Fracaso regulatorio
El hundimiento de Pescanova avanza imparable ante la impotencia de su Consejo y de la CNMV
La crisis de Pescanova evoluciona p¨²blicamente hacia un caso de presunto delito financiero que envuelve una situaci¨®n ag¨®nica de liquidez. Ante ello, la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV) deber¨ªa actuar con m¨¢s rapidez y contundencia. Ya no se trata solo de que la empresa no entregue sus cuentas en la forma debida, ni de la sospecha de una deuda oculta que crece cada hora ¡ªya se supone por encima de los 3.000 millones de euros¡ª, ni de las tensiones en el Consejo de Administraci¨®n ante una tormenta financiera que no saben capear; se trata de que el presidente, Manuel Fern¨¢ndez de Sousa, ha vendido el 7% de la empresa sin comunicarlo al organismo regulador ni a sus propios accionistas, en una operaci¨®n que tiene todos los indicios de una huida, con informaci¨®n privilegiada, antes de la cat¨¢strofe.
El descalabro de Pescanova resulta ins¨®lito porque, a pesar de su magnitud, no hay en apariencia recursos institucionales (Consejo de Administraci¨®n, organismos reguladores como la CNMV) capaces de frenarlo y encauzarlo. Despu¨¦s de m¨¢s de 45 d¨ªas de crisis, todav¨ªa no se conocen con exactitud el alcance de la deuda oculta ni el de las supuestas irrregularidades cometidas por el presidente Fern¨¢ndez de Sousa para ocultar la ruina de la empresa al tiempo que, supuestamente, pon¨ªa a salvo parte de su patrimonio. La CNMV se ha limitado a solicitar una y otra vez la contabilidad de la compa?¨ªa, pero con muy escaso ¨¦xito, lo cual indica la capacidad de coerci¨®n de un regulador que tendr¨ªa que ser temido por los cuadros directivos de las empresas.
Mientras la situaci¨®n se pudre en el interior y en el exterior ¡ªel banco HSBC ha reclamado la quiebra de Pesca Chile, la filial de Pescanova¡ª, el Consejo de Administraci¨®n, encargado de velar por el buen funcionamiento de la empresa, tampoco parece tener la fuerza suficiente para cambiar la situaci¨®n. Abunda ret¨®rica sobre la importancia de la marca Espa?a, pero cuando se trata de defender el prestigio de la marca resulta que no hay instrumentos ni voluntad para hacerlo.
Se sabe con exactitud cu¨¢l es la soluci¨®n m¨¢s eficaz: expulsar al presidente de Pescanova, constituir un nuevo consejo y que, aceptada la situaci¨®n de crisis, se negocie la supervivencia de Pescanova con los bancos acreedores. La cuesti¨®n es si existe voluntad para adoptarla y qui¨¦n organiza la salvaci¨®n en medio del hurac¨¢n.
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