¡°Habr¨ªa que cerrar los bancos suizos si mantienen el secreto bancario¡±
Decenas de miles de evasores fiscales, muchos espa?oles, dormir¨ªan tranquilos si ?ric de Montgolfier hubiera mirado hacia otro lado Pero este fiscal franc¨¦s decidi¨® investigar a fondo la ¡®lista Falciani¡¯ y?ha descubierto el mayor fraude fiscal en la historia reciente de la Uni¨®n Europea
El fiscal ?ric de Montgolfier se ha levantado a las tres de la madrugada en Bourges, en el centro de Francia, ha viajado hasta Par¨ªs para tomar un avi¨®n a Madrid y a las nueve de la ma?ana aguarda puntual su turno en San Fernando de Henares para declarar como testigo en la vista de extradici¨®n de Herv¨¦ Falciani, el exempleado del HSBC de Ginebra que se apoder¨® del tesoro m¨¢s preciado de esta entidad: las cuentas secretas de 130.000 evasores fiscales, al menos 4.000 espa?oles. Su testimonio es clave porque este hombre de 65 a?os, casado con una abogada y padre de tres hijas, fue la persona que en 2010 descubri¨® en la casa de Falciani en Castellar, un pueblo de la Costa Azul (Francia), los archivos inform¨¢ticos encriptados que han permitido a varios Gobiernos la mayor caza de evasores fiscales en la historia de la Uni¨®n Europea. Una investigaci¨®n compleja que inici¨® en solitario y que ha apuntalado a¨²n m¨¢s su fama de caballero blanco, de fiscal independiente que act¨²a sin pedir permiso, dice lo que piensa e incomoda a banqueros, pol¨ªticos y a los ministros de Justicia franceses de sucesivos Gobiernos.
Acude a la fiscal¨ªa montado en su bicicleta, tiene un aspecto afable y sereno, pero ha sentado en el banquillo a una lista variopinta de personajes de las finanzas y la pol¨ªtica francesa. Montgolfier acus¨® a Bernard Tapie, exministro, financiero y expresidente del club de f¨²tbol Olimpique de Marsella (OM), de intentar comprar en 1993 un partido contra el Valenciennes. Casi toda la antigua directiva del OM, campe¨®n de Europa en 1993, fue condenada por un tribunal a penas de c¨¢rcel. Tapie le llam¨® ¡°majara¡± y apostill¨®: ¡°Sin este asunto, Montgolfier ser¨ªa un magistrado desconocido, siniestro. Si despu¨¦s de 25 a?os de carrera lo ¨²nico que ha logrado es ser fiscal en Valenciennes, es que no debe ser¡¡±.
Se equivoc¨®. La credibilidad del fiscal creci¨® en la misma proporci¨®n que lo hac¨ªa la mala fama del pol¨¦mico empresario, implicado en sucesivos esc¨¢ndalos. Durante los diez a?os que permaneci¨® como fiscal jefe de Niza investig¨® a miembros del Ayuntamiento y denunci¨® las vidriosas relaciones de algunos de sus compa?eros de judicatura con los poderes locales.
Un fiscal puede pregun?-tar lo que tiene que
hacer o?hacer lo que cree¡±
Montgolfier acude al encuentro con el periodista, en un c¨¦ntrico hotel de Madrid, despu¨¦s de declarar ante los magistrados de la Audiencia Nacional que deciden el futuro del enigm¨¢tico Falciani, el exinform¨¢tico del HSBC que ha puesto a esta entidad bancaria en la situaci¨®n m¨¢s dif¨ªcil de su historia. El fiscal viste una americana cruzada azul marino, camisa de un tono m¨¢s suave con finas rayas blancas, corbata burdeos, pantalones grises y zapatos marrones de estilo ingl¨¦s. No parece cansado pese a que ya han pasado diez intensas horas desde que amaneci¨® en su casa de Bourges, la hist¨®rica y apacible ciudad francesa de 100.000 habitantes, su ¨²ltimo destino en la Corte de Apelaci¨®n, un oasis comparado con el hurac¨¢n que levant¨® en la efervescente Niza.
PREGUNTA: ?Ha hablado con Falciani?
RESPUESTA: Me salud¨® y no lo reconoc¨ª. [El exempleado del HSBC acudi¨® a la vista con peluca, gafas de pasta y maquillado].
P: ?C¨®mo ha ido su declaraci¨®n?
