La hoguera
Rouco Varela es lo que nos faltaba para alegrarnos la vida, un Savonarola de tercera sobrevolando la crisis con alas de cuervo
Despu¨¦s del carnaval inmobiliario cuya hoguera de cemento ardi¨® durante 20 a?os, sobrevino, de pronto, sin esperarlo, el mi¨¦rcoles de ceniza. Desde entonces, va ya para un lustro, este pa¨ªs est¨¢ celebrando a diario un ratonero entierro de la sardina. En plena desmoralizaci¨®n general se suceden los analistas aciagos de esta jodida cuaresma econ¨®mica, que parece no tener fin. Los amos no aportan ninguna soluci¨®n, salvo m¨¢s l¨¢tigo todav¨ªa. A este panorama de penitencia colectiva se acaba de incorporar la voz oscura y agorera del cardenal Rouco Varela exigiendo su tajada. Perdona a tu pueblo, Se?or, no est¨¦s eternamente enojado. Era lo que nos faltaba para alegrarnos la vida, un Savonarola de tercera, sobrevolando la crisis con alas de cuervo. Por lo visto no basta con la lacra social del paro, con la tragedia de los desahucios, con la pobreza que llama a la puerta de la clase media. Los obispos persisten en introducir el tormento de la moral en la conciencia de los cat¨®licos espa?oles con su exigencia fan¨¢tica frente a la homosexualidad y el aborto, obcecados en clavar estos dos clavos por la cabeza, cuando ya no significan ning¨²n problema para la mayor¨ªa de los ciudadanos. El ¨²ltimo d¨ªa de carnaval de 1497, en la plaza de la Se?or¨ªa de Florencia, se realiz¨® una inmensa hoguera en la que se quemaron las m¨¢scaras, disfraces, perfumes, cosm¨¦ticos, pelucas, adornos y espejos. Tambi¨¦n ardieron libros obscenos de Boccaccio, cuadros de mujeres hermosas, incluso alguno de Botticelli. En el momento de prender fuego sonaron las trompetas, luego en el silencio de las llamas se oy¨® en la plaza la potente voz del dominico Savonarola, que avivaba aquella hoguera de las vanidades con furiosas invectivas contra el lucro, la sodom¨ªa, el despilfarro y la corrupci¨®n de los pol¨ªticos. No viene al caso que el papa Borgia, a?os despu¨¦s, prendiera a aquel inquisidor y lo condenara a ser combustible en otra hoguera. Tambi¨¦n ahora, despu¨¦s del carnaval del cemento, en nuestro pa¨ªs est¨¢ ardiendo en la plaza p¨²blica la hoguera de la pasada fiesta, pero nuestro Savonarola no habla del lucro, de la corrupci¨®n y el despilfarro. Mientras parte de la Iglesia, movida por caridad con los pobres, les imparte sopa, la jerarqu¨ªa, movida por el fanatismo, se dedica a dar estopa.
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