Elogio de la literatura
Parecen lo mismo, pero no lo son.
No es lo mismo tragar agua que beber una copa de buen vino, no es lo mismo engullir una hamburguesa que paladear despacio un morteruelo hecho a mano, no es lo mismo pasar cinco minutos en una cabina de rayos UVA que disfrutar de una tarde de pereza en una playa desierta. No es lo mismo.
Un a?o m¨¢s, comienza la Feria del Libro de Madrid. Lo que siempre ha sido dif¨ªcil, este a?o parece insuperable. El empobrecimiento de las clases medias, vivero tradicional de los buenos lectores espa?oles; la asquerosa competencia de los piratas que campan a sus anchas en la impunidad que les ha garantizado la cobard¨ªa de sucesivos Gobiernos; la depresi¨®n general que induce a la gente a no salir de casa, a no gastar, a guardar sus pocas reservas por si les toca el pr¨®ximo ERE¡ Siempre ha sido dif¨ªcil, pero esa es tambi¨¦n la buena noticia. Si ?hemos salido de otras, saldremos de esta, y un libro puede ser la mejor munici¨®n, una s¨®lida trinchera donde resistir. Por eso es importante aclarar que no todos los libros son iguales.
Todo el mundo tiene derecho a escribir, a publicar lo que escribe. Desde luego, pues no faltar¨ªa m¨¢s. Todo el mundo tiene derecho a planear una historia, a contarla con palabras y a decir que ha escrito una novela. Por supuesto que tambi¨¦n, nadie puede arrogarse el t¨ªtulo de juez supremo que decide qu¨¦ es una novela y qu¨¦ no lo es. Pero existe un plano m¨¢s profundo, una vocaci¨®n que desaf¨ªa a las etiquetas y subyace bajo las estrategias de marketing de las editoriales. Una ambici¨®n, una pasi¨®n, un oficio. La voluntad de mirar el mundo y contarlo desde la propia mirada. La necesidad de formular preguntas sin buscar ni ofrecer respuestas. La aventura de inventar una isla desierta, un min¨²sculo punto capaz de modificar los mapas conocidos para invocar el amoroso naufragio de los lectores. Y eso, s¨®lo eso, es ser novelista.
No se dejen enga?ar. No caigan en la trampa de lo que parece igual pero es distinto¡±
Hablo de mis semejantes, mis hermanos. Exigentes, perfeccionistas, obsesivos, capaces de dejarse arrebatar por una ficci¨®n originada en ellos mismos, de vivir dentro y fuera de su propia vida durante a?os, persiguiendo una imagen, una idea, el exacto significado de una palabra. No salen en la televisi¨®n, no son famosos, no tienen m¨¢s presencia p¨²blica que las fotos de las solapas de sus libros. Pero son los guardianes del tesoro, los depositarios de una herencia ancestral, los h¨¦roes de estos tiempos de chichinabo, donde cada d¨ªa m¨¢s necios confunden valor y precio. Y encima, tienen que aguantar que tantos famosos de medio pelo, periodistas, estrellas de la televisi¨®n, seudoarist¨®cratas y dem¨¢s aparezcan en los telediarios exhibiendo esos libros que, dicen ellos, son sus novelas.
No se dejen enga?ar, escojan la literatura. Atr¨¦vanse a dejarse seducir por los autores que se juegan la vida en lo que escriben, acepten esa apuesta preciosa, solemne, y no caigan en la trampa de lo que parece igual pero es distinto. Este a?o tengo la suerte de poder recomendar con el coraz¨®n en la mano, sin trampa ni cart¨®n, tres novelas escritas por mujeres. Nada se opone a la noche, de Delphine du Vigan; Las pose¨ªdas, de Betina Gonz¨¢lez; Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz. Tres miradas diferentes, desde Par¨ªs, desde Buenos Aires, desde Madrid, sobre el universo de las mujeres err¨®neas, esas que nunca acertamos a ser lo que se espera de nosotras. Tres desgarradores relatos sobre la amistad, la relaci¨®n entre madres e hijas, y la confusi¨®n compartida, amores dolorosos, muy diferentes entre s¨ª, pero capaces de inspirar libros espl¨¦ndidos.
No olvidemos a los hombres. Insisto en Lobis¨®n, de Gin¨¦s S¨¢nchez, una asombrosa historia de hombres-lobo situada en la Espa?a contempor¨¢nea, una primera novela valiente, conmovedora, original¨ªsima. Intemperie, la ¨®pera prima de Jes¨²s Carrasco, ha logrado la proeza de dar que hablar en un territorio, el de la informaci¨®n cultural de ahora mismo, tan hostil como el escenario donde sit¨²a a su desvalido protagonista. Tenemos adem¨¢s la ocasi¨®n de celebrar el retorno a la narrativa de un escritor extraordinario, Felipe Ben¨ªtez Reyes, que acaba de publicar un excelente libro de relatos, Cada cual y lo extra?o.
La literatura es el sudario que la reina Pen¨¦lope teje de d¨ªa y desteje de noche desde hace muchos siglos. Desde que ella ide¨® esa estratagema, mucho antes de que se inventara la televisi¨®n, muchos hombres y mujeres han consagrado sus vidas a continuar su labor, tejiendo y destejiendo un relato universal, imprescindible.
Ese tejido est¨¢ ahora en sus manos.
Por favor, no corten los hilos.
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