R: Bien, sigo vivo [sonr¨ªe]. Es la primera vez que estoy ante un tribunal espa?ol. Aqu¨ª los juicios son diferentes.
P: ?Le sorprendi¨® que Falciani le llamara a declarar como testigo?
R: No, porque soy uno de los que pueden decir cu¨¢l fue su papel en el descubrimiento de los documentos y en la ayuda que nos ha proporcionado.
P: ?Cree que el futuro de Falciani est¨¢ en parte en sus manos?
R: Primero depende de los jueces. He aportado algunos elementos, pero la vida de Falciani no va a acabar en los tribunales espa?oles. Ha traicionado los intereses de un banco muy grande y tendr¨¢ problemas para encontrar trabajo en el sector. Soy un testigo y nada m¨¢s¡ A Espa?a se le pide una actitud moral. Cuando supe que hab¨ªa sido arrestado aqu¨ª por una petici¨®n de extradici¨®n de Suiza, me dije a m¨ª mismo que no ser¨ªa justo que fuera entregado.
P: ?Es cierto que sin su ayuda no se habr¨ªa podido recuperar la informaci¨®n secreta del HSBC?
R: Habr¨ªa sido mucho m¨¢s complicado. Nos ayud¨® a entrar en el ordenador porque estaba encriptado. Hab¨ªa partes que nosotros no habr¨ªamos encontrado. Falciani nos las proporcion¨®. Su ayuda fue preciosa.
La independencia por bandera
?ric de Montgolfier (Lyon, 1946) estudi¨® en la Universidad de Par¨ªs II. Descendiente de los hermanos Montgolfier inventores de los primeros globos aerost¨¢ticos, estuvo destinado en el Ministerio de Justicia en Par¨ªs, donde investig¨® distintos casos econ¨®micos y financieros. Se gan¨® la simpat¨ªa de los ciudadanos por su actitud firme ante los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos. Una de sus hijas estudia para juez.
Miembros de la judicatura francesa reconocen que este hombre singular ha logrado con su trabajo y declaraciones p¨²blicas que distintos sectores de la sociedad francesa recuperen su confianza en la justicia. Su independencia y la complicidad con los medios de comunicaci¨®n le han ayudado a cultivar su imagen de fiscal rebelde. Logr¨® el r¨¦cord de permanencia en su cargo de fiscal jefe de Niza, donde ejerci¨® durante una d¨¦cada. Arriba, en una imagen de 1993, en el caso Valenciennes.
P: ?Qu¨¦ opina de Falciani? ?Le parece m¨¢s un h¨¦roe o un ladr¨®n, como aseguran las autoridades suizas?
R: No s¨¦ c¨®mo tengo que considerarlo. Al principio dije que tiene un temperamento mesi¨¢nico, que posee algo que aportar al mundo sumido en una crisis financiera. No estoy seguro de que sea tan simple. Hay seguramente una parte verdadera, pero hay aspectos poco claros antes de haber sido detenido en Niza. No s¨¦ lo que hizo, lo que quer¨ªa hacer. Hay episodios en su recorrido que parecen discutibles.
P: ?Me habla de una parte oscura?
R: Antes de ser detenido en Francia hay un episodio en L¨ªbano que no s¨¦ bien en qu¨¦ consisti¨®. Cre¨ª comprender que pretendi¨® vender [la informaci¨®n] a un banco liban¨¦s que rechaz¨® el ofrecimiento. S¨ª, hay algunas zonas de sombra en esta historia. En Francia no intent¨® venderla. Si lo propuso en otros sitios, no lo s¨¦. Si hubiera obtenido dinero, no estar¨ªa en la situaci¨®n financiera en la que parece estar hoy. Sus abogados dicen que es dif¨ªcil.
P: Cuando las autoridades suizas les pidieron un registro, no les informaron de lo que se escond¨ªa en la casa de Falciani.
R: Pensamos que era una petici¨®n banal. Al ver que asistir¨ªa el procurador federal, cre¨ªmos que ven¨ªa de vacaciones porque Niza es un sitio con sol y playa. Despu¨¦s supimos, no por Suiza, sino por Falciani, lo que hab¨ªa. Los suizos no fueron claros con nosotros.
P: ?Qu¨¦ pens¨® cuando la Gendarmer¨ªa le inform¨® que ten¨ªa en su poder los nombres de 130.000 evasores fiscales?
