas soberan¨ªas
Chipre no es un pa¨ªs soberano. No lo era antes, aunque quiz¨¢ no lo sab¨ªan los chipriotas
Chipre no es un pa¨ªs soberano. No lo era antes, aunque quiz¨¢ no lo sab¨ªan los chipriotas. Pero ahora queda claro que no lo es ni puede volver a serlo dentro de la UE. Si quisiera osar, deber¨ªa recuperar una moneda propia y resignarse a retroceder varias d¨¦cadas. Ni siquiera as¨ª recuperar¨ªa la soberan¨ªa, porque caer¨ªa bajo otro paraguas soberano mayor y probablemente peor.
Soberano de verdad lo ha sido solo un poco, apenas o a medias. Habr¨¢ sido un sue?o fugitivo, poco m¨¢s de 50 a?os. Dej¨® de ser colonia brit¨¢nica en 1960, aunque permanecen las bases militares de Reino Unido, y desde 1974 la Rep¨²blica de Chipre no ejerce su poder soberano sobre la mitad norte, ocupada por el ej¨¦rcito turco. Su Parlamento todav¨ªa crey¨® que era soberano cuando rechaz¨® la primera oferta de rescate bancario que present¨® su Gobierno a la vuelta de Bruselas. La segunda oferta, que no grava los ahorros inferiores a 100.000 euros, ya no pas¨® por la votaci¨®n parlamentaria. Ahora se ha visto que la soberan¨ªa era un juego tramposo del presidente Nikos Anastasiadis, que se crey¨® con fuerzas para enfrentarse a la todopoderosa troika (BCE, UE, FMI) e incluso a la canciller Angela Merkel, que inspira los movimientos desde la sombra del escenario.
Lo que le ha sucedido a Chipre no es original. Les sucede a muchos, en distintos grados y formas. A quienes creen que son soberanos, y todav¨ªa m¨¢s a quienes saben que no lo son, pero sue?an que todav¨ªa pueden serlo. A las viejas naciones surgidas de la paz de Westfalia en 1648, a las nuevas fabricadas desde el romanticismo hasta ahora, y a las nov¨ªsimas imaginadas, todas ellas hechas de una soberan¨ªa indivisible, sin tajos ni atajos, y por definici¨®n compartida.
La denostada Alemania conoc¨ªa de antemano la dura lecci¨®n de humildad soberana que viene proporcionando la nueva geometr¨ªa de la globalizaci¨®n a los europeos. Hab¨ªa sufrido ya un buen adelanto durante la misma guerra fr¨ªa, cuando creci¨® dividida y ocupada aunque pr¨®spera y europe¨ªsta. Sigui¨® con la entrega del marco a cambio del euro sin recibir la contrapartida de la Europa federal unida que exig¨ªa. No cabe reprocharle un regreso al soberanismo, sino su escasa iniciativa y entrega a la nueva soberan¨ªa europea, falta en la que adem¨¢s casi todos los otros grandes le acompa?an.
Lo peor de la soberan¨ªa no es que la pierdan las naciones viejas o nuevas, sino que se pierda en la nube desreguladora de la globalizaci¨®n. Soberano es quien se hace responsable de los propios ciudadanos. En derecho humanitario se dan las condiciones para la injerencia cuando un Estado ya no les protege. Se puede vivir con soberan¨ªas compartidas, pero no atrapados en la trampa de una irresponsabilidad soberana, sin que nadie, ni los viejos Estados, ni la UE, se haga responsable del bienestar y de los derechos efectivos de los ciudadanos.
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