Exilio

Leo en la prensa la historia de Diego Mart¨ªnez Santos, el f¨ªsico gallego que casi a la vez ha obtenido dos logros tan significativos como contradictorios: el de ser nombrado mejor f¨ªsico europeo por la Sociedad Europea de F¨ªsica y el de que se le haya denegado su vuelta a Espa?a con el programa Ram¨®n y Cajal de investigaci¨®n, por considerar el comit¨¦ seleccionador que su curr¨ªculum no est¨¢ a la altura. ?A la altura de qui¨¦n? A la altura de los individuos que hacen la selecci¨®n. Sin duda, han tenido en cuenta otras razones para elegir a los afortunados que las de una excelencia probada. Leo esta noticia que nos ayuda poco a presentarnos como un pa¨ªs de fiar y se me viene a la memoria una conversaci¨®n reciente con un amigo f¨ªsico que investiga en el equipo de Eric Kandel, Nobel de Medicina: me cont¨® que se present¨® al programa de Cajal y, ante el asombro de su jefe, que le hab¨ªa dicho, ¡°t¨² con ese curr¨ªculum vas donde quieras¡±, vio negado su sue?o de trabajar en Espa?a. M¨¢s de lo mismo: le explicaron que no estaba suficientemente preparado.

No me cabe la menor duda de que los seleccionados ser¨¢n competentes, pero no es racional dejar fuera a cient¨ªficos tan brillantes, explic¨¢ndoles para mayor humillaci¨®n que su curr¨ªculum no da la talla. Hay varios ministros del Gobierno, incluido el de Cultura, que no dejan de celebrar la experiencia internacional, dando por hecho que aquellos que se fueron volver¨¢n para rentabilizar en Espa?a aquello que aprendieron fuera. Qu¨¦ cinismo. Muchas de esas personas extracualificadas llevan ya a?os fuera, y con lo que se enfrentan hoy es con la imposibilidad de volver. Echado el cierre en la investigaci¨®n y con las dificultades que presenta la universidad espa?ola para acoger a los que atesoran una experiencia exterior ya no se puede hablar de fuga de cerebros sino de cerebros en el exilio.