Alemania como chivo expiatorio
Los pa¨ªses del sur de Europa tenemos mucho que aprender de los germanos
Alemania es la mala de la pel¨ªcula. En el sur de Europa la criticamos mucho porque percibimos que nos impone rescates injustos. Sin embargo, estos rescates tampoco son muy populares en Alemania. Debido al complejo entramado de equilibrios institucionales en Alemania, la canciller Merkel dista mucho de ser la ¡°fascista¡± que a veces fr¨ªvolamente se le acusa ser. Al contrario, tiene que operar siguiendo a pie juntillas el sistema democr¨¢tico alem¨¢n, y adem¨¢s tener en cuenta la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs, cada vez m¨¢s euroesc¨¦ptica, sobre todo en lo que respecta al euro. Por ello tiene que ganarse el visto bueno de los parlamentarios del Bundestag, rescate por rescate.
La facilidad con que Alemania y su canciller se han convertido en el chivo expiatorio de muchos europeos ¡°del sur¡± esconde tres hechos clave: primero, que podemos aprender mucho de la cultura pol¨ªtica y econ¨®mica alemana; segundo, que Alemania no es tan intransigente con respecto al euro como se dice; y tercero, que culpando de todo a Alemania se eluden responsabilidades en los pa¨ªses del sur, que convendr¨ªa depurar para poder pasar p¨¢gina.
Los que vilipendian a Alemania deber¨ªan preguntarse si hay algo que aprender de este pa¨ªs, cuyo renacimiento de entre las ascuas de la II Guerra Mundial ha sido espectacular. Para empezar, Alemania goza de una democracia robusta y de instituciones independientes ¡ªcomo el Bundestag, el Bundesbank y el Tribunal Constitucional¡ª que garantizan el imperio de la ley y evitan la excesiva concentraci¨®n de poderes. De hecho, la canciller ocupa el tercer puesto en la jerarqu¨ªa del Estado, tras el presidente de la Rep¨²blica y el presidente del Parlamento. La calidad de la democracia alemana se nota en la existencia de un rico debate p¨²blico, inclusive sobre temas de relevancia europea. Por ejemplo, la cuesti¨®n del euro ha sido ¡ªy es¡ª intensamente debatida entre la ciudadan¨ªa, con aportaciones de datos y argumentos. ?Podemos decir seriamente que las sociedades del sur de Europa tienen la misma cultura pol¨ªtica basada en instituciones fuertes y un debate p¨²blico de alta calidad?
La calidad de la democracia alemana se nota en la existencia de un rico debate p¨²blico
Lo mismo se podr¨ªa decir de su econom¨ªa. La Rep¨²blica Federal, cuya econom¨ªa languideci¨® durante una d¨¦cada conforme diger¨ªa el coste de la reunificaci¨®n, supo revitalizarla gracias a una bater¨ªa de reformas, a sus buenas relaciones industriales, a la cultura de la competencia (garantizada por una autoridad independiente, el Bundeskartellamt), a la priorizaci¨®n de la industria y al vigor de su sector exterior. Muchos pa¨ªses del sur podr¨ªan seguir su ejemplo. Espa?a ya lo hace en cierta medida, apostando por mejorar la formaci¨®n profesional siguiendo el patr¨®n alem¨¢n, y por reforzar las exportaciones.
En cuanto a las soluciones ofrecidas en el marco de la crisis del euro, las continuas cr¨ªticas hacia Alemania nos impiden ver dos cosas. Primero, que los rescates, aunque imperfectos, han sacado las casta?as del fuego a varios pa¨ªses. Segundo, que Alemania ha cedido en muchas de sus l¨ªneas rojas. El apoyo t¨¢cito del Ejecutivo alem¨¢n ¡ªincluso ante las quejas del Bundesbank¡ª al plan de Mario Draghi de activar compras de bonos soberanos, el llamado programa de transacciones monetarias directas, es quiz¨¢s el mejor ejemplo. El Tribunal Constitucional alem¨¢n tambi¨¦n dio su visto bueno a la ratificaci¨®n del MEDE, el fondo de rescate permanente, y adem¨¢s se entiende que el Gobierno alem¨¢n ha aceptado suavizar los objetivos de d¨¦ficit para los pa¨ªses en apuros. En cuanto al reciente rescate de Chipre, poniendo de lado las complejidades de la toma de decisiones a nivel europeo, se ha tenido en cuenta la cuesti¨®n del riesgo moral que preocupa a los alemanes. En este caso, en parte por la particularidad del sistema financiero chipriota, Alemania no ha cedido y aunque existan mejores maneras de realizar bail-ins, se ha querido hacer part¨ªcipe a la banca.
Algunos han tachado a Berl¨ªn de imponer una nueva ¡°hegemon¨ªa¡± germana en Europa. Pero resulta m¨¢s plausible pensar que tras la pol¨ªtica econ¨®mica alemana existe, no un ansia de dominaci¨®n financiera, sino una cultura de austeridad moderada, estabilidad de precios y escepticismo ante la deuda. Bien nos hubiera venido en Espa?a, endeudada hasta las cejas, este tipo de cultura financiera.
Finalmente, el creciente antigermanismo nos impide concentrarnos en depurar nuestras propias responsabilidades. Sin entrar en esencialismos hist¨®ricos, varios estudios muestran que en el sur de Europa disponemos de menor capital social que las sociedades noreuropeas. Por tanto, la crisis del euro es una oportunidad para pa¨ªses como Espa?a para reinventarnos, fortalecer nuestra sociedad civil, despolitizar nuestras instituciones, reformar los partidos pol¨ªticos, mejorar nuestro sistema educativo, revitalizar nuestra industria, fomentar la libre competencia, reducir trabas administrativas al emprendedor, asignar mejor nuestros limitados recursos, as¨ª como erradicar la especulaci¨®n, el caciquismo, la oligarqu¨ªa y el clientelismo sobre el cual se erigi¨® nuestra burbuja inmobiliaria. Ello requiere, como primer paso, admitir nuestras propias responsabilidades antes de mirar la paja en el ojo ajeno.
El verdadero patriotismo no es denigrar a los que pueden ayudarnos
Esto no quiere decir que Alemania siempre tenga raz¨®n, que su pol¨ªtica econ¨®mica sea acertada o que su actuaci¨®n en Europa no est¨¦ motivada por el inter¨¦s nacional. Lo que quiere decir es que no podemos culparla de la debilidad de nuestro gasto en I+D, de las malas relaciones entre sindicatos y patronal o del hecho de que no haya una sola universidad espa?ola entre las 200 mejores del mundo.
No queda otro remedio que asumir responsabilidades y tomar medidas valientes para enderezar la situaci¨®n. Es aqu¨ª donde el modelo alem¨¢n puede resultarnos ¨²til. No hay nada de malo o vergonzoso en aprender de los dem¨¢s. De hecho, ah¨ª radica el ¨¦xito de China, otro pa¨ªs que se reinvent¨® tras la cat¨¢strofe que supuso la Revoluci¨®n Cultural. Deng Xiaoping no culp¨® a EE UU del desmadre mao¨ªsta; al contrario, se puso un sombrero de cowboy y se fue de gira al ¡°imperio yanqui¡±. Nosotros podr¨ªamos hacer lo mismo con Alemania, porque el verdadero patriotismo es querer mejorar nuestro pa¨ªs, no denigrar a los que nos pueden ayudar.
Julio Arias es diplom¨¢tico europeo y autor de Naranjas de la China: un espa?ol en Pek¨ªn.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.