Queremos legislar
Hace falta renovar la alianza entre representantes y representados que profundice la arquitectura democr¨¢tica actual. La tecnolog¨ªa puede llevar a las instituciones el conocimiento disponible en una sociedad abierta
La constataci¨®n de que lo p¨²blico (el inter¨¦s general) ya no est¨¢ garantizado ¨Csuficiente y exclusivamente¨C por lo pol¨ªtico es m¨¢s evidente cada d¨ªa. Las limitaciones de la pol¨ªtica formal (partidos e instituciones) se muestran descarnadamente en su incapacidad para interpretar y comprender bien la realidad, seleccionar el capital humano y gestionar eficientemente los recursos p¨²blicos, representar a la ciudadan¨ªa generando entornos transparentes, confiables y permeables, y proponer soluciones sostenibles e innovadoras a los retos sociales con una acci¨®n ejecutiva y legislativa adecuada en tiempo y forma. En definitiva, la desconfianza ciudadana crece por los l¨ªmites de la pol¨ªtica en su ejemplaridad y, tambi¨¦n, en su eficiencia y eficacia. La corrupci¨®n es la puntilla.
A todo ello, hay que a?adir una progresiva reducci¨®n del poder de la pol¨ªtica, de su fuerza para situarse como el ¨²ltimo resorte, de su autoridad para priorizar el inter¨¦s general como principio que articule y jerarquice nuestra sociedad y que sea el l¨ªmite insuperable e insobornable a lo vorazmente especulativo. La pol¨ªtica retrocede, incapaz e inerte, ante la destrucci¨®n que impone un modelo socioecon¨®mico que favorece el desorden cortoplacista e hipoteca nuestro futuro ¨Cy el de las generaciones venideras¨C en forma de deuda insostenible, cambio clim¨¢tico, pobreza, desempleo estructural...
Los niveles de desafecci¨®n democr¨¢tica no dejan lugar a dudas. Los datos son abrumadores, demoledores con los pol¨ªticos, los partidos e instituciones. La fosa se hace m¨¢s profunda. Gran parte de la desconfianza se debe a la opacidad que genera todo lo que rodea a la pol¨ªtica. La ciudadan¨ªa cada vez se siente, adem¨¢s, m¨¢s frustrada a la hora de participar porque constata que no es escuchada ni atendida. A veces, incluso, es despreciada e insultada.
En este estado de cosas, se impone una renovada alianza entre representantes y representados que supere ¨Cprofundice, mejore, aumente¨C la legitimidad por delegaci¨®n de la arquitectura democr¨¢tica actual, construyendo gobiernos y parlamentos m¨¢s ¨²tiles, gracias a la cooperaci¨®n p¨²blica. La pol¨ªtica es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de nuestros pol¨ªticos. Y los retos a los que nos enfrentamos ya no permiten la acomodaticia tranquilidad de delegar nuestra soberan¨ªa ¨Cy nuestro futuro¨C por per¨ªodos electorales, sin mayor implicaci¨®n c¨ªvica y responsabilidad ciudadana. No podemos esperar, ni podemos desentendernos. Nuestra democracia formal no es suficiente para garantizar el nivel de fuerza y capacidad pol¨ªtica que se necesita, si queremos horizontes compartidos. Hace falta m¨¢s pol¨ªtica: m¨¢s acci¨®n, m¨¢s (y mejor) legislaci¨®n, m¨¢s (mucha m¨¢s) representaci¨®n y participaci¨®n.
La pol¨ªtica es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de nuestros pol¨ªticos
En el ¨¢mbito legislativo, por ejemplo, uno de los pocos canales de participaci¨®n con los que actualmente contamos los ciudadanos son las Iniciativas Legislativas Populares (ILP). Recoger y presentar una ILP es un proceso tit¨¢nico, son necesarias 500.000 excesivas firmas (a nivel comunitario solo se exige un mill¨®n entre siete pa¨ªses al menos) y, una vez aceptada, debe superar todav¨ªa una serie de tr¨¢mites burocr¨¢ticos solo para que sea debatida.Y las cifras demuestran que no es una herramienta ¨²til para propiciar la participaci¨®n ciudadana: solo una ILP ha llegado a buen t¨¦rmino. El desenlace final de la reciente aprobaci¨®n de la nueva ley antidesahucios, con los ¨²nicos votos a favor del Partido Popular, ha dejado un reguero amargo de reproches pol¨ªticos dentro y fuera de la C¨¢mara. Nos invade un sabor a fracaso de los canales oficiales para la participaci¨®n democr¨¢tica, que no est¨¢ asegurada simplemente con la aceptaci¨®n de una tramitaci¨®n y que no garantiza la co-creaci¨®n legislativa (partidos, asociaciones, ciudadanos). Ustedes proponen (los ciudadanos y sus lobbies sociales y econ¨®micos) y nosotros (los representantes y sus mayor¨ªas) decidimos es la respuesta formal de nuestra democracia. La evidencia de que este modelo no es suficiente para legislar bien y mejor, crece.
El ?esca?o 351? (propuesta del programa electoral del PSOE, cuyo objetivo era que los ciudadanos pudieran intervenir en el Pleno del Congreso en defensa de las ILP) era un insuficiente, pero interesante, paso para dar voz. Tambi¨¦n las comparecencias parlamentarias abiertas a expertos y representantes sociales y econ¨®micos en la elaboraci¨®n de una Ley ¨Ccomo sucede estos d¨ªas con la Ley de Transparencia (en la que participar¨¦)¨C son adecuados pero t¨ªmidos pasos. Hay que ir m¨¢s all¨¢.
