Ni austeridad ni Grillo: reforma fiscal europea
Europa no necesita su disoluci¨®n, ni tampoco una estampida desordenada del euro
Nada en el desastroso manejo europeo de esta crisis ha sido producto de un error de c¨¢lculo, ni menos a¨²n de un accidente. Es el resultado doloso de un ajuste de cuentas contra el Estado social perpetrado por una correlaci¨®n de fuerzas escorada a la derecha que no encontr¨® a su paso una resistencia consciente. Su acompa?amiento ideol¨®gico pretende dictaminar la ¡°insostenibilidad¡± de nuestro modelo social. Asegurando la insuficiencia de recursos para financiarlo, ha impuesto una versi¨®n reductiva de la pol¨ªtica fiscal hasta identificarla con los recortes de gasto, impidiendo toda reflexi¨®n sobre los ingresos y sobre la equidad del deber de tributar.
Hace ya a?os que este desenfoque es denunciado por parcial, contraproducente y sesgado (incrementa el diferencial de ventaja de los acreedores sobre los endeudados, empeorando la enfermedad que tiene postrada a la UE). La austeridad suicida produce estupor en los organismos que escrutan el hundimiento de Europa en la globalizaci¨®n (FMI incluido) y rechazo en los analistas que denuncian su despiadado car¨¢cter antisocial y su fracaso econ¨®mico.
La pol¨ªtica fiscal debe asegurar suficiencia y eficiencia en los servicios p¨²blicos; redistribuir oportunidades, y conformar un modelo de sociedad comprometido con valores. Ello equivale a promover en la UE: a) un Marco Financiero y un presupuesto antic¨ªclico; b) la armonizaci¨®n que combata tanto el dumping como la competici¨®n a la baja entre los Estados miembros; y c) un esfuerzo conjunto contra la injusticia extrema de los para¨ªsos fiscales que blanquean dinero negro de los negocios delictivos, el fraude, la evasi¨®n, la ingenier¨ªa del il¨ªcito al alcance de unos pocos y la corrupci¨®n que corroe la cohesi¨®n social y el cr¨¦dito de la pol¨ªtica. Pero es tambi¨¦n imperiosa una reforma fiscal que asegure a la UE recursos propios (tasa de transacciones e impuestos medioambientales) para financiar crecimiento, empleo, garant¨ªa juvenil y esperanza en el combate contra la rampante eurofobia, la nueva extrema derecha y el populismo antieuropeo.
El ¨²ltimo mill¨®n de parados lleva la firma de la reforma laboral del Partido Popular
Si los Estados han sido condenados a endeudarse en mercados predatorios que imponen intereses usurarios no ha sido por una maldici¨®n ni por la inviabilidad de sus servicios sociales, sino porque han renunciado a la progresividad. Si queremos rescatar a Europa del suicidio, urge el coraje de abordar una reforma progresiva y restaurar el valor de la igualdad contributiva.
Tambi¨¦n en Espa?a es preciso un ejercicio de radicalismo democr¨¢tico, orientado a repensar un sistema tributario establecido, como casi todo, hace 35 a?os. La pen¨²ltima embestida ¡ªChipre, Portugal, Italia¡ª, ha vuelto a sumergirnos en la doble recesi¨®n que destruir¨¢ este a?o un 1,5% del PIB. La Comisi¨®n certifica la pr¨®rroga de la implacable dieta de recortes. Tras a?os ag¨®nicos para cumplir los plazos de imposible cumplimiento que nos hab¨ªan impuesto, solo resta dilatar el ¡°m¨¢s de lo mismo a peor¡±. Alerta, adem¨¢s, del mal estado de nuestras magnitudes. El ¨²ltimo mill¨®n de parados lleva la firma de la ¡°reforma laboral¡± del PP, cuyo objetivo fue abaratar el despido para facilitar la ¡°devaluaci¨®n interna¡± mediante el dram¨¢tico ajuste de los costes salariales. El Gobierno hace pasar por preludio del ¡°milagro¡± el derrumbamiento de la demanda interna (la ¡°mejor¨ªa de la balanza de pagos¡± es la disminuci¨®n de las importaciones). Cuando por fin se produzca un raqu¨ªtico repunte, nos vender¨¢n ese espejismo como ¡°prueba irrefutable¡± de que sab¨ªan lo que hac¨ªan. Espa?a ser¨¢ m¨¢s pobre que en 2008; pero sobre todo m¨¢s injusta, m¨¢s desigual, m¨¢s inhumana. Y casi todo lo que importa ¡ªsanidad, educaci¨®n, atenci¨®n a las personas dependientes¡ª, habr¨¢ sido sometido a una regresi¨®n abrasiva, que ha situado a buena parte de la ciudadan¨ªa en cotas de malestar preinsurreccionales.
