Obama en M¨¦xico

Puede que llegar a establecer una ¡°relaci¨®n entre iguales¡± como reclam¨® Barack Obama el viernes en M¨¦xico lleve su tiempo. Sin embargo, el ritmo de crecimiento econ¨®mico y la estabilidad pol¨ªtica del pa¨ªs azteca indican que las relaciones entre Estados Unidos y su vecino del sur est¨¢n m¨¢s cerca de esa igualdad que nunca. Los intensos intercambios comerciales bajo el paraguas del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte y compartir 3.000 kil¨®metros de frontera son realidades de las que esperar un mayor flujo de encuentros al m¨¢s alto nivel. El presidente Obama se ha tomado demasiado tiempo, sin embargo, para esta su primera visita a M¨¦xico desde que Enrique Pe?a Nieto tom¨® posesi¨®n el 1 de diciembre.

Todo indica que, pese a los buenos prop¨®sitos, los recelos mutuos y las dificultades fronterizas relacionadas con la inmigraci¨®n ilegal y el tr¨¢fico de drogas y armas siguen ensombreciendo las relaciones bilaterales entre EE UU y un pa¨ªs de crecientes expectativas econ¨®micas. Pero la oportunidad de reforzar el bloque econ¨®mico y pol¨ªtico norteamericano es un factor arrollador.

M¨¦xico dispone de un buen aliado. Obama ha lanzado una reforma migratoria que deber¨ªa regularizar a 11 millones de emigrantes, casi la mitad mexicanos. Su presi¨®n, poco recompensada todav¨ªa, para reforzar los controles sobre las armas de fuego ser¨¢ beneficiosa tambi¨¦n al otro lado de R¨ªo Grande. Pe?a Nieto, por su parte, lidera una interesante agenda de reformas econ¨®micas y representa a un pa¨ªs emergente con grandes posibilidades de complementar el crecimiento del norte en beneficio mutuo.

Mejorar una estrategia com¨²n en la lucha contra el narcotr¨¢fico beneficiar¨¢ las relaciones entre ambos pa¨ªses y la seguridad y el bienestar de millones de personas. Todo ello depende, en buena medida, de la sinton¨ªa que ambos mandatarios sean capaces de establecer.