Otras estrellas en la vivienda social
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Cuando algunas entidades que gestionaron la relaci¨®n entre vivienda asequible y buena arquitectura hacen aguas y se encuentran al borde de la desaparici¨®n, otros proyectos relacionan, de otra manera, el denostado binomio arquitectura (social) y estrellas.
En Sevilla, en el barrio del Porvenir ¨Clas antiguas cocheras de Tusan-, el proyecto para levantar 238 viviendas de Chema Lapuerta y Paloma Campo gan¨® el primer premio de un concurso de ideas (an¨®nimo nacional y abierto) que apostaba por una promoci¨®n de vivienda social densa en un barrio de ricos. Se trataba de levantar un vecindario vertical, de agotar la altura m¨¢xima permitida para poder, a cambio, liberar gran parte del suelo. Se quer¨ªa mantener el ese suelo como espacio para los vecinos, pero, a la vez, los arquitectos buscaban asegurar el mejor soleamiento de las viviendas y de los espacios libres. Buscaban, en suma, construir un barrio donde apeteciese bajarse a jugar a la calle, un lugar en el que la arquitectura ayudara a romper guetos de ricos o de pobres.
Aparentemente, las siete torres, de 34 viviendas cada una, no siguen un orden cartesiano. Al rev¨¦s, parecen sembradas en el solar con una organizaci¨®n arbitraria, azarosa. Sin embargo Lapuerta desdice ese azar: ¡°se midieron las distancias entre fachadas, las vistas desde las viviendas, el soleamiento ¨®ptimo y todos los pisos (cuatro por planta) tienen doble orientaci¨®n¡±. El arquitecto sevillano Mario Algar¨ªn se encarga de mostrarlo.
Las torres est¨¢n protegidas por lamas de aluminio extruido m¨®viles que protegen del sol y contribuyen a cerrar y proteger las ventanas. Estas lamas se confunden con los prefabricados de hormig¨®n y juegan con los lienzos transparentes de las ventanas. Desde todas las casas se ve algo m¨¢s que lo que sucede frente a ellas. Lapuerta, Campo (y Carlos Asensio, que trabaj¨® en el concurso antes de fallecer en accidente) se preocuparon de que todas las salas de estar tuvieran ventanas en ¨¢ngulo recto: con dos campos visuales diferenciados.
Con varias comunidades de propietarios (una por torre y una general), en la parte baja la vida vecinal no transcurre como en una urbanizaci¨®n cerrada. El nuevo vecindario est¨¢ abierto a la ciudad, que contribuye adem¨¢s al mantenimiento de sus calles interiores. Cada rinc¨®n funciona como una plaza y cada una de ellas tiene un uso diverso: columpios, baloncesto, gimnasio al aire libre, zona sombreada con toldos, pistas para skaters¡ Todos los espacios son compartidos, pero hay compartimentaci¨®n, por all¨ª se circula. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ del suelo y los juegos, los usuarios pueden subir a las atalayas, los fingers descubiertos que, indica Lapuerta, ¡°establecen relaciones invisibles entre los inmuebles¡±. Esos miradores ofrecen vistas sobre Sevilla, un espacio para fumar y charlar o, tambi¨¦n, una posibilidad, distinta, de relacionar arquitectura de vanguardia y estrellas.
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