Diamantes negros del f¨²tbol
Dejaron atr¨¢s su familia y sus pa¨ªses de origen y llegaron a Europa con el sue?o de convertirse en estrellas del balompi¨¦. La mayor¨ªa fracas¨® en el intento Algunos fueron enga?ados por falsos cazatalentos. Una pel¨ªcula se propone retratar su periplo
Nueve de la ma?ana. La niebla es tan espesa que apenas se distingue a diez metros de distancia. Una docena de siluetas surgen de esa h¨²meda bruma como piratas asaltando un corsario. Sus extremidades son m¨¢s largas de lo normal, su cabello es crespo y su piel tan oscura que contrasta con la calima blanquecina. Persiguen un esf¨¦rico h¨²medo y resbaladizo, como si les fuera la vida en ello. Saben que no es un partido de f¨²tbol m¨¢s; para ellos hay mucho en juego. Un agente FIFA les observa atento, esperando ver las actitudes de un nuevo crack africano: el nuevo Eto?o, el nuevo Weah o el nuevo Milla podr¨ªa estar entre ellos. Pero esta ma?ana en el campo del Centro deportivo Vicente del Bosque en Alcorc¨®n, los cielos no les son propicios.
Cada viernes a las 9.00 una docena de j¨®venes previamente recomendados exhibe sus habilidades ante la filosa mirada de Jos¨¦ Daniel Jim¨¦nez, agente FIFA y administrador en la empresa de representaci¨®n J.J Sport, especializada en el fichaje de jugadores africanos. ¡°Organizamos estos partidos para ver qu¨¦ nivel tienen. Y al que es muy bueno, le llevamos a hacer pruebas a equipos espa?oles y europeos¡±, cuenta. Si el jugador es fichado, el representante percibe un porcentaje de sus ganancias que ronda el 15%. Pero llegar a triunfar no es tarea f¨¢cil, los aspirantes a futbolistas se cuentan por miles (seg¨²n datos del INE en Espa?a hay unos 80.000 africanos menores de 25 a?os), pero solo 29 de ellos juegan en primera divisi¨®n y 22 en segunda. La FIFA calcula que por cada jugador que llega a profesional, hay 20 que fracasan. Por proporci¨®n, sus posibilidades son ¨ªnfimas, pero estos no parecen darse por vencidos.
Entre los candidatos a triunfar hay historias de todo tipo. Unos pocos han tenido la suerte de que un representante les pagara el vuelo y el alojamiento para hacer pruebas en la capital. Pero otros no han sido tan afortunados: hasta llegar a la capital han arriesgado su vida en maleteros y pateras y han sido timados por falsos cazatalentos. Es el caso de Suli Saku, costamarfile?o de 18 a?os. ¡°Jugar en la capital ante un representante FIFA es la mayor oportunidad que he tenido en mi vida¡±. Hasta llegar aqu¨ª, este musculoso subsahariano de trenzas afrocaribe?as y andares chulescos ha vivido una odisea de pel¨ªcula. Con 14 a?os fue captado por un cazatalentos que le prometi¨® jugar en un club marroqu¨ª ¡°desde el que dar¨ªa el salto a Europa¡±. A cambio, el agente le pidi¨® 3 millones de francos de Africa Continental (CFA), el equivalente a unos 4.000 euros. Su familia emple¨® todos los ahorros para pagarlo pero el chico fue abandonado en Marruecos y a duras penas consigui¨® embarcarse en una patera hasta llegar a Espa?a. Hoy vive en Madrid, gracias a la caridad de unos amigos ceut¨ªes, y se pasa el d¨ªa entrenando y haciendo pruebas. Su ilusi¨®n sigue intacta, pero ahora -asegura- ya no se f¨ªa de nadie.
Historias como estas han sido llevadas a la pantalla grande de la mano del cooperante y cineasta Miguel Alcantud, que el pr¨®ximo lunes 22 estrena Diamantes negros en el Festival de Cine de M¨¢laga: ¡°Para un chico pobre de ?frica o Latinoam¨¦rica convertirse en un futbolista famoso es un sue?o. Jugar en un club europeo con los mejores del mundo, hacerse rico, lucir los mejores coches, ayudar econ¨®micamente a su familia... La tentaci¨®n es irresistible. Los falsos? cazatalentos son conscientes de ello y se aprovechan, a pesar de que ya en 2008 la FIFA prohibi¨® fichar a menores de 18 a?os¡±. La pel¨ªcula, que cuenta con la participaci¨®n de Carlos Bardem y Willy Toledo, se propone denunciar el tr¨¢fico de menores llevado a cabo por los falsos ojeadores: ¡°Contamos la extorsi¨®n que padecen los ni?os en el proceso de convertirse en h¨¦roes y el abandono de quienes no triunfan, es decir, la mayor¨ªa¡±.