R: Pens¨¦ que era un asunto demasiado grande y que no podr¨ªa tratarlo todo [s¨®lo se han investigado las cuentas de personas f¨ªsicas superiores al mill¨®n de euros]. Es una de las mayores evasiones fiscales de la historia. El presidente de la Rep¨²blica acaba de anunciar la creaci¨®n de la Fiscal¨ªa Nacional Anticorrupci¨®n. Vi¨¦ndolo con distancia, pens¨¦ que habr¨ªa sido mejor tenerla antes.
P: ?Tuvo alguna presi¨®n o insinuaci¨®n del Gobierno franc¨¦s para que devolviera esos ficheros sin investigarlos?
R: Hay dos soluciones para un fiscal: preguntar al ministro lo que tiene que hacer o bien hacer lo que cree. No pregunt¨¦ al ministro, abr¨ª la investigaci¨®n sin preguntarle su opini¨®n. No s¨¦ si me hubiera dicho s¨ª o no. Yo sab¨ªa que ten¨ªa que llevar a cabo esta investigaci¨®n. No hubo presi¨®n. [El caso finalmente se puso en manos de la Fiscal¨ªa de Par¨ªs y Montgolfier se qued¨® con la parte de Niza].
P: ?Y presiones de los bancos o de otras instituciones?
R: Los dirigentes del HSBC no quer¨ªan que investig¨¢ramos las cuentas. Y Suiza tambi¨¦n estaba en contra. Muchos suizos dijeron: no ten¨¦is derecho¡ Del procurador federal [suizo] recib¨ª correos desagradables, poco diplom¨¢ticos, pero, bueno, eso no es importante.
P: ?Qu¨¦ ha sido lo m¨¢s dif¨ªcil de sus pesquisas?
R: La sensaci¨®n de ignorancia. Elegimos criterios para ordenar esa masa de informaci¨®n que en papel habr¨ªa llenado los vagones de un tren, pero no sab¨ªamos si est¨¢bamos dejando de lado cosas importantes. Y cuando tenemos una lista de 8.600 nombres franceses, no quiere decir que a trav¨¦s de sociedades o de fiduciarios no haya m¨¢s franceses involucrados. Y lo mismo pasa en Espa?a. No creo que Espa?a tenga todo lo que hay, debe de tener la lista de los titulares espa?oles, pero puede que en la lista de franceses haya espa?oles escondidos, o detr¨¢s de las sociedades que quedan por investigar.
P: Un tren con los nombres de evasores de numerosos pa¨ªses.
R: Para un caso como este, con tantos pa¨ªses implicados, deber¨ªa haber una fiscal¨ªa europea. Creo que ser¨ªa factible. Hay muchos involucrados, y no solo europeos, de Canad¨¢, de EE UU y hasta de pa¨ªses ¨¢rabes. Cada pa¨ªs deber¨ªa ocuparse de lo que le concierne. Es lo que justific¨® que Francia se quedara con la informaci¨®n y la distribuyera a los pa¨ªses afectados. La mand¨¦ tambi¨¦n a los fiscales italianos y alemanes. No ha habido muchos pa¨ªses que los hayan pedido, y no entiendo por qu¨¦. Hasta llam¨¦ a un amigo en B¨¦lgica y le dije que deber¨ªan interesarse, pero no me lleg¨® ninguna petici¨®n.
P: ?Qu¨¦ sinti¨® al tener en sus manos las cuentas secretas de tanta gente?
R: Es un caso bonito. En la vida de un fiscal hay muchas cosas peque?as, accidentes, robos, sucesos. Te da la impresi¨®n de que realmente vas a ser ¨²til.
P: Imagino que ser¨¢ una sensaci¨®n parecida a la de un periodista cuando descubre una gran historia y cree que servir¨¢ para algo.
R: ?Seguro! ?Seguro! [Sonr¨ªe]. Est¨¢bamos fascinados por la importancia del caso, pero al mismo tiempo dec¨ªamos: ?atenci¨®n! Tiene que ser un caso real. Como en el periodismo, no hay que equivocarse. Le recuerdo el falso caso en el que se implic¨® al expresidente Nicolas Sarkozy. Y me dije: cuidado, hay que asegurarse de que todo esto es cierto.
P: Casi todos los casos de corrupci¨®n conducen a cuentas en para¨ªsos fiscales, muchas veces en territorios bajo bandera brit¨¢nica. ?Por qu¨¦ cree que pervive este sistema tan injusto y escandaloso?
