China, autoridad y libertad
La modernizaci¨®n ser¨¢ cre¨ªble y estable si se garantiza el respeto a la ley
Tras la asunci¨®n formal del liderazgo institucional por parte de las nuevas autoridades chinas se aventura un nuevo impulso a las reformas, especialmente en el orden econ¨®mico, una vez detallada una hoja de ruta cuya vigencia se prolongar¨¢ por un lustro, quiz¨¢ dos. Ser¨¢ una d¨¦cada crucial para determinar el futuro de la modernizaci¨®n del pa¨ªs y dos son tambi¨¦n los horizontes principales que se dibujan. Para unos, todo el acento debe ponerse en el fortalecimiento de las capacidades materiales a fin de blindar su emergencia. De tal modo, la primac¨ªa se otorga a las reformas econ¨®micas, al avance tecnol¨®gico, a la defensa, a todo aquello, en suma, que puede resultar en la revitalizaci¨®n del pa¨ªs asegurando las bases de una primac¨ªa irreversible. Para otros, dicho avance es enga?oso e inestable en tanto las autoridades no sean capaces de brindar en paralelo las seguridades precisas para que China se convierta en un Estado de derecho real en el cual las libertades est¨¦n debidamente garantizadas.
Quienes abogan hoy d¨ªa por esta segunda opci¨®n, un colectivo muy heterog¨¦neo que hace gala de una firme voluntad constructiva en contraposici¨®n con otros planteamientos del pasado deudores de mayores dosis de confrontaci¨®n, secundan una preocupaci¨®n manifestada por el propio Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista y presidente del pa¨ªs, quien ha enfatizado la importancia de hacer de la Constituci¨®n un documento vivo y dotado de autenticidad. Esta invitaci¨®n conciliadora a trascender la letra muerta de la carta magna parte de la necesidad de establecer un nuevo pacto entre el poder y la sociedad basado no ya en la proporci¨®n de riqueza a cambio de lealtad, sino en el reconocimiento de la ley como principio b¨¢sico de la convivencia.
No es una cuesti¨®n menor. Constituye todo un cambio cultural, nada f¨¢cil en un pa¨ªs hist¨®ricamente acostumbrado a la norma de que mandan los hombres y no las leyes y donde el desarrollo y la libertad de los individuos siempre han quedado en segundo plano, cediendo la preeminencia a un razonamiento en t¨¦rminos de armon¨ªa y de regulaci¨®n espont¨¢nea del cuerpo social. Y no solo afecta a los derechos y libertades. El respeto a la ley exige dotar de normativa y transparencia el proceso que est¨¢ por llegar para someter la voracidad de las oligarqu¨ªas ante el apetitoso pastel que se abre ante ellos con la reforma gubernativa en curso y la desmonopolizaci¨®n de una parte sustancial del sector p¨²blico.
El presidente, Xi Jinping, ha enfatizado la importancia de hacer
de la Constituci¨®n un documento vivo
Este planteamiento, que no es nuevo en el debate pol¨ªtico chino, sugiere una fecha de caducidad para una modernizaci¨®n autoritaria que ha vaciado de sentido el reconocimiento constitucional de muchos derechos universales, empezando por la libertad de expresi¨®n. La demanda de pleno respeto a los mandatos constitucionales sugiere impl¨ªcitamente una puesta en cuesti¨®n de la naturaleza f¨¢ctica del actual r¨¦gimen pol¨ªtico, en muchos aspectos abiertamente contradictorio con dichos preceptos. La distancia que separa la letra de una Constituci¨®n que reconoce muchos derechos a los ciudadanos y su implementaci¨®n efectiva es bien conocida y est¨¢ bastante extendida. Diluir ese distanciamiento entre discurso y realidad sin poner en cuesti¨®n el monopolio del PCCh parece una misi¨®n imposible.
Xi Jinping ha dado muestras en sus primeros gestos de un discurso que enfatiza el respeto a la ley tanto por parte de organizaciones como de individuos. ?l mismo ha destacado que la columna vertebral de la Constituci¨®n es la protecci¨®n de las personas, llevada a cabo de forma muy defectuosa por la falta de controles y el ejercicio de un poder sin restricciones que debilita su credibilidad. Xi ha aludido a que nadie debe estar por encima de la Constituci¨®n y la ley y ha conminado a someter al poder en una jaula de regulaciones, multiplicando los controles y la independencia de sus responsables. Quienes reclaman pasos en esa direcci¨®n recuerdan que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos, firmado por China en 1998, est¨¢ a¨²n pendiente de ratificaci¨®n. Y esperan de Xi Jinping pasos decididos para cerrar las heridas abiertas en 1989, quiz¨¢s no necesariamente reevaluando los hechos, ni siquiera afeando a Deng Xiaoping, pero s¨ª normalizando plenamente la situaci¨®n de las v¨ªctimas, que acumulan ya casi 25 a?os a la espera de una elemental satisfacci¨®n. El propio primer ministro, Li Keqiang, tiene a¨²n compa?eros de estudio en el exilio como consecuencia de aquella tragedia.
El ideal de renacimiento de la naci¨®n china al que tanto se adhieren quienes vitorean la China poderosa se ver¨ªa ampliamente reforzado y dotado de credibilidad si se acompa?a de pasos decididos para hacer realidad las previsiones constitucionales. La madurez y el nivel de conciencia de la sociedad china, cada vez m¨¢s urbana, desmienten el viejo argumento de la inexistencia de condiciones id¨®neas. Una China poderosa pero presa del inmovilismo, con la ley en r¨¦gimen de cuarentena y asentada sobre una inmensa riqueza que sugiere beneficios astron¨®micos a la oligarqu¨ªa en detrimento de las aspiraciones de la mayor¨ªa social est¨¢ inevitablemente abocada a la inestabilidad.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China y autor de ¡°China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping¡± (Icaria editorial).
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