El escalaf¨®n
La desaparici¨®n de la primera l¨ªnea no significa el ascenso de la segunda, sino su extinci¨®n
Ser el segundo en un mundo donde no hay primeros significa que no eres nadie, que el mundo se ha roto y t¨² con ¨¦l. Guti¨¦rrez Mellado fue un perfecto segundo del topo Adolfo Su¨¢rez; Guerra, un segundo a la medida del c¨¦sar Gonz¨¢lez; Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, un gregario inigualable del acomplejado Aznar¡ ?Pero se puede ser un segundo de Rajoy, un segundo de Mato, un segundo de Wert, un segundo de B¨¢?ez, un segundo de Cospedal, incluso un segundo de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa? No. De hecho, no sabemos qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la vicepresidenta, que no es, a su vez, la segunda de Rajoy, sino una especie de primera bis especializada en la rueda de prensa de los viernes. ?Acaso se puede ser el segundo de Rubalcaba? Para nada. A estas alturas estar¨ªas limpiando parabrisas en los sem¨¢foros. Se puede ser Jung cuando existe Freud; Plat¨®n cuando existe S¨®crates; Truman Capote cuando existe Norman Mailer; Zacar¨ªas cuando existe Jerem¨ªas; Luzbel cuando existe Yahv¨¦¡ La desaparici¨®n de la primera l¨ªnea no significa el ascenso de la segunda, sino su extinci¨®n. Imposible alcanzar la categor¨ªa de Engels sin Marx, de virrey sin rey, de yerno sin suegro, de subsecretario sin secretario¡ Sin el n¨²mero uno, el sistema decimal se va al carajo. Y eso es lo que nos pasa, que nos hemos ido al carajo porque no hay Dios ni presidente del Gobierno ni oposici¨®n pol¨ªtica, porque no hay Freud, ni S¨®crates, ni Norman Mailer, ni Jerem¨ªas, ni jefe de obra, ni director de proyecto, porque todo ha devenido en una masa amorfa en la que mantenemos por inercia costumbres de otro tiempo completamente absurdas en este. Sin embargo, desde las ruinas del edificio, sacudi¨¦ndonos el polvo del cemento, contemplamos con fascinaci¨®n a un grupo de peque?os diablos que sonr¨ªen de oreja a oreja, convencidos, pobres, de que el escalaf¨®n, con este l¨ªo, corre a su favor.
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