¡°?Sigues igual de negro que siempre, eh!¡±, le suelta un compa?ero bromista. Pero el maliense Diakit¨¦ Alassane (21 a?os) ni se inmuta, tan solo le dedica una sonrisa c¨®mplice antes de clavar su mirada en el esf¨¦rico, despu¨¦s en la porter¨ªa y chutar tan fuerte que el bal¨®n parece a punto de estallar contra el poste. Alto, fibroso y veloz como un leopardo, Alassane es uno de los casos que mejor reflejan el periplo que experimentan estos j¨®venes africanos locos por convertirse en estrellas. ¡°Para todos mis amigos de Mal¨ª, jugar en la liga espa?ola era lo m¨¢s grande que nos pod¨ªa pasar¡±, cuenta en la grada del campo del Club Deportivo Canillas, el equipo de preferente en el que juega. Cuando ten¨ªa 16 a?os un agente franc¨¦s qued¨® sorprendido por su velocidad y le pint¨® un futuro de oro en Europa a cambio de un mill¨®n y medio de CFA, el equivalente a 2.000 euros. Su familia pidi¨® ayuda a todos los vecinos, consigui¨® reunir el dinero y el chico vol¨® a Par¨ªs en 2006, con 16 a?os y un pasaporte falso en el que constaba que ten¨ªa 19. ¡°Era la envidia de todos mis amigos. Ya me ve¨ªan jugando en primera, millonario, viviendo en una mansi¨®n y con masajistas particulares y todo eso¡±. Cuando aterriz¨® se choc¨® con la cruda realidad: ¡°Nada de pruebas ni de contactos en grandes equipos. Viv¨ªa casi escondido en casa de un hombre de Mal¨ª. Pasaban los d¨ªas pero nadie me hac¨ªa caso. Estaba ansioso y amargado pero no pod¨ªa quejarme: a otros compa?eros africanos les ten¨ªan alojados en s¨®tanos y garajes¡±.
Dos meses despu¨¦s Alassane decidi¨® abandonar Par¨ªs: tom¨® un autob¨²s con el poco dinero que le quedaba y lleg¨® a Madrid, donde contact¨® con su primo y se aloj¨® en una casa patera, turn¨¢ndose para dormir junto a siete africanos m¨¢s. De los sue?os de grandeza a la miseria y la indigencia. La decepci¨®n fue tan grande que el chico entr¨® en depresi¨®n. ¡°Pero nunca me rend¨ª. Hab¨ªa mucha gente en Mal¨ª que confiaba en m¨ª. As¨ª que segu¨ª haciendo pruebas y participando en torneos juveniles hasta que fich¨¦ por el Club Deportivo Canillas¡±. Hoy Alassane cobra 500 euros al mes como jugador, lava platos en un colegio y colabora con el club en otras labores: ¡°Soy menos ambicioso, ya no sue?o con jugar en el Madrid. Supongo que el Canillas es mi Real Madrid¡±, resume entre feliz y resignado.
A?os despu¨¦s, durante un viaje a Mal¨ª, Alassane conoci¨® al cineasta Miguel Alcantud que estaba a punto de comenzar el rodaje de su pel¨ªcula Diamantes negros. La empat¨ªa fue inmediata. ¡°Nos hicimos amigos, nos asesor¨® durante el rodaje y me cay¨® tan bien que hasta le di un papel¡±, cuenta el director. El maliense encarna a un subsahariano que vive en Madrid como camello y que hace amistad con uno de los protagonistas, su alter ego en la ficci¨®n. ¡°Fue incre¨ªble conocer a Miguel¡±, cuenta Alassane, ¡°hab¨ªa escrito un guion exactamente igual a lo que yo hab¨ªa vivido. Por eso me pidi¨® que le ayudara y le aconsejara y respet¨® mucho mi opini¨®n¡±. El resultado es un filme que pretende desvelar una realidad tr¨¢gica e inc¨®moda: ¡°La de los que no tuvieron la suerte de Eto?o, que con 11 a?os estuvo siete meses malviviendo en Francia antes de triunfar, o Messi, que fich¨® por el Barcelona con solo 12 a?os. Los que fueron enga?ados en sus pueblos con promesas irresistibles y abandonados como basura cuando se lesionaron o dejaron de interesar. Es la historia m¨¢s cruda del capitalismo, en versi¨®n futbol¨ªstica¡±, concluye Alcantud.
