El Pacto de Toledo no es un zombi
El Gobierno no puede afrontar solo las reformas del sistema de pensiones
Hay quien ha asegurado, quiz¨¢s desde el desconocimiento, quiz¨¢s desde la mala fe, que el Pacto de Toledo es un muerto viviente y que, por tanto, ya no es el instrumento adecuado que permita articular las reformas reclamadas por el sistema de pensiones para garantizar su futuro.
Estoy convencido de que este es un planteamiento err¨®neo. La iniciativa conjunta de los principales grupos parlamentarios de relanzar los trabajos de la comisi¨®n del Pacto de Toledo expresa la determinaci¨®n pol¨ªtica de recuperar el di¨¢logo y la vocaci¨®n de consenso para avanzar en la mejora y la adaptaci¨®n de la joya del Estado de bienestar: el sistema de pensiones. El Pacto de Toledo ha sido un magn¨ªfico ejemplo de una pol¨ªtica reformista, fundamentada en el di¨¢logo social y pol¨ªtico. Son m¨¢s de 15 a?os de reformas, apoyadas en muchos casos por mayor¨ªas parlamentarias muy amplias y legitimadas por el acuerdo con los agentes sociales, que han permitido mejorar la fortaleza financiera del sistema de pensiones, ampliar el nivel de protecci¨®n social e incorporar mayor equidad en su funcionamiento. Con insuficiencias, claro que s¨ª. Adem¨¢s, y desde nuestra perspectiva partidista, nos sentimos corresponsables de ello por el hecho de haber defendido entre 1993-1995, y de la mano de Miquel Roca, la necesidad de un gran acuerdo en esta materia, como garant¨ªa para los pensionistas de entonces, de hoy y ma?ana.
No es menor que el arco parlamentario, en su conjunto, comparta la idea de que un sistema p¨²blico de pensiones debe orientarse, fundamentalmente, a la reducci¨®n del riesgo de la pobreza entre las personas mayores y que debe aspirar a garantizar el mantenimiento del nivel de vida de los ciudadanos una vez dejan de trabajar por razones de edad. La sostenibilidad financiera del sistema de pensiones no es tanto un objetivo en s¨ª mismo como un requisito para garantizar el cumplimiento de su finalidad. La discusi¨®n principal y primera no es financiera, es pol¨ªtica, y tiene que ver con si, como sociedad, continuamos apostando por un sistema que pretende alcanzar esos objetivos.
El pacto ha sido un magn¨ªfico ejemplo de una pol¨ªtica reformista fundamentada en el di¨¢logo social y pol¨ªtico
Ciertamente en el desarrollo del sistema de pensiones han existido discrepancias importantes entre los principales partidos. La no revalorizaci¨®n de las pensiones por el Gobierno del PP ha sido objeto de un recurso ante el Tribunal Constitucional por parte de los grupos de la oposici¨®n, entre ellos CiU, y el real decreto ley que endurece la jubilaci¨®n anticipada y parcial ha sido rechazado en bloque por toda la oposici¨®n. Hemos considerado que esta reforma era innecesaria e injusta, en unos momentos en el que el desempleo golpea duramente a los mayores de 50 a?os, siendo este un colectivo amenazado por el paro de larga duraci¨®n.
El Gobierno ha impulsado la creaci¨®n de un grupo de expertos plural para que traslade, durante los pr¨®ximos meses, una propuesta concreta para desarrollar esta previsi¨®n. Se trata de una cuesti¨®n de una complejidad t¨¦cnica considerable y altamente sensible en lo pol¨ªtico y lo social. Es evidente que esta es una materia que por su trascendencia necesita un acuerdo de fondo muy amplio y muy convencido. Y as¨ª lo han hecho los pa¨ªses europeos que en los ¨²ltimos a?os han incorporado reglas de este estilo en sus sistemas de pensiones. Es ah¨ª donde hay que buscar inspiraci¨®n.
Otro factor que no hay que olvidar es que no se puede confundir el reto que representan los cambios demogr¨¢ficos, que se est¨¢n viviendo, y se vivir¨¢n con mayor intensidad durante los pr¨®ximos a?os, en las sociedades avanzadas, con los impactos que la crisis est¨¢ provocando en el sistema de pensiones; los d¨¦ficits de hoy se explican por el desempleo masivo y la destrucci¨®n de miles de empresas, y no por la demograf¨ªa.
La pr¨®xima jubilaci¨®n de la generaci¨®n del baby boom ¡ªlos nacidos entre mediados de los cincuenta y finales de los setenta¡ª, el aumento de la esperanza de vida y la menor tasa de fertilidad de las mujeres son variables que tienen un impacto directo en un sistema p¨²blico de reparto y de solidaridad entre generaciones, en el que la relaci¨®n entre cotizantes y pensionistas es crucial, y que, si no adapta sus reglas, ver¨¢ como el gasto aumenta de manera insostenible. A todo ello hay que a?adir: los nuevos estilos de vida de los ciudadanos, la transformaci¨®n del mundo del trabajo por el impacto de las revoluciones tecnol¨®gicas y la competencia de las econom¨ªas emergentes, que obligan a repensar que la principal v¨ªa de financiaci¨®n de las pensiones est¨¦ directamente vinculada al coste del trabajo; o las nuevas desigualdades emergentes entre las personas mejor formadas, con mejores empleos, y aquellas personas que trabajan en sectores con niveles de remuneraci¨®n muy bajos¡ Todo ello obliga a un proceso permanente de cambios y reformas graduales que el Gobierno no puede liderar en solitario, ya que afectan al Estado de bienestar, y que comparte todo el arco parlamentario. Y aqu¨ª est¨¢ la gran fortaleza y acierto de los Pactos de Toledo. Que las soluciones y respuestas de hoy no hipotequen nuestro futuro.
Carles Campuzano es diputado de CiU y portavoz de este grupo en la Comisi¨®n del Pacto de Toledo.
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