Relatos vascos
Estamos muy lejos de la normalidad. Basta con salir a poblaciones de medio tama?o para sentirlo
ETA, la organizaci¨®n terrorista vasca a la que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar defin¨ªa como el Movimiento Vasco de Liberaci¨®n, ha dejado de matar. Por el momento, es as¨ª. ?Ha cambiado mucho el Pa¨ªs Vasco debido a esa decisi¨®n? En el aspecto m¨¢s duro, s¨ª. Los concejales del PSE y del PP van perdiendo el miedo, poco a poco, a que les den un tiro en la nuca por ser espa?oles. Es un salto cualitativo importante.
Pero, ?han cambiado muchas m¨¢s cosas en el Pa¨ªs Vasco? La eliminaci¨®n del miedo a la muerte no es poca cosa, pero estamos muy lejos de llegar a la normalidad. No hay que bucear mucho, basta con salir a poblaciones de medio tama?o para sentirlo. Por un momento, dejemos Bilbao (la del sitio, la que ha resistido siempre), San Sebasti¨¢n (donde los que han resistido son h¨¦roes o est¨¢n muertos) y Vitoria. Vayamos a pasear por Mondrag¨®n o por Hernani. Una buena recomendaci¨®n de turismo. Las calles siguen llenas de pancartas con caras de asesinos para los que se exige la libertad por su condici¨®n de gudaris,de soldados vascos. Se hacen fiestas en las que en las casetas (txosnas) se exige no dar muestras de espa?olismo. Y entre risas y alcohol abundantes siempre en la patria de Sabino Arana, surgen los insultos a los que, con su comportamiento normal, arrojan sospechas de pertenecer a ese mundo imperial de los espa?oles.
Mencionar esos lugares es lo mismo que mencionar otros muchos, en los que la chuler¨ªa, el matonismo de los patriotas sigue asomando en cada portal. Todo ello, acompa?ado con una muy importante ¡°carga de raz¨®n¡±: el proceso de paz est¨¢ estancado porque el Gobierno no da ning¨²n paso adelante. La pol¨ªtica penitenciaria no se ha modificado apenas desde que ETA anunci¨® el cese de la violencia.
Los chulos, los matones, mantienen una importante representaci¨®n p¨²blica. Muchos concejales, muchos diputados en el Parlamento aut¨®nomo. Muchos alcaldes. Y en todos ellos, el mismo comportamiento y el mismo argumento: si no hay movimiento desde el Gobierno espa?ol, el proceso no va a culminar.
?Qu¨¦ proceso? Se refieren, claro est¨¢, al que ellos mismos, con una corte bien pagada de mediadores internacionales escogidos tambi¨¦n por ellos, han querido imponer. No ha habido ninguna negociaci¨®n, ning¨²n pacto en el que las presuntas dos partes tuvieran que ponerse de acuerdo para cambiar algo por algo. El mensaje es sencillo: ETA ha dado un paso. Hay que responder con otro, que es la pol¨ªtica penitenciaria.
?Por qu¨¦? Pues no lo sabemos. Solo sabemos que sigue habiendo militantes terroristas que andan sueltos, armados con pistolas, por el sur de Francia. Cada vez con menos dinero para mantener su escueto tren de vida, pero andan sueltos con pistolas. ?Para qu¨¦? Tampoco nos lo han explicado. Brian Currin, el mediador por excelencia avisa: puede haber escisiones. Eso significa que alg¨²n descerebrado puede decidir matar por su cuenta.
Han dejado de matar, pero est¨¢n ah¨ª. Y su corte de hooligans les apoya y financia. Hasta ah¨ª, m¨¢s o menos, la cosa est¨¢ clara. Hemos ganado una parte de la batalla, pero persiste una amenaza latente contra los dem¨®cratas (espa?oles, no se olvide).
Lo lacerante es que haya reclamaciones de una parte de ese sector, el de los dem¨®cratas, que pide acciones que equilibren el gesto de ETA. Seg¨²n ellos, instalados algunos en el PSE, habr¨ªa que mover las c¨¢rceles, adelantar permisos, atenuar condenas para que el llamado proceso siga adelante.
Pero, ?qu¨¦ proceso? Pues el que dise?¨® ETA, apoy¨® Bildu y todo el resto del mundo de la violencia, y quisieron controlar los mediadores. Un proceso al que se suman jubilosos ¡°hombres de paz¡± como Arnaldo Otegi o Jes¨²s Egiguren, enviando ni?as a levantar ramos de flores en s¨ªmbolo de reconciliaci¨®n y amor.
Pero un proceso que intenta que se levante el castigo democr¨¢tico a los asesinos de ni?os de guardias civiles, a los de concejales indefensos, a los de polic¨ªas que solo cumpl¨ªan con su deber. Un proceso que quiere sostener a los asesinos como parte negociadora y a las v¨ªctimas amordazadas. Un proceso con un relato construido en torno a la opresi¨®n de un pa¨ªs y a los ¡°errores¡± cometidos por j¨®venes impetuosos, xen¨®fobos, totalitarios y sin escr¨²pulos.
Cabe la debilidad, provocada por el cansancio de tanto miedo acumulado. No es soportable pensarlo, pero cabe. Lo que no puede caber de ninguna manera es que el relato se construya as¨ª para las nuevas generaciones. Tiene que estar claro siempre qui¨¦nes fueron los asesinos y quienes los perseguidos.
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