R: No estoy seguro de que los ingleses tengan una fibra muy europea. Su visi¨®n es muy egoc¨¦ntrica. Me sorprende el hecho de que los pa¨ªses de Europa se comprometieran a no hacer nada que fuera en contra de los intereses de los otros. Los bancos son un elemento que pesa mucho en la econom¨ªa de un pa¨ªs. En Suiza habr¨ªa que cerrar los bancos si se mantienen en el secreto bancario. El problema es por qu¨¦ se reemplazar¨ªan. Es como si les dij¨¦ramos a algunos Estados de Sudam¨¦rica que paren de cultivar droga. Si les pedimos que renuncien a esa parte de su econom¨ªa, por qu¨¦ la reemplazamos. Habr¨ªa que darles otra forma de sobrevivir.
En el sistema bancario, m¨¢s que los secretos, lo que hay es penumbra"
P: Hollande asegura que est¨¢ decidido a combatir los para¨ªsos fiscales. ?Cree en esta declaraci¨®n de intenciones?
R: [Se r¨ªe]. ?Es el presidente de la Rep¨²blica! La crisis que atraviesa Francia es tan grande que hace falta hacer algo. El problema es que desde hace tiempo constato que las cosas funcionan por picos. Hoy se habla de la corrupci¨®n, de fraude fiscal, del HSBC. Se empieza a hablar, sube, sube, sube, y de pronto puff, se acab¨®, ya no se habla m¨¢s. Me gustar¨ªa que no se dejara de hablar de algo tan importante como esto. Las instituciones deben tener verdadera fuerza, hay que dotarlas de medios y poner al frente a personas que tengan ganas de cumplir con su tarea. Hay que crear organismos que sirvan de verdad para luchar contra la corrupci¨®n. Y ah¨ª la historia me hace ser m¨¢s desconfiado.
P: El ministro de Hacienda socialista J¨¦r?me Cahuzac, recientemente destituido por ocultar una cuenta en Suiza, y el banco Reyl son los ¨²ltimos esc¨¢ndalos de la clase pol¨ªtica francesa. ?Se esconden en esta entidad m¨¢s secretos inconfesables de personalidades francesas?
R: [Sonr¨ªe]. Secretos hay por todas partes, pero en el sistema bancario, m¨¢s que secretos, hay penumbra. Lo vemos en nuestro pa¨ªs, en el que hoy preguntas a nuestros pol¨ªticos cu¨¢l es su patrimonio y la mayor¨ªa no lo quieren dar. Yo estoy dispuesto a decir lo que tengo porque s¨¦ muy bien de d¨®nde viene. Cuando alguien afirma: no puedo decir lo que tengo, yo sospecho que esa persona puede estar escondiendo algo. Soy fiscal. No es escandaloso tener dinero si se puede explicar su procedencia.
P: Usted es un fiscal inc¨®modo para los poderes p¨²blicos. Seguro que el alcalde y el prefecto de Niza no le echan de menos.
R: No estaba al tanto de que las autoridades p¨²blicas no se sent¨ªan c¨®modas conmigo [sonr¨ªe]. Un fiscal no est¨¢ para hacer favores, sino para combatir el crimen y recordar a los unos y a los otros que hay que respetar la ley.
P: ?Cu¨¢l ha sido el momento m¨¢s duro de su carrera?
R: [Silencio]. Cada vez que he visto que las injurias afectaban a los m¨ªos, pero fuera de eso no ha habido m¨¢s problemas; al contrario, ciertas personas me han hecho un favor, me han dado la fuerza de resistirlos. Bajo presi¨®n, o cedes y te cuesta mirarte a ti mismo, o resistes y eres a¨²n m¨¢s fuerte.
P: ?Su trabajo ha afectado muchas veces a los suyos?
R: Bastantes, pero estaban preparados. O bien agachas la cabeza, y si la agachas una vez, la agachas siempre, o bien te dices a ti mismo que tienes un deber que has elegido. No es una cuesti¨®n de valent¨ªa, sino de honestidad.
P:Algunos medios franceses le llaman ¡®caballero blanco¡¯. ?No cree que todos los jueces y fiscales deber¨ªan serlo?