El acoso a la pol¨ªtica abona el territorio para la floraci¨®n de soluciones simplistas o desesperadas, varias veces estrelladas en el despe?adero de la historia. La marea de populismo en el que ¡°arden las redes¡± no nos redimir¨¢ de los males de esa ¡°pol¨ªtica decadente¡± a la que se somete a inculpaci¨®n colectiva. Abunda en nuestra propensi¨®n a lapidar chivos expiatorios, por m¨¢s que los ¡°nefandos pecados¡± de la corrupci¨®n o la indecencia no afecten a ¡°los pol¨ªticos¡± m¨¢s que a otros colectivos, siendo todos vulnerables a estigmatizaciones montadas sobre los prejuicios o la c¨®lera de los savonarolas o de los energ¨²menos.
No me encuentro entre quienes, como en el teatro absurdo de Beckett, se han sentado a ¡°esperar¡± un Beppe Grillo espa?ol con vistas a las elecciones europeas de 2014. Europa no necesita ni su negaci¨®n ni su N¨¦mesis; ni su disoluci¨®n, ni una estampida desordenada del euro. Necesita un proyecto altereurope¨ªsta y reeuropeizador. No espero nada de esa demagogia vociferante que aspira a autoerigirse en el flagelo de Dios: el populismo destructor de ¡°pol¨ªticas caducas¡± no opone alternativas ni esperanzas: v¨¦ase qu¨¦ ha hecho Grillo por sacar a Italia de su actual atolladero. La historia del siglo XX dict¨® lecciones terminantes sobre lo que cabe temer del ensoberbecimiento de quienes se creen llamados a ¡°liberar a las masas¡± haciendo subir al pat¨ªbulo a quienes todav¨ªa pretendan la osad¨ªa de razonar en lugar de abandonarse al fuego ¡°purificador¡± de la antipol¨ªtica.
Nuestra arquitectura constitucional acusa signos alarmantes de fatiga de materiales
He ah¨ª un debate impostergable. Ni la patada al tablero, ni la ucron¨ªa regresiva del populismo antipol¨ªtico, ni el rebrote de la vieja tentaci¨®n nacionalista pueden hacer el trabajo. Urge una reforma fiscal que asegure la sostenibilidad de nuestro modelo social, conjure su demolici¨®n y restablezca la equidad en el reparto de las cargas, haciendo frente a la malaise contra las injusticias ante los sacrificios.
Me cuento entre quienes abogan por acometer en Espa?a una revisi¨®n constitucional de caballo ante los signos alarmantes de fatiga de materiales que acusa nuestra arquitectura. La Constituci¨®n hace tiempo que dej¨® de ser ¡°joven¡±. Antes bien, ha envejecido sin que apenas, entre todos, le hayamos permitido ejercitar su madurez. Pero reformar a fondo nuestra democracia herida exige algo m¨¢s que injurias y descalificaciones, ¡°?todos iguales!¡± o ¡°?y t¨² m¨¢s!¡±.
Juan F. L¨®pez Aguilar es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y presidente de la Delegaci¨®n Socialista Espa?ola en el Parlamento Europeo.
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