Cuidado con la poci¨®n m¨¢gica alemana
Las pol¨ªticas seguidas solo han generado empleos precarios y grandes desigualdades
Europa se encuentra en la crisis m¨¢s grave desde la II Guerra Mundial. Merkel, Barroso y Lagarde han destrozado nuestro continente a base de austeridad. De Par¨ªs a Madrid, la econom¨ªa se contrae. Casi 27 millones de personas est¨¢n en paro.
Europa meridional se lleva la peor parte. En Espa?a y Grecia, una de cada cuatro personas est¨¢ en paro. En Madrid, Sevilla, Roma y Atenas crece una generaci¨®n perdida. Desde el punto de vista de la canciller alemana, no hay alternativas a la pol¨ªtica de austeridad y las reformas estructurales, aunque sean dolorosas. Angela Merkel vende la pol¨ªtica de reformas alemana como la poci¨®n m¨¢gica para Europa. A primera vista, eso parece razonable. Alemania es el ¨²ltimo pa¨ªs sano en el lazareto europeo. Una econom¨ªa en crecimiento, bajo nivel de paro, una industria sumamente competitiva y un presupuesto casi sin deuda hablan por s¨ª solos.
Pero en contra de la lectura oficial, las reformas de Schr?der (Agenda 2010, Hartz IV) no supusieron ning¨²n milagro para el empleo. Aunque es indiscutible que hoy hay en Alemania 1,4 millones de puestos de trabajo m¨¢s que al empezar el siglo, las estad¨ªsticas laborales distorsionan la realidad. Cuando las empresas transforman contratos a tiempo completo en empleos a tiempo parcial o minijobs, el n¨²mero de empleados aumenta. Sin embargo, lo que se ha hecho no es sino redistribuir el trabajo existente en condiciones de precariedad. Eso es justo lo que ha pasado en Alemania. Desde el a?o 2000 se perdieron 1,6 millones de empleos a tiempo completo. Simult¨¢neamente surgieron tres millones de empleos a tiempo parcial.
El supuesto boom alem¨¢n del empleo nunca desbord¨® el marco de una de las habituales recuperaciones coyunturales. Despu¨¦s de las reformas, el empleo no se recuper¨® con m¨¢s fuerza que antes de ellas.
Es justo que nuestros colegas del sur de Europa se defiendan frente a los ataques neoliberales
Y, de igual modo, los buenos datos del nivel de desempleo alem¨¢n han de tomarse con cautela. Oficialmente, en Alemania solo hay tres millones de parados, el nivel de desempleo m¨¢s bajo desde hace 20 a?os. Sin embargo, los que ganan un euro a la hora, quienes tienen m¨¢s de 58 a?os y no perciben un salario o los desempleados en cursos de formaci¨®n no se cuentan en las estad¨ªsticas del paro. Adem¨¢s, hay m¨¢s de dos millones de trabajadores a tiempo parcial que desear¨ªan tener un contrato a tiempo completo, pero que no lo consiguen.
Es muy popular el cuento de que Alemania ha salido airosa de la crisis de la econom¨ªa y los mercados financieros solo gracias a las reformas de Schr?der. En esta crisis se han salvado m¨¢s de un mill¨®n de empleos gracias a las reducciones del tiempo de trabajo. Las jornadas laborales reducidas y las bolsas de horas de trabajo subvencionadas por el Estado han impedido que las ca¨ªdas en la producci¨®n se hayan transformado en paro masivo. Este ¨¦xito de la pol¨ªtica de empleo no tiene nada que ver con la ¡°pol¨ªtica de reformas¡±. Adem¨¢s de esto, el Gobierno de Merkel estabiliz¨® la econom¨ªa con dos grandes paquetes de medidas coyunturales. Eso fue keynesianismo puro.
En resumen: la pol¨ªtica de la Agenda 2010 tiene tan poco que ver con los recientes ¨¦xitos econ¨®micos como la natalidad con el n¨²mero de cig¨¹e?as.
Lo que s¨ª han hecho las reformas del mercado de trabajo ha sido dividir a la sociedad. Hoy, casi una de cada cuatro personas empleadas trabaja por menos de nueve euros a la hora. Y 1,4 millones de alemanes se desloman por un salario de hambre inferior a cinco euros. Solo en EE UU hay un salario m¨ªnimo inferior. Uno de cada tres trabajos es inseguro. El empleo precario y la p¨¦rdida de cobertura de los convenios son responsables de que los acuerdos que negocian los sindicatos solo beneficien a tres de cada cinco trabajadores. Se ha sometido a dieta forzosa a los trabajadores alemanes. Alemania tiene la peor evoluci¨®n salarial de Europa. En ning¨²n otro pa¨ªs industrializado ha aumentado tanto la desigualdad.
Las consecuencias econ¨®micas han sido fatales. La debilidad salarial ha frenado la demanda interna y disparado las exportaciones. El comercio minorista y el trabajo manual sufren por la falta de poder adquisitivo. La industria exportadora, por el contrario, ha podido ofrecer a sus clientes extranjeros precios atractivos. Alemania se ha convertido en el ¨²nico pa¨ªs de la eurozona en el que la demanda externa ha contribuido al crecimiento m¨¢s que la demanda interna. ?Sin ¨¦xito!
Adem¨¢s, el crecimiento dependiente de las exportaciones ha perjudicado a nuestros vecinos. Las empresas espa?olas, italianas y portuguesas han podido vender cada vez menos productos en los agostados mercados alemanes. Pero eso no es todo. Las compa?¨ªas alemanas, competitivas por precios, han puesto contra la pared a la competencia de la Europa meridional.
Espa?oles, franceses, italianos y griegos deber¨ªan apartar las manos de la poci¨®n m¨¢gica alemana. Las reformas estructurales neoliberales destrozan los convenios territoriales, su autonom¨ªa y la protecci¨®n frente al despido. Por eso se han hundido los salarios espa?oles, portugueses y griegos en los ¨²ltimos dos a?os entre un siete y un 20%. Esto ha hecho surgir una competencia salarial desatada, pero ni un solo puesto de trabajo nuevo.
Es justo que nuestros colegas del sur de Europa se defiendan frente a estos ataques. Su lucha defensiva tiene nuestra solidaridad. Europa necesita un cambio de pol¨ªtica. Debe detenerse la pol¨ªtica de austeridad, econ¨®mica y socialmente destructiva. En su lugar necesitamos inversiones de futuro en educaci¨®n, salud, protecci¨®n al clima e infraestructuras ¡ªun Plan Marshall¡ª, as¨ª como un programa inmediato contra el desempleo juvenil. Para poder financiar todo esto es necesario aumentar la presi¨®n fiscal sobre las grandes rentas y fortunas en toda Europa. Solo una Europa social tiene futuro.
Dierk Hirschel es economista jefe del Sindicato Unido de Servicios de Alemania.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albor¨¦s Rey.
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