Las organizaciones pol¨ªticas y las instituciones p¨²blicas deben realizar una mirada inteligente a la transformaci¨®n que est¨¢n llevando a cabo las empresas m¨¢s l¨²cidas y responsables. Los modelos de innovaci¨®n abierta, a trav¨¦s de la creaci¨®n colectiva, son f¨®rmulas que permiten aproximar a las organizaciones a un grado de permeabilidad ¨®ptimo que ampl¨ªa sus oportunidades. La llave de todo es el talento compartido como motor de cambio, reforma y adaptaci¨®n. Las organizaciones permeables son aquellas que saben escuchar y hacer part¨ªcipe al cliente ¨Csu mejor prosumidor¨C con m¨¢s transparencia y promoviendo la innovaci¨®n y la creatividad. El mundo empresarial est¨¢ sustituyendo, progresivamente, sus estructuras organizativas verticales por nuevas estructuras horizontales y en red. Los gobiernos y los parlamentos no lo hacen suficientemente. Desconf¨ªan.
?Por qu¨¦ no vamos a utilizar todo el talento disponible en nuestra sociedad para legislar, por ejemplo, favoreciendo la apertura de datos, su accesibilidad, facilidad de uso y reutilizaci¨®n, con el objetivo de crear ecosistemas p¨²blicos para resolver problemas complejos? Evitar¨ªamos fiascos (y manipulaciones), como el sucedido en un estudio clave para justificar la austeridad econ¨®mica en la Uni¨®n Europea que contiene graves errores de Excel y que, si hubiera estado abierto, habr¨ªa sido advertido y corregido por otros actores sociales, impidiendo ¨Cprobablemente¨C que la pol¨ªtica tomara decisiones equivocadas con datos insuficientes o inexactos.
Las multitudes inteligentes (que no solo opinan, sino que quieren co-crear y co-decidir) pueden actuar de una forma semejante en la pol¨ªtica ejecutiva y legislativa, siendo una excelente oportunidad para recuperar la confianza en el sistema democr¨¢tico, como ya empiezan a explorar algunas Administraciones p¨²blicas de proximidad. M¨¢s talento y m¨¢s democracia es la f¨®rmula.
Lo p¨²blico debe ser el punto de encuentro de quienes desean una? sociedad sostenible y justa
?Queremos legislar!, decimos. No solo porque queremos, podemos y debemos, sino porque sabemos. El conocimiento disponible en la sociedad abierta y en red es superior al de sus representantes y expertos. No estamos hablando de masas inertes y amorfas, sino de multitudes activas e inteligentes en la sociedad red, capaces de articular ¨Co al menos iluminar¨C soluciones p¨²blicas para problemas complejos si se dispone de entornos abiertos gracias a la tecnolog¨ªa. Lo p¨²blico debe ser el punto de encuentro, no solo una capa superpuesta de representaci¨®n, de todos los actores que desean una sociedad sostenible y justa, la ¨²nica capaz de generar riqueza, gracias a una progresiva y eficiente capacidad de repartirla.
Nuestra sociedad decepcionada, cr¨ªtica y muy informada, tiene en sus manos herramientas para monitorizar y fiscalizar las actividades pol¨ªticas: es el momento de la pol¨ªtica vigilada. Pero necesitamos m¨¢s, queremos la pol¨ªtica participada. La tecnolog¨ªa disponible (que conecta personas, procesos, m¨¢quinas y objetos) re-articula la sociedad porque crea comunidades de intereses, entornos de conocimiento y permite la movilizaci¨®n social de una manera extraordinariamente atractiva y potencialmente muy democr¨¢tica.
Esta inaplazable transformaci¨®n de las estructuras (y de las mentes y actitudes) debe encontrar pues una oportunidad en entornos digitales pensados para las aplicaciones personales y m¨®viles: apps, geolocalizaci¨®n, realidad aumentada, visualizaciones, etc. Algunos gobiernos ya lo han visto y est¨¢n aprovechando su potencial. La Administraci¨®n Obama, por ejemplo, lo hace con proyectos como data, recovery o transparency; y en el Reino Unido encontramos data.gov.uk. En el ¨¢mbito legislativo hay que aprender e implantar, urgentemente, las recomendaciones del Global Center for ICT in Parliament, el organismo multilateral que promueve la modernizaci¨®n parlamentaria a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa abierta y la participaci¨®n ciudadana.
La inteligencia de las multitudes supone una nueva mirada a la gobernanza de las organizaciones, ya que el uso de la tecnolog¨ªa ha cambiado la concepci¨®n del poder. Si la pol¨ªtica formal no valora ¨Ce impulsa¨C el uso de la inteligencia colectiva en su modelo de acci¨®n, las barreras entre ciudadanos y representantes p¨²blicos no dejar¨¢n de incrementarse. La pol¨ªtica crowd no solo es una oportunidad (inteligente), sino un requerimiento (democr¨¢tico) para una mejor acci¨®n pol¨ªtica. Para la que se necesita y ya no puede esperar.
Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª es asesor de comunicaci¨®n.
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