Espa?a: emergencia nacional y crisis de deuda
Salir de la recesi¨®n puede consagrar una Europa real de ¡°dos velocidades¡±
Cuando se califica la situaci¨®n actual como de emergencia nacional no solo se debe entender en el sentido de desastrosa o fuera de control, sino tambi¨¦n como s¨ªmbolo de que esta crisis est¨¢ evolucionando de tal forma que vuelve a situar los intereses nacionales y la voluntad nacional como principio activo de la pol¨ªtica. Empieza a ser innegable que, por encima de las pol¨ªticas de ajuste, la carga de la deuda externa p¨²blico-privada es, en los pa¨ªses del Sur, la pieza que hoy bloquea el arranque de la econom¨ªa productiva y que su ¨²nica soluci¨®n (quita mas reestructuraci¨®n de vencimientos) choca con los (des)equilibrios de poder y la ruptura de consensos en una Europa polarizada entre deudores y acreedores.
Esta ruptura es evidente. Mientras en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo pasado la soluci¨®n europea se presentaba como s¨®lida y la ¨²nica posible, la crisis actual ha convertido a Europa en un avispero y en el centro del problema. Europa representaba entonces dos cosas: una integraci¨®n voluntaria hacia espacios soberanos de mayor tama?o y un modelo social basados en s¨®lidos consensos entre el capital y el trabajo. Hoy lleva camino de no representar ninguna de las dos.
Aquel club de pa¨ªses voluntarios que defend¨ªa un poder institucionalizado que caminaba desde el consenso hacia la ponderaci¨®n de cada pa¨ªs, medido en n¨²mero de votos, capaz de reconocer los desequilibrios del proceso y ofrecer compensaciones a los m¨¢s d¨¦biles (los fondos de cohesi¨®n y territoriales), se desliza peligrosamente al terreno de ¡°lo f¨¢ctico¡±, hacia la construcci¨®n de una Europa alemana, que impone sus soluciones unilaterales favorables a los acreedores mientras congela el presupuesto y debilita los esquemas compensatorios. Lo que era transferencia voluntaria de soberan¨ªa se parece demasiado a una ¡°imposici¨®n externa¡± que homogeniza soluciones tratando como homog¨¦neos (meros deudores), casos dis¨ªmiles. Lejos de ser una soluci¨®n ¨²nica, atractiva e integradora se parece demasiado a la impuesta bajo el imperio romano, los Austrias o a la uni¨®n napole¨®nica.
?Hay alg¨²n organismo europeo en que se vote seg¨²n el peso de cada pa¨ªs? Si Italia y Espa?a aportan el 28% de los fondos al BCE y al MEDE, (con Francia un 48%) m¨¢s que Alemania (27%) no deben poder influir en las decisiones? Hay que volver a un club con reglas claras. El hecho probado es que las prioridades europeas se escapan a los equilibrios que caracterizan a todo control institucional. Y que el capitalismo financiero se encuentra especialmente c¨®modo con una agenda tecnocr¨¢tica basada en los ajustes mientras se demora permanentemente la convergencia fiscal y social.
El capitalismo financiero se encuentra c¨®modo con los ajustes
Los principios mercantiles privados, siempre presentes, siempre dominantes, quedan invalidados cuando interesa. Si cualquier concurso de acreedores conlleva un pacto deudor-acreedor con aplazamientos y quitas para asegurar la capacidad efectiva de pago del deudor, es porque se reconoce el principio del riesgo compartido omnipresente en toda operaci¨®n financiera y porque es la ¨²nica soluci¨®n l¨®gica que permite la supervivencia de unos y otros. Sin embargo, ese principio natural se les niega a los pa¨ªses perif¨¦ricos: aunque est¨¦n al borde de la suspensi¨®n de pagos, o de la insolvencia, no pueden aspirar a una quita sobre la deuda. Est¨¢n condenados a asumir todo el peso de la reestructuraci¨®n aunque el ajuste social sin l¨ªmite les instale en una depresi¨®n del consumo que lastre el desarrollo de la propia UE.