R: Que se limiten a ser jueces o fiscales estar¨ªa bien. Si les propones que sean caballeros blancos, te dir¨¢n: no, es demasiado duro para m¨ª. Hay que pedirles que hagan lo que juraron que iban a hacer: justicia. En mi caso es solo una definici¨®n medi¨¢tica. Conozco bastantes magistrados a los que no calificar¨ªa de caballeros blancos, pero que son rigurosos. Y eso es lo ¨²nico que se les debe pedir. Cuando era joven magistrado, me dec¨ªan: despacio, ya tendr¨¢s grandes funciones, pero si empiezas a relajarte, te relajas todo el tiempo. Un fiscal me dijo un d¨ªa hablando de mi futuro: ¡°Haz de chulo y todo ir¨¢ bien¡±. Me indicaba que prostituyendo la justicia ten¨ªa todas las posibilidades de llegar a altas funciones. No es muy interesante¡ [Se r¨ªe].
P: Pero los ciudadanos, en general, no conf¨ªan en la justicia.
R: La justicia da miedo, no sabe hacerse accesible. Se obstina cuando los magistrados hablan un lenguaje incomprensible. La justicia no satisface a nadie. Desconfiar de la justicia me parece algo normal. Desconfiamos tambi¨¦n porque no la conocemos. A veces los magistrados no son tan buenos como nos gustar¨ªa. Es un conjunto de cosas que explican por qu¨¦ la justicia es poco apreciada. Admiramos a los m¨¦dicos que nos salvan, pero no al que te mata. Y no estamos forzosamente en el lado bueno.
P: A veces le acusan de hablar demasiado.
R: Si a los ciudadanos no les gusta la justicia, lo mejor que se puede hacer es dar explicaciones. No podemos quejarnos de que no les gustamos si no nos molestamos en exponerles lo que somos y lo que podemos hacer.
P: En algunas cosas me recuerda usted al juez Baltasar Garz¨®n, un hombre que combati¨® el terrorismo y la corrupci¨®n. Acab¨® expulsado por unas escuchas ilegales a abogados en prisi¨®n. Usted tambi¨¦n fue acusado de atentar contra la libertad de un detenido.
R: Fui absuelto. Estar delante de un tribunal para responder de tus actos no es nada escandaloso. Lo habr¨ªa sido si me hubieran condenado. He propiciado sancionar a mucha gente como para no aceptar que el sistema me juzgue a m¨ª. Cuando sal¨ª a declarar dije: es una experiencia y desear¨ªa que todos los magistrados de Francia la vivan. Creo que no hizo gracia a nadie. [Risas]. El caso de Garz¨®n demuestra que si molestamos a los poderosos, hay que ser rigurosos en extremo, y aun as¨ª no estamos seguros. No puedes tener el m¨¢s m¨ªnimo fallo. Usted utilizaba antes el t¨¦rmino de caballero blanco, es mejor el de zorro. Cuando me dicen que soy un magistrado medi¨¢tico, digo: menos mal. Si tienes la voluntad de hacer algo y lo haces en la sombra, corres el riesgo de forzar algunas veces un poco la ley.
P: Le quedan unos meses para jubilarse. No le veo paseando en su bicicleta. ?Ha pensado en dedicarse a la pol¨ªtica?
R: [Cara de sorpresa]. ?Jam¨¢s! ?Jam¨¢s! Me lo han propuesto varias veces. Dicen que estoy preparando mi candidatura, pero no, no sabr¨ªa hacerlo. He pasado mi tiempo dici¨¦ndole a la gente qu¨¦ ten¨ªan que hacer, record¨¢ndoles la ley, como para transformarme en: ?qu¨¦ tal est¨¢s?, ?puedo hacer algo por ti? No, no sabr¨ªa hacerlo. Soy literalmente incapaz. Fuera de la justicia y de la pol¨ªtica hay un mont¨®n de cosas que se pueden hacer: escribir, apasionarse. Hay muchas cosas, pero no la pol¨ªtica.
P: ?Y su bicicleta?
R: Ya no puedo ir a la fiscal¨ªa en mi bicicleta. Cuarenta y ocho horas despu¨¦s de llegar a Bourges me la hab¨ªan robado. [Se r¨ªe]. Y la polic¨ªa no ha conseguido encontrarla.
P: D¨ªgame lo mejor de Bourges y lo peor de Niza para un fiscal.
R: Lo mejor de Bourges es la tranquilidad provinciana, un poco alsaciana. Lo peor de Niza: nunca sabes con qui¨¦n hablas. A veces hablas con gente en la que tienes confianza, aunque es dif¨ªcil¡ Pero tengo amigos en Niza. [Se r¨ªe].
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