Hoy Alassane se muestra muy sensibilizado con el tema. Sabe muy bien que podr¨ªa haber acabado peor. "La ONG francesa Foot Solidaire calcula que hay unos 7.000 africanos que llegaron a Francia como posibles fichajes y que acabaron viviendo en las calles tras fracasar como futbolistas", explica Alcantud. El cineasta contact¨® con la organizaci¨®n hace tres a?os, cuando estaba trabajando en Mal¨ª en un proyecto de la Fundaci¨®n Voces, especializada en j¨®venes en situaciones de pobreza y exclusi¨®n social. A lo largo de sus investigaciones conoci¨® al abogado holand¨¦s Ronny Van der Meij, ganador del Premio ISDE-FIA de derecho deportivo por su estudio Players' agents and the regulatory framework on corruption in international sports law: "?l calcula que hay unos 20.000 menores africanos que han sido abandonados por sus representantes y que sobreviven en las calles de las capitales europeas¡±. Tras un exhaustivo trabajo de documentaci¨®n, el director se decidi¨® a trasladar las historias reales al cine.
Si mucha gente se mata en una patera ?c¨®mo van a resistirse a la invitaci¨®n de un blanco bien vestido que te promete que vas a ser una estrella del f¨²tbol?¡± Miguel Alcantud
Su pel¨ªcula tiene como protagonistas a dos j¨®venes malienses, Amadou y Moussa, que son fichados en Bamako con la promesa de jugar en Europa. El filme nos traslada al calor de ?frica, a los campos de tierra roja, al ambiente musical y colorido de los pueblos. Y de all¨ª a la fr¨ªa Europa, al tedio, a la soledad y a la frustraci¨®n del que vuela demasiado alto y cae en picado. El cineasta trabaj¨® con actores no profesionales, reci¨¦n salidos de las calles de Bamako: ¡°Quer¨ªa darle un aspecto real, porque lo que contamos son casos que suceden tal cual en la realidad¡±. No exagera: las historias reflejadas en este reportaje confirman que el nivel de rigurosidad y veracidad del Diamantes negros roza en algunos casos la no ficci¨®n. ¡°Si mucha gente se mata en una patera tratando de cruzar el estrecho ?c¨®mo van a resistirse a la invitaci¨®n de un blanco bien vestido que te promete que vas a ser una estrella del f¨²tbol?¡±.
Formal, educado, disciplinado y buen compa?ero, Alassane es todo un ejemplo para otros subsaharianos como el camerun¨¦s Pascal Alima y el guineano Conde Lancine a los que ha recomendado en el Canillas. Ambos tienen 19 a?os, son altos y recios como el tronco de un ¨¢rbol y tambi¨¦n han sido carne ca?¨®n para los cazatalentos. Asisten junto al maliense a la retrasmisi¨®n del partido Madrid-Bar?a, que contemplan con excitaci¨®n contenida, casi apocopados, en un bar humeante lleno de madridistas vocingleros. En el descanso se relajan y, apoyados en la barra, comienzan a contar su historia.
Tanto Pascal como Lancine fueron reclutados en academias de f¨²tbol de su pa¨ªs natal, con 15 y 14 a?os respectivamente. El primero fue engatusado por un ojeador argentino. Su familia pag¨® 2.000 euros para costearse el viaje de Camer¨²n a Buenos Aires, donde jug¨® durante ocho meses en la categor¨ªa de juveniles del Club Atl¨¦tico Tigre. ¡°?No estaba a gusto che!¡±, cuenta el camerun¨¦s con un acento casi porte?o, ¡°mi representante me pidi¨® que firmase un papel en el que pon¨ªa que mis padres hab¨ªan fallecido. ?Quer¨ªa convertirse ¨¦l en mi tutor!¡±. Cuando se neg¨® a aceptarlo, el agente ¡°se enfad¨® mucho¡±, dio por finalizado su contrato con el club y Pascal tuvo que regresar a Camer¨²n. Poco despu¨¦s, su padre muri¨®: ¡°No quisieron decirme qu¨¦ le ocurri¨® exactamente, creo que fue una enfermedad extra?a. Solo s¨¦ que no puedo defraudarle, por eso volv¨ª a Espa?a. Y hasta que no consiga jugar en Primera no parar¨¦¡±.
En 2008 la FIFA prohibi¨® los fichajes de menores de 18 a?os para evitar que los menores que no triunfaban fueran abandonados a su suerte.
La historia de su amigo Lancine es sorprendentemente similar: ¡°Me llevaron al Marmande de Burdeos (en quinta divisi¨®n). Todo me iba bien¡ Hasta que mi padre falleci¨®, empec¨¦ a deprimirme, dej¨¦ de rendir, el agente rompi¨® mi contrato y me obligaron a regresar a ?frica¡±, explica el guineano. Ambos decidieron ¡°seguir intent¨¢ndolo¡± en Espa?a y hoy sobreviven como pueden, alternando sus entrenamientos en el Canillas con empleos alimenticios, como ayudante de cocina y mozo de almac¨¦n.