¡°En Espa?a, el consolidado de bancos y sector p¨²blico es muy probablemente insolvente¡±, afirma el experto en crisis William Buiter. Reducir una cifra que se retroalimenta (bancos comprando deuda publica, estado saneando bancos) y supera el 200% del PIB (de los que casi la mitad es deuda externa) significa muchos a?os de sequ¨ªa de cr¨¦dito e impide que el aumento de las exportaciones facilite el despegue de la inversi¨®n mientras el alt¨ªsimo nivel de paro, la bajada de sueldos y la inseguridad jur¨ªdica laboral, junto al endeudamiento familiar, frena el consumo. Esa evidencia convierte en inasumible el coste social del desapalancamiento en exclusividad.
La salida de la crisis requiere contemplar la suma de los recursos totales que ser¨¢n necesarios para culminar no solo el saneamiento, en el que estamos, sino para poner en marcha el relanzamiento posterior. La l¨®gica actual de ajustes pangerm¨¢nica traslada los costes de saneamiento, aquellos que pagan el pato por operaciones fracasadas, enteramente sobre la periferia, mientras que habla de compartir y mutualizar los segundos, los que generan nuevas oportunidades rentables. Los alemanes y el centro europeo se niega a que sus bancos sufran por sus ligerezas crediticias, mientras aspiran a aprovecharse de nuevos programas europeos, como el Plan Marshall que proponen los sindicatos alemanes, financiados con fondos compartidos.
A?ada a esa situaci¨®n que por cada 100.000 de nuestros ingenieros, inform¨¢ticos, economistas... empujados al exilio econ¨®mico (la ¡°movilidad exterior¡± de la que tanto se enorgullece la ministra Ba?ez) significa una transferencia de capital humano valorada en 5.000 millones de euros, un 0,5% del PIB. ?Qui¨¦n sacar¨¢ partido de esa situaci¨®n cuando nuestros mejores profesionales se han desplazado all¨ª para sobrevivir? Se trata de una salida de la crisis que consagra una Europa real de ¡°dos velocidades¡±, con una distribuci¨®n de recursos que favorecer¨¢ la recuperaci¨®n del centro a trav¨¦s de programas financiados con fondos compartidos, mientras la periferia es obligada a asumir ¨ªntegramente su ¡°pasado oneroso¡± sin poder contar con las transferencias de renta que homogenizan los derechos por pertenecer al mismo club.
El actual dise?o de la UE es fuente de asimetr¨ªas
No solo hay que bajar la prima de riesgo o reclamar demoras en la velocidad del ajuste, hay que reducir la deuda citada en m¨¢s de un tercio. El crecimiento ser¨¢ muy desigual y muy dif¨ªcil de otro modo. Esa debe ser la clave de un nuevo consenso nacional y la clave de la convergencia de planteamientos desde los pa¨ªses del sur respecto al frente de acreedores. ?Qu¨¦ efectos tendr¨ªa la convocatoria de una Conferencia entre, al menos, las fuerzas progresistas del sur de Europa, partidos y sindicatos, que tuviera como ¨²nico punto del orden del d¨ªa el an¨¢lisis de las dimensiones y viabilidad del pago de la deuda a la luz de la experiencia hist¨®rica? Hay que instalar la idea de que la reestructuraci¨®n de sus cargas es una cuesti¨®n de supervivencia para la eurozona como reconoce el propio FMI. M¨²ltiples experiencias hist¨®ricas lo avalan: desde la que permiti¨® el despegue alem¨¢n en los a?os 50 hasta la que represent¨® el Plan Brady para America Latina en los 80.
De lo contrario, una salida basada en la culpabilizaci¨®n de los pa¨ªses del sur no har¨¢ sino ahondar en m¨¢s desequilibrios. Con lo cual quedar¨ªa demostrado que el actual dise?o de la UE no s¨®lo la incapacita para enfrentarse a crisis asim¨¦tricas, sino que, en s¨ª misma, empieza a ser fuente de asimetr¨ªas, desigualdad fiscal y divergencias competitivas. Justo lo contrario que aspiraba a ser.
Ignacio Muro Benayas es miembro de Economistas Frente a la Crisis.
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