A pesar de todos los contratiempos, casi todos los subsaharianos mencionados en este reportaje conservan una confianza plena en s¨ª mismos. Son conscientes de que otros en su misma situaci¨®n han acabado arruinados y con varias heridas dif¨ªciles de cicatrizar. El exmisionero Chema Caballero nos cuenta la historia de A., un joven costamarfile?o cuya biograf¨ªa coincide con las relatadas (contacto con un falso representante, pago previo de unos 4.000 euros, promesas falsas y abandono posterior), con el cruel a?adido de que este chico, que se niega a identificarse, acab¨® encerrado y maltratado en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. ¡°Ahora trabaja cuidando a un anciano a las afueras de Madrid y est¨¢ intentando regularizar sus papeles¡± cuenta Caballero en conversaci¨®n telef¨®nica, ¡°tiene tanto miedo que no quiere salir en ning¨²n medio ni contar su historia a nadie¡±.
En 2008 la FIFA prohibi¨® los fichajes de menores de 18 a?os y reforz¨® la vigilancia hacia las transacciones internacionales. Actualmente el organismo colabora activamente con la ONG francesa Foot Solidaire para evitar que los menores que no triunfan sean abandonados a su suerte. El presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter, se pronunci¨® al respecto: "Me gustar¨ªa dar todo nuestro apoyo a las actividades que se est¨¢n llevando a cabo para defender los derechos de los j¨®venes africanos que, por desgracia, son enga?ados por quienes se presentan como sus benefactores". Varios agentes FIFA consultados coinciden en que hay falsos ojeadores que se aprovechan de los jugadores, de una manera o de otra. ¡°Hay timadores que cobran a los chicos por ser representados y se desentienden de ellos si no salen rentables¡±, denuncia un cazatalentos federado que prefiere no dar su identidad.
Los domingos son d¨ªas de f¨²tbol para muchos extranjeros residentes en Espa?a. En el campo del Centro Deportivo Alberto Garc¨ªa (en el barrio madrile?o del Pozo T¨ªo Raimundo) todas las semanas se celebran torneos entre decenas de africanos de distintas nacionalidades. Aparentemente practican para divertirse, pero algunos se juegan mucho m¨¢s, o eso creen ellos. Desde la grada, los futbolistas son examinados por Amelie Najib, camerunesa de 31 a?os, forofa del Bar?a y, como ella misma se define, ¡°aprendiz de cazatalentos¡±. Aunque trabaja como empleada del hogar, dedica todo su tiempo libre a su pasi¨®n. ¡°Yo contacto con los chicos que juegan muy bien y los presento ante clubes y representantes. Ya he conseguido colocar a dos. Lo hago de forma solidaria, para ayudarles, pero... ?Qui¨¦n sabe? Quiz¨¢s en el futuro todos podemos ayudarnos mutuamente¡±, explica con una sonrisa. Amelie sabe lo dura que es la trayectoria vital de esos chicos. Como muchos de ellos cruz¨® el estrecho de Gibraltar en el maletero de un coche cargado en un barco, en busca de un futuro mejor. Y hoy, como apasionada del f¨²tbol, comprende y comparte el entusiasmo y el empecinamiento de los j¨®venes. ?Alguno de estos futbolistas se plantea la posibilidad de regresar a ?frica? ¡°Eso ser¨ªa reconocer su fracaso. All¨ª todos los suyos piensan que llegar¨¢n a Primera divisi¨®n. A quien regresa se le considera un perdedor¡±.
?A qu¨¦ se debe esa pasi¨®n africana por el balompi¨¦? ¡°Es nuestra religi¨®n¡±, ¡°es el juego que m¨¢s nos une¡±, ¡°es la mejor forma de ayudar a los tuyos¡±, razonan los futbolistas consultados en este reportaje. Amelie va m¨¢s all¨¢: ¡°Es un deporte que cualquiera puede practicar. Hasta los que no tienen ni una pelota¡±. Para un europeo es dif¨ªcil de imaginar jugar sin un bal¨®n, o inmerso en una niebla que impide ver a diez metros de distancia. Pero que se lo digan a ellos, que aprendieron a practicar su pasi¨®n casi descalzos, en terrenos enfangados y usando como balones naranjas y esf¨¦ricos maltrechos fabricados con pl¨¢sticos y cuerdas.
Nueve de la ma?ana en el campo del Club Deportivo Canillas. Diakit¨¦ Alassane exhibe sus virtudes futbol¨ªsticas haciendo cabriolas con un bal¨®n. De pronto se detiene, como hipnotizado, lo agarra con las manos y contempla la peque?a grada que rodea el campo de su equipo. Frunce el gesto. Su sue?o de meter goles bajo la herc¨²lea grada del Bernab¨¦u parece extinguirse poco a poco en su